Opinión

Refundar Ciudadanos: la quimera naranja

La formación naranja contó, y todavía cuenta, con un caladero de votos entre los que se identifican como liberales

A nadie se le escapa que el partido que un día casi atrapó al PP se encuentra hoy en horas bajas. Tras perder varios de sus gobiernos de coalición, su presencia en ejecutivos autonómicos (Murcia, Madrid, Castilla y León, y más recientemente, Andalucía), perdiendo incluso, en algunos casos, su representación parlamentaria, y ante unas encuestas que le sitúan también fuera del Congreso de los Diputados, Ciudadanos ha decidido refundarse.

A priori, lo de "refundación" puede sonar a estrategia de marketing para atender a las presiones internas que demandan cambios, o para recuperar notoriedad en prensa y redes sociales. Bien planteado, puede ser una buena oportunidad para definir una opinión propia sobre temas controvertidos en torno a los que otros partidos no quieren o no pueden permitirse hablar, para poner nuevas cuestiones en la agenda política, para llevar a cabo una defensa de un liberalismo más amplio y, quién sabe, si incluso así recuperar algo del voto perdido.

Pero a la palabra “refundación” en este caso, le sigue la de “liberal”. Ciudadanos pretende así un rearme ideológico que les muestre, a ojos de sus electores y, en especial del votante liberal, que son la única alternativa con posibilidades y que tiene un discurso coherente en defensa de la libertad individual en todas sus esferas.

Ciudadanos nunca fue un partido liberal al uso. No es el FDP en Alemania, Iniciativa Liberal en Portugal, ni siquiera los tories en el Reino Unido. Y no, no basta con formar parte del grupo liberal del Parlamento Europeo o de la alianza mundial Liberal International. Tampoco basta con que algunas de los perfiles que engrosan las filas de las formaciones políticas tengan una trayectoria notable en la defensa del liberalismo. La ideología de líderes y figuras destacadas de los partidos no es baladí pero tampoco determinante. Ello dependerá de la posición de estos líderes y su capacidad para influir en la toma de decisiones y, en especial, en los posicionamientos del partido.

Los partidos, aunque parezca que cada vez es menos cierto, se nutren de ideas. Quizás un tanto inconcretas o incoherentes en algún momento, pero al fin y al cabo, ideas.

Liberalismo y feminismo

Hasta la fecha, lo único que sabemos de la refundación ideológica de Ciudadanos está recogido en el decálogo que compartieron hace unos días en su página web y sus redes sociales. Diez principios prudentes en algunos casos, inconcretos o incoherentes en otros, pero que dejan entrever algunos guiños para conectar con un electorado que poco a poco ha ido dejando de sentirse identificado con los planteamientos y decisiones tomadas por el partido. Quizás uno de estos planteamientos sea el adoptado respecto a las reivindicaciones de cierta parte del movimiento feminista.

¿Un intento por recuperar las tesis que en 2015 les llevaron a proponer la reforma de Ley Integral contra la Violencia de Género y que fueron cediendo a favor de las presiones de la izquierda hegemónica?

El segundo de los diez mandamientos de la refundación, que habla de la igualdad de todos los ciudadanos, añade una referencia sobre el feminismo. En concreto, proclama la negativa a "aceptar interpretaciones divisivas del feminismo, ni de la redistribución ni de la brecha generacional”. Una afirmación ambigua que no deja claro lo que pretende expresar. ¿Un rechazo de la pluralidad de corrientes y posiciones intrínseca al movimiento feminista? ¿Un intento por recuperar las tesis que en 2015 les llevaron a proponer la reforma de Ley Integral contra la Violencia de Género y que fueron cediendo a favor de las presiones de la izquierda hegemónica?

Si bien el primero de los principios del decálogo proclama la protección de la esfera individual y la autonomía de las personas y situaba la libertad como único dogma, el quinto punto recoge una afirmación un tanto peliaguda. A saber, el reconocimiento de los elementos prepolíticos que conforman la nación y la preexistencia de la misma a la formación de nuestra democracia. Todo ello sin especificar de qué elementos se trata o cuál es su importancia y, dejando algunas dudas sobre la posición jerárquica en la que se sitúan esos elementos respecto de los derechos y libertades de los individuos.

Derechos humanos

El séptimo punto del decálogo parece abrir una brecha en la línea políticamente correcta que había asumido la formación naranja en los últimos años, si bien se echa en falta una mayor contundencia. La afirmación que "la mejor manera de proteger el medio ambiente es fomentar el desarrollo económico y la investigación" junto con la mención a cómo "la inestabilidad internacional obliga a dotarnos de los recursos suficientes" deja entrever una tímida crítica a la situación en la que las políticas ecologistas aplicadas hasta el momento nos han dejado. Subordinando la libertad individual ante medidas que, o bien no contaban con respaldo empírico alguno o que nos han dejado a merced de las decisiones de países que no respetan los derechos humanos, el imperio de la ley o la soberanía de Estados independientes.

Lejos de caer en un discurso ingenuo, pues quien esto escribe es consciente de las dinámicas propias de la política que alejan a los legisladores de la realidad cotidiana o de que las purezas ideológicas se terminan cuando los partidos empiezan a ganar notoriedad, votos, y no digamos cuando tocan poder, todas estas cuestiones no pueden ser la excusa a la que aferrarse para renunciar a los principios.

Los principios sirven para dar contenido y desarrollar posicionamientos políticos, sirven de guía y, sobre todo, de línea roja, pero necesitan coherencia y concreción. Son las decisiones concretas y la coherencia entre ellas, y no las declaraciones de principios, las que miden el compromiso de una formación política con unas ideas.

Ciudadanos contó, y todavía cuenta, con un caladero de votos entre los que se identifican como liberales. Según el último barómetro del CIS (julio 2022), el 36,8% de quienes se dicen liberales votarían en unas supuestas elecciones generales a Ciudadanos, frente al 24,6% que lo haría por VOX y el 22% que se decantaría por el PP. De la habilidad de quienes lideran la refundación y de la valentía, coherencia y credibilidad que transmitan al electorado, dependerá que sean capaces de aglutinar un mayor porcentaje.

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