Opinión

La madre de Frankenstein

Muchas personas de la derecha española han pensado que Robles era la más potable de este Gobierno de antisistemas y sanchistas irredentos. ¡Qué error!

Ese nefasto personaje de la política española que fue Manuel Azaña, que, eso sí, no tenía un pelo de tonto sino todo lo contrario, no se caracterizó nunca por su sentido del humor. Sin embargo dejó una frase que tiene mucha gracia y mucha miga cuando afirmó que “en España la mejor forma de guardar un secreto es escribir un libro”. Algo de eso está pasando cuando se analiza el papel que la ministra de Defensa tiene en este vodevil de Pegasus y los espías.

Porque hace ahora justo un año Joaquín Leguina, que nadie pondrá en duda que de política sabe un rato, publicó un libro –indispensable para intentar asomarse a la personalidad del personaje- titulado Pedro Sánchez. La historia de una ambición. En él explica con todo detalle cómo se gestó la operación de la moción de censura que descabalgó a Rajoy y nos condujo a los españoles a tener un gobierno Frankenstein (Rubalcaba, que también sabía lo suyo de política, dixit).

Recordemos cómo era la situación del Congreso en mayo de 2018: el PP tenía 137 diputados, el PSOE, 85 (el peor resultado de su historia), Podemos 71 y Cs 32. Luego estaban los Frankenstein. Sánchez no era ni siquiera diputado porque había tenido que dimitir en octubre del 16, tras rechazar el Comité Federal del PSOE su propuesta de convocatoria de un Congreso Federal. Pero había ganado las primarias socialistas en junio del 17 y vuelto a ser el secretario general. Leguina recoge que ya en mayo del 17 Iván Redondo –el Rasputín de entonces- en su blog había asegurado que Sánchez, a través de una moción de censura, podría ser presidente si se sucedían más escándalos del PP.

Pensó que presentar una moción de censura con un grupo parlamentario de 85 diputados, sin ser él diputado era quizás demasiado aventurado

Y, efectivamente, un gran escándalo se produjo: la sentencia del caso Gürtel. Ya tenía Sánchez lo que había pronosticado su Iván: Pero en un instante de sentido común pensó que presentar una moción de censura con un grupo parlamentario de 85 diputados, sin ser él diputado y una semana después de que el PNV hubiera votado los presupuestos de Rajoy, era quizás demasiado aventurado.

Aquí aparece Margarita Robles, que era la portavoz socialista en el Congreso, puesta por Sánchez como premio a haber sido –junto a Meritxel Batet- de los que desobedecieron la orden de la gestora (presidida por el bueno de Javier Fernández, el último socialdemócrata que ha hablado en nombre del PSOE) de abstenerse en la investidura de Rajoy.

Según cuenta Leguina –con esa prosa suya que siempre es amable con el lector, es decir, que se le entiende todo-, Robles va a Ferraz y es la que le demuestra a Sánchez primero, que conoce perfectamente el parrafito que ha metido en la susodicha sentencia “su compadre Prada” (sic), y, además, que está segura de que la lealtad del PNV sería, como es habitual en ellos, inexistente. Para analizar con ellos dos la propuesta, siempre según este libro esclarecedor, se unen personas de la categoría intelectual, académica y profesional de Adriana Lastra y José Luis Ábalos, lo que nos da a entender nítidamente que es Margarita Robles la auténtica muñidora y cerebro de la operación que llevó a Sánchez a La Moncloa.

Es decir, que ella es la auténtica madre de Frankenstein. Por eso, por no leer este libro, muchas personas de la derecha española han pensado que Robles era la más potable de este gobierno de antisistemas y sanchistas irredentos. ¡Qué error! Con el agravante de que ella sí sabe lo que es el Estado y sabía perfectamente en qué partidos se iba a apoyar su patrocinado.

A pesar de su imagen de servidora del Estado, es capaz de obedecerle y cargarse a la directora del CNI a petición de los independentistas

Igual que Solbes tiene una responsabilidad especial en la catástrofe económica a que nos llevó Zapatero, porque, al fin y al cabo, tenía estudios y era técnico comercial del Estado, en todos los ataques a la estabilidad constitucional que están cometiendo Sánchez y los partidos que le sostienen Margarita Robles tiene una responsabilidad especialísima.

Es verdad que el presidente del Gobierno ha demostrado una falta total de empatía cuando no le ha temblado el pulso a la hora de defenestrar a Redondo, Ábalos o Calvo, pero no veo claro que haga lo mismo con la persona que realmente le ha llevado al Falcon y a La Moncloa. Sobre todo si, a pesar de su imagen de servidora del Estado, es capaz de obedecerle y cargarse a la directora del CNI a petición de los independentistas.

Pero que no se engañe nadie, ella es la inspiradora, es la peor. ¡Y qué razón tenía el siniestro Azaña!

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