La mejor lección de Juan Roig es que casi nunca da lecciones a nadie. El tipo que convirtió la charcutería familiar en la empresa con más empleados de España nunca sienta cátedra y eso que el modelo Mercadona se estudia hasta en Harvard. Por eso, causa rubor oír a sus 'enemigos' de la coalición de gobierno, quienes presumen de mucho porque carecen de casi todo.
Debe costar un esfuerzo ingente dar lecciones a diario a la ciudadanía. El ministro Alberto Garzón declaró la guerra al chuletón, mientras que otra ministra, Irene Montero, promete ahora enseñar a las mujeres de maduras cómo sentir verdadero "placer". La secretaria de Estado de Igualdad, Ángela Rodríguez Pam, también predica que la masturbación -y no la penetración- es el sexo auténtico.
Paradoja: casi todos los altos cargos de este Gobierno que sientan cátedra no han hecho otra cosa en su vida que sentar cátedra. El currículum de Garzón, Montero o Pam tiene tanta poca sustancia como el de Ione Belarra, la ministra que se erigió hace unas semanas en martillo de los "capitalistas despiadados". La titular de Igualdad eligió al presidente de Mercadona como ejemplo de mal patrón, como el Javier Bardem de la peli pero en versión tendero. Y este martes volvió a la carga contra otro "millonario poderoso que se aprovecha de la gente", como lo describió el portavoz parlamentario de Podemos, Pablo Echenique.
El ala morada del Ejecutivo ha elevado la palabra "millonario" a la categoría de insulto nacional. Es uno de los daños colaterales que dejará en herencia esta coalición. Y no porque lo prediquen Echenique o Belarra, que va en su ADN de 'izquierda pura', sino porque el presidente del Gobierno, un socialista que aparentaba moderación, ha hecho suya la tesis más radical.
Casi todos los altos cargos de este Gobierno que sientan cátedra no han hecho otra cosa en su vida que sentar cátedra
“No se puede estar reclamando sacrificios salariales a los de abajo mientras hay un festín para los de arriba”, denunciaba recientemente Pedro Sánchez en un mitin. “La patria no es solo hacer patrimonio, es ayudar a tu país”, le espetó hace unos días al presidente de Ferrovial, Rafael del Pino, a costa de la 'fuga' a Países Bajos.
A un emprendedor de sangre caliente como Juan Roig debe costarle horrores mantener frías las arterias al escuchar tales diatribas. El dueño de Mercadona, que no tenía reparos en admitir que su web era "una mierda", quien ponía como ejemplo a "los chinos", ha aprendido a morderse la lengua. A soportar el sambenito de villano que le han colgado los mismos políticos que alabaron el papel de la distribución durante los días duros de la pandemia.
Las cuentas de Mercadona
Este martes, en el polígono de Tabernes donde comparece anualmente ante la prensa, apenas entró al trapo. El dueño de Mercadona se limitó a afirmar que su deseo es que todas las empresas tengan su sede en España. Incluidas Google y Ferrovial. Afirmó también que respeta pero no comparte las afirmaciones encendidas contra los millonarios, procedentes del Consejo de Ministros. Y poco más.
Ahora bien, el empresario que da trabajo a 95.000 personas en España tuvo que detenerse un buen rato a explicar para qué sirven los beneficios empresariales. Verlo para creerlo: todo un magnate como Roig justificando por qué es bueno para un país que los empresarios ganen dinero. Lo hizo con un vocabulario escueto y sencillo. Parecía más un profe en el aula que en un asiduo de la 'lista Forbes', dirigiéndose a 70 periodistas acreditados.
El ala morada del Ejecutivo ha elevado la palabra "millonario" a la categoría de insulto nacional. Es uno de los daños colaterales que dejará en herencia esta coalición
"¿Tener beneficios es bueno o malo?", se preguntó en voz alta Roig. "Tener beneficios es indispensable, pero si es tu único propósito no es saludable", se contestó a sí mismo. Y remató con lo importante: "Si no hay beneficio, no se puede reinvertir. Por eso es imprescindible y necesario generarlos, para que funcionen el resto de componentes, para poder pagar más impuestos. El bienestar de la sociedad dependerá del número de empresarios honrados que exista". Él mismo enumeró esos "componentes". Se cuentan con una mano: "clientes, trabajadores, proveedores, la sociedad y el capital".
Una vez lanzado el mensaje, se replegó. Lo más parecido a una lección que salió de su boca fue esta frase: "La creatividad nace de la angustia". Creatividad es lo que Mercadona y tantas empresas familiares -grandes y pequeñas- han tenido que aplicar durante una pandemia que devino en guerra. Podían tomar nota quienes llevan toda la legislatura sentando cátedra y se han limitado a combatir la crisis apretando y amenazando a quienes generan empleo y riqueza.
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