Mariano Bacigalupo, marido de Teresa Ribera, no habría tenido mayor problema para encontrar un trabajo bien remunerado en el sector privado. El Ministerio de Asuntos Económicos enumeraba este martes en una nota oficial los méritos que atesora su currículum. El departamento que lidera Nadia Calviño intentaba justificar así por qué el esposo de la ministra de Transición Ecológica se merece un sillón en la cúpula de otro organismo estatal: la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV).
En efecto, Bacigalupo acumula “amplia experiencia en organismos públicos de regulación”. Pero no ha navegado jamás en las aguas procelosas de los mercados bursátiles y financieros, que son los que vigila la CNMV. Por eso chirría tanto que el Gobierno haya decidido entregarle un puesto en el puente de mando. Si Bacigalupo, insistimos, no habría hallado dificultad alguna para colocarse en el sector privado, a la CNMV tampoco le habrían faltado candidatos mejor preparados para el puesto de consejero que queda vacante.
Pedro Sánchez predica la pulcritud institucional tanto como sus socios de coalición, con Pablo Echenique como gran abanderado en la guerra contra las puertas giratorias. Por eso, el Gobierno podría haber dado ejemplo adoptando una decisión muy diferente a la que anunció este martes.
Bacigalupo era un jurista reputado y respetado en la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) cuando el líder socialista nombró ministra a Teresa Ribera. Se había labrado su carrera en la antigua Comisión Nacional de la Energía (antecesora de la CNMC), donde dirigió los servicios jurídicos (entre 2006 y 2011) y ostentó la secretaría del Consejo. Antes de aterrizar en la CNMC, en 2017, trabajó para la Agencia de Cooperación de los Reguladores de la Energía. Un gran perfil profesional y una trayectoria totalmente intachable.
La polémica surgió en 2018, cuando su mujer se convirtió en una de las ministras estrella del Ejecutivo. El cambio del modelo energético era una de las grandes apuestas de Sánchez. El nombramiento suscitó un 'handicap' para el matrimonio Ribera-Bacigalupo. El marido de la nueva ministra ocupaba entonces un puesto de consejero en la Sala de Supervisión Regulatoria de la CNMC. Este departamento se encarga, precisamente, de analizar la regulación que dicta el Ministerio de Transición Ecológica.
La oposición parlamentaria y algunas empresas energéticas no tardaron en alertar de una incompatibilidad bastante evidente. A Bacigalupo le tocaba opinar sobre leyes y normas promovidas por su mujer. El jurista optó por seguir en el cargo y Sánchez no puso reparos. Mientras tanto, Ribera siguió ganándose la confianza del presidente, quien la nombró vicepresidenta cuarta en 2020. Con el tiempo, la relación entre ambos se ha ido estrechando, hasta el punto de que existe una sólida amistad entre la pareja presidencial (Pedro Sánchez y Begoña Gómez) y el matrimonio Ribera-Bacigalupo.
La buena relación personal entre la pareja presidencial y el matrimonio Ribera-Bacigalupo puede explicar en parte el fichaje bien remunerado en la CNMV
Ese factor puede explicar, en parte, por qué el Gobierno ha decidido poner fin a la incompatibilidad de Bacigalupo en la CNMC con un nombramiento también polémico en la CNMV. Basta con repasar el currículum del consejero al que relevará el marido de Ribera. Se trata de Juan Manuel Santos-Suárez, también abogado y con experiencia en lo público (ocupó altos cargos en la Comunidad de Madrid). La gran diferencia entre ambos es que Santos-Suárez sí ha lidiado, y mucho, con los mercados desde el sector privado.
Entre 1987 y 1995 fue ejecutivo a sueldo de AB Asesores Bursátiles, la histórica firma (absorbida en 1999 por Morgan Stanley) para la que trabajaron figuras tan reputadas hoy como Luis de Guindos, Ignacio Garralda (Mutua Madrileña) o Pedro Guerrero (Bankinter). En 1998, Santos-Suárez se incorporó a la agencia de valores de Merrill Lynch, con el cargo de consejero y director general, donde trabajó hasta 2002.
En su sillón se sentará Mariano Bacigalupo durante los próximos cuatro años, como mínimo. El puesto es prorrogable y conlleva un sueldo base de 140.000 euros. También mucha influencia y poder. Desde la órbita de la CNMV se divisa todo lo que se cuece en los mercados: las operaciones de refinanciación, los trapicheos de los pequeños brokers, las zancadas de los grandes banqueros de inversión y las grandes fusiones empresariales.
Más que una puerta giratoria, el Gobierno de Sánchez ha habilitado un tipo de torno transparente, que facilita el paso de los elegidos desde un puestazo público semejante o superior. Una nueva modalidad de enchufe de la que se beneficiará la ministra que vigila a las eléctricas. Todo queda en casa.
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