Opinión

Una red de propaganda bien engrasada por Putin frente a la vergüenza ajena de España

La BBC mima su servicio internacional y el Gobierno maltrata a la Agencia EFE y le dota de un presupuesto que equivale a una tercera parte de lo que gasta en publicidad institucional

El Gobierno español invertirá en 2022 un total de 250.000 euros en concienciar a la población, a través de una campaña de publicidad, sobre la importancia de que los progenitores colaboren en el cuidado de los hijos. También ha reservado una partida de 1,79 millones de euros para anunciar que “el futuro puede ser mejor gracias a la Agenda 2030”. Quédense con esta idea.

Cambiemos de escenario. Este viernes por la mañana, el panfleto digital Russia Today tan sólo incluía la palabra “guerra” en una ocasión dentro de su portada, que estaba dedicada, en su mayoría, a la propaganda sobre lo que ocurre estos días en Ucrania. El término lo utilizaba en el siguiente titular: “Anonymous declara que está oficialmente en guerra contra el Gobierno ruso tras su operación especial militar”.

A la invasión del país de Europa del Este la definía como una “operación especial militar”. En paralelo, la agencia Sputnik acusaba a los medios de comunicación occidentales de emitir una “telenovela” sobre este conflicto, al que definen como una “guerra” pese a que no lo es, según el Kremlin. Y exponía:

“Parafraseando un antiguo dicho podemos decir que "la guerra está en los ojos de quien mira". Mientras nos venden las historias de la guerra que supuestamente anunció Rusia, la realidad es que las repúblicas del este de Ucrania (Donetsk y Lugansk) llevan ocho años en contra de las autoridades de Kiev. El golpe de Estado que ocurrió en 2014 provocó un rechazo entre las población de esas regiones ucranianas. Rusia no reconocía su independencia, hasta hace días, cuando los ataques contra la población ruso-parlante alcanzaron su punto álgido”.

Mientras el Kremlin ha engordado una enorme red de propaganda durante los últimos años para trasladar a todo el planeta su postura geopolítica -interesada, claro-, en España se han invertido cientos y cientos de millones de euros en acciones públicas que sólo buscaban que un partido tomara ventaja frente al otro de cara a las próximas elecciones. Puede sonar simple y reduccionista, pero es así.

Porque un país con amplitud de miras no hubiera permitido la decadencia de la Agencia EFE, por ejemplo, a la que ha negado el pan y la sal durante muchos años, hasta el punto de verse amenazada en Latinoamérica por el poderío económico de sus competidores internacionales.

La BBC mima su servicio internacional y el Gobierno maltrata a la Agencia EFE y le dota de un presupuesto que equivale a una tercera parte de lo que gasta en publicidad institucional. ¿Cuántos buenos periodistas podría contratar en sus delegaciones en Latinoamérica o Asia con los 1,79 millones de euros que gasta en promocionar la Agenda 2030? No es una cuestión de mala gestión. Es pura ideología y perfidia partidista. La que llevó a Pedro Sánchez a destituir al presidente de esta empresa pública porque no era sensible con los intereses del Ejecutivo.

Esos 1,79 millones de euros podrían destinarse a hacer buena información para que los ciudadanos pudieran concluir, por sí solos, si la Agenda 2030 les beneficia o les perjudica. Y lo mismo con el resto de los temas de relevancia política, económica y social. Pero al Gobierno no le interesa tanto que los españoles decidan con libertad. Prefiere imponer. Primero con proselitismo y luego, mediante la ley. Por eso gasta ese dinero en propaganda. Eso ha ocurrido durante todas las etapas desde la Transición.

Una política cuestionable

Por eso, las diferentes administraciones han invertido muchos millones de euros más en televisiones autonómicas que defendían los intereses de los nacionalismos periféricos y los caciques de turno. La cantidad ha sido mucho mayor de la que ha destinado el Estado a extender su influencia internacional a través de los medios de comunicación públicos. Quien haya trabajado en una delegación internacional de EFE sabrá los ingenios -y trucos- que deben hacer sus delegados para cuadrar las cuentas, ante la falta de recursos.

También conocerá el buen trabajo que hacen los corresponsales cuando ocurren acontecimientos como el de estos días en Ucrania. Para eso -o para extender la influencia de España en territorios donde se habla en español- hay recursos muy escasos. Para la publicidad institucional, 158 millones de euros en 2022.

Mientras el Kremlin apostó fuerte por Russia Today como su principal órgano audiovisual de propaganda, los partidos españoles peleaban por conseguir sillones en el Consejo de Administración de Radiotelevisión Española para sentar a sus delfines. A los que llevan muchos años destrozando este servicio público y defendiendo exclusivamente a las fuerzas políticas que los 'patrocinan'. El Canal Internacional de RTVE es pobre y transmite dejadez. No se puede comparar con BBC World, ni con cualquiera de las televisiones de las autocracias dominantes.

EFE es mucho más barata y podría ser una gran herramienta para difundir el español y defender a los ciudadanos de este país frente a la desinformación de cualquier enemigo extranjero -porque sí, existen enemigos-. Con los nuevos medios técnicos, obtener y transmitir información escrita y audiovisual es más sencillo, rápido y barato que nunca. Y fortalecer sus delegaciones en los puntos calientes de todo el mundo y, en especial, en Sudamérica, no sería ni mucho menos tan costoso como las campañas ideológicas de publicidad institucional que se idean cada año.

Pero eso requeriría amplitud de miras y tener la capacidad de ver más allá de las urnas y las puñaladas de partido. Por eso no se hace, porque no genera un rédito directo a quienes gobiernan. Tan sólo a los ciudadanos y al país. Así ha funcionado España en los últimos años. Por eso, en ocasiones como la del conflicto ucraniano, basta con buscar y comparar para sentir una enorme vergüenza ajena.

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