Felipe VI no está teniendo un reinado fácil. Por eso hay que reconocer la tenacidad de la Corona por superar la convulsión que Pedro Sánchez y sus pactos infames han traído a la convivencia de todos los españoles.
No era un discurso de Nochebuena sencillo. Pero Felipe VI, como viene demostrando últimamente, ha sabido encontrar el punto de firmeza justo para dar un paso más en señalar los riesgos que corre la democracia si la mayoría de partidos gobernante se empeña en lo del muro. Un ‘¡Basta ya!’ en toda regla elaborado con la percha del 45 aniversario de la Carta Magna pero que tiene un mensaje contundente para todos aquellos que han construido sobre la división y el enfrentamiento su modus vivendi político.
El monarca había advertido en varias ocasiones de la necesidad de respetar la Constitución por encima de todo. De que todo lo que está fuera de la misma es el final de la democracia. Había hablado ya de la fortaleza de nuestro futuro compartido y de la unidad siempre dentro del marco constitucional.
El Rey reivindica el 3-O
Pero ha habido novedades esta Nochebuena. Por un lado, ha recordado el "coraje, la dignidad y los principios" en la lucha contra ETA. Por otro, ha reivindicado lo "expresado" en la defensa de los valores constitucionales cuando estos se han visto riesgo. Una alusión que recuerda a lo ocurrido en Cataluña y a su discurso del 3 de octubre del 2017, tan denostado por los partidos que sostiene el Gobierno.
El Rey ha lanzado también una advertencia a las instituciones del Estado en la parte final de su intervención. Y en ese cajón entran todos; él el primero; como se ha exigido en primera persona. Pero también Gobierno nacional, ministerios, ejecutivos autonómicos, alcaldes, poder legislativo y judicial; todos.
Un aviso a navegantes en el que ha demandado “responsabilidad y lealtad a la Constitución”, porque sin ella no son nada. Les ha pedido que cumplan con “sus obligaciones y deberes” y se dejen de gaitas. No hay gaita mayor que reunirse en Ginebra con un mediador de El Salvador. Hay unas funciones atribuidas para cada institución y a ellas hay que ceñirse. Deben respetarse sus competencias. Y sobre todo no contribuir a desprestigiar las unas a las otras como lamentablemente está ocurriendo.
Sin Constitución, no hay democracia
Por recordar, ha tenido que recordar algo tan básico que produce hasta sonrojo. Y lo ha dicho porque estamos viviendo esta dejación de funciones por el servilismo a los pactos que mantienen a un hombre solo en La Moncloa. Estas instituciones tienen entre sus tareas “velar siempre por el bueno nombre, la dignidad y el respeto a nuestro país”.
Porque este Gobierno y sus alianzas se conducen así por la vida. Todo lo que no es separatismo es antidemocrático. Incluida, por supuesto, la Corona. Pero el Rey tiene un mensaje para los odiadores profesionales del independentismo y la extrema izquierda. “España seguirá adelante”. Un camino que haremos juntos, ha dicho, y que, Felipe VI, acompañará no sólo porque es su deber como símbolo de unidad y permanencia de la Nación –lo dice la Constitución-, sino también porque es su “convicción”.
Por lo tanto, grabemos estas palabras del rey Felipe VI a hierro y fuego en cada uno de los despachos del poder: “Fuera del respeto a la Constitución no hay democracia ni convivencia posibles; no hay libertad sino imposición; no hay ley, sino arbitrariedad. Fuera de la Constitución no hay una España en paz y libertad”.
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