Participó Rosa María Mateo hace unas horas en la reunión anual del DG7, que es el organismo que incluye a las 'grandes televisiones públicas europeas'. Lo hizo por el método de la videoconferencia, es decir, el que se ha impuesto para los negocios y las comunicaciones familiares durante estas semanas de cuarentena, en las que tan habitual se ha vuelto ese horrible plano contra-picado que en el cine transmite poder y grandeza, pero que, en la realidad, revela la dimensión de la papada, creciente en este período de inactividad.
La intervención de Mateo en la reunión podría ser considerada anecdótica, pero no es así, pues revela uno de los grandes dramas de este país, y es el escaso rubor con el que los partidos y sus delfines manejan las instituciones a su antojo. Por eso produce cierta sorpresa la candidez de todos aquellos que afirman que la declaración del estado de alarma ha supuesto el secuestro del país por parte del Gobierno, pues realmente ha habido tradicionalmente una ley universal en España por la que los ganadores de las elecciones se han repartido lo público a su antojo, como un botín. El cuidado a la red clientelar que rodea a los partidos -empresarial, política e ideológica- ha estado por encima del interés general. Y, por supuesto, de la meritocracia.
Todo esto viene a cuento porque no hace dos semanas que el PSOE y Podemos rechazaron la comparecencia de Rosa María Mateo en las Cortes Generales, lo que, entre otras cosas, habría permitido a los españoles saber el criterio con el que se ha gestionado la crisis del coronavirus en la casa, donde ha habido 200 infectados. O preguntar el porqué eran necesarios los 50 contratos que se han adjudicado durante estos dos meses. O abundar en los motivos de la crisis de audiencia de la corporación, que hizo que La 1 cerrara 2019 con el peor dato de su historia y los telediarios hayan estado orillados por los de las cadenas privadas durante marzo y abril, cuando los ciudadanos, confinados, han permanecido una buena parte de su tiempo delante del televisor.
El motivo con el que los partidos del Gobierno justificaron su negativa es que Mateo tiene 78 años y, por tanto, está considerada como 'población de riesgo', lo que convierte en una imprudencia su asistencia al Congreso de los Diputados. La oposición pidió entonces que compareciera por videoconferencia, pero tampoco valoraron esa opción.
Una situación difícil de empeorar
Circula desde hace un tiempo un bulo por WhatsApp que advierte de que Podemos tiene 5 consejeros en RTVE, el PSOE, 4; y el PNV, 1, y que, por tanto, manejan a su antojo la corporación. La situación es todavía peor, pues en la radio-televisión pública se vive desde hace casi dos años en un 'estado de excepción' en el que Rosa María Mateo ejerce de administradora única y ni siquiera existe un Consejo de Administración que ejerza de filtro ante las decisiones que tome y las contrataciones que decida.
Lo lógico en esta circunstancia es que compareciera de forma periódica en el Parlamento para dar cuentas de su gestión o incluso que convocara a los medios de comunicación para ofrecer de primera mano información al respecto. Ni la una, ni la otra. Y ojo, Mateo no dispara salvas. Maneja un presupuesto anual de 1.000 millones de euros.
Como el coronavirus ha provocado que la atención mediática se centre casi exclusivamente en la pandemia, quizá no muchos se acuerden de que la sustitución de Mateo está pendiente de un trámite parlamentario que podría resolverse por la vía rápida, si es que hubiera voluntad política.
Es un concurso público que lleva paralizado más de un año y que debería servir para elegir al próximo Consejo de RTVE, incluido a su presidente. Es cierto que el proceso fue un desastre y que los partidos aprovecharon para situar entre los candidatos a sus propios delfines, lo que pervertía la idea inicial del proceso, que era la de despolitizar la corporación. Sin embargo, no es menos verdad que la ley se modificó para que la cúpula de la televisión pública se seleccionara a partir de ahora por esta vía; y que, por tanto, debería respetarse la normativa vigente.
La democracia, según Sánchez
El primero que no lo hizo fue Pedro Sánchez, quien el pasado verano reconoció en el off the record de una entrevista en RTVE que el proceso había sido un desastre y que, por tanto, lo ideal sería elegir a un presidente por consenso.
Pocas semanas después, Moncloa se sacó de la chistera el nombre de Enric Hernández, exdirector de El Periódico de Catalunya, de línea cercana al PSC. Lo situó como responsable de todos los contenidos informativos de RTVE por el método del dedazo, pese al rechazo que provocó en Torrespaña su nombramiento.
Cuentan fuentes internas que su poder ha aumentado durante las últimas semanas, hasta el punto de ejercer casi más poder que el de la propia Mateo, cuando su nombre ni siquiera fue sometido a votación en el Parlamento.
Moncloa ha paralizado el relevo de Mateo porque esta situación le conviene; y le ha ayudado a eludir sus obligaciones parlamentarias porque en el Gobierno sabe que, cada vez que comparece, sube el pan
Moncloa ha paralizado el relevo de Mateo porque esta situación le conviene; y le ha ayudado a eludir sus obligaciones parlamentarias porque en el Gobierno sabe que, cada vez que comparece, sube el pan. Entre otras cosas, porque hay muchos aspectos de su gestión que son indefendibles. Desde la audiencia hasta su opacidad, pasando por el buen trato que se dispensa a algunas productoras, que parecen tener más poder sobre la configuración de la parrilla de programación que el propio director de TVE.
El nepotismo interno es tal que, hasta hace pocos días, RTVE mantenía conversaciones abiertas con Discovery para la compra de los Juegos Olímpicos de Tokio, pese a que se habían aplazado hasta 2021. Pero hubo alguna directiva que se empeñó en colgarse la medalla de la adquisición de la cita olímpica para alardear de su apoyo al deporte español. Así funcionan las cosas ahí dentro.
Parálisis permanente
Contaban este jueves por la mañana dos miembros de la Comisión Mixta para el Control Parlamentario de RTVE que el proceso para sustituir a Mateo está totalmente paralizado y que desde la presidencia de la Mesa se les ha transmitido que no se prevé que el proceso se reanude hasta que se levante el estado de alarma. Esta misma semana, la Comisión Constitucional del Congreso ratificaba el nombramiento de Gabriela Cañas como presidenta de la Agencia EFE, pues ya se sabe que, si hay voluntad, cualquier trámite voluntario puede salir adelante.
En el caso de RTVE no la hay, puesto que, pese a que cada vez menos españoles sintonizan sus canales, en Ferraz y en Moncloa se sigue considerando como un bien de interés estratégico. Nunca se sabe cuándo sus propagandistas van a necesitar un favor. Interesó vender fiesta en los balcones cuando España registraba 800 muertos al día y, ahora, las bondades del plan de 'desescalada'. ¿Imaginan qué hubiera pasado si TVE hubiera actuado de forma independiente?
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