Se acude a Ferraz para expresar la repulsa a ese acto de traición y ruptura que supone la ley de amnistía pactada con la propia mugre delincuencial golpista. Una movilización consciente de la gravedad de la situación que atraviesa España en defensa de la unidad y un futuro de libertades donde no se persigan a jueces, ni a disidentes climáticos. En Ferraz se han dicho más verdades sobre España y el PSOE que en toda la prensa los últimos años por ese pueblo, al que desprecian, y creen que no entienden más que del recibo de la luz.
A Ferraz van los distintos, los jubilados, los mayores de la boomer-waffen, como brillantemente los jóvenes patriotas les apodan; demócratas, solitarios, postadolescentes, hombres y mujeres, los amigos, algún joseantoniano; ancianos, familias, homosexuales, un gato; trabajadores, estudiantes; los que van a ligar, los cayetanos, los carlistas, los padres de familia, Ortega Smith, poetas, vecinos e increíblemente algunos católicos. Al parecer existen en este país, cuya cultura, Historia e identidad está ligada al crecimiento y esplendor de la civilización occidental cristiana. Pero no contentos con existir en España, ahora los católicos pretenden ser visibles fuera de las catacumbas, a donde quieren enviar a toda expresión de fe cristiana fuera del folclore. Enviar al ostracismo la fe en algo verdadero, no climático. Como si no tuviesen miedo ni vergüenza de ser señalados por carcas amargados en su nihilismo progresista que ha destrozado a varias generaciones alejándolas de toda verdad. Ahora en Ferraz hay un espontáneo pueblo español, valiente, sin complejos y sin miedos que dice en público ser católico y rezar en la puerta de una iglesia. Inaudito. Revolucionario y fresco para las generaciones víctimas de la educación mediática socialista anticatólica de los últimos 40 años.
Ahora en Ferraz hay un espontáneo pueblo español, valiente, sin complejos y sin miedos que dice en público ser católico y rezar en la puerta de una iglesia
Con más antidisturbios en la sede central del PSOE que en toda la frontera, en ese clima de desconcierto, por la hostilidad y la agresión desproporcionada de la policía, a la que defendieron los mismos manifestantes el 1 de octubre. Con esa sensación de miedo por detenciones injustas, aporreados y acusados de violentos, pero sobre todo por la impotencia y frustración de sentirte traicionado y abandonado, como siempre se ha encontrado el español preocupado por la defensa de España. En medio de ese desorden, humillación y soledad, en la esquina de la calle Ferraz con Marqués de Urquijo, hay una iglesia, el Santuario del Inmaculado Corazón de María. Fue algo casi inevitable que a los pocos días de estar allí, unas chicas católicas se les ocurriese rezar el rosario por la unidad de España media hora antes del inicio de cada concentración.
Nunca ha estado mezclada la convocatoria política con la religiosa. Quizá la oración haya tenido mayor seguimiento algunas noches que la protesta. Nunca se ha hecho contra nadie. Siempre se ha celebrado por unos pocos a una hora distinta y en una esquina fuera de la primera línea. Pero ha recibido todo tipo de insultos, burlas y desprecios por parte de los medios. Y ahora con este nuevo régimen frentepopulista, el Gobierno amnistiado comienza su represión impune contra un blanco fácil, los católicos en Ferraz.
Quizá la oración haya tenido mayor seguimiento algunas noches que la protesta. Nunca se ha hecho contra nadie
El delegado del Gobierno del PSOE, Francisco Martín Aguirre, ha prohibido su celebración en una más que posible vulneración del derecho fundamental a la libertad religiosa. La policía detuvo la noche del lunes a una mujer mayor inofensiva por rezar en Ferraz. El admirable joven Andrés, quien dirige el rezo cada día, ha sido filiado por la policía y finalmente detenido anoche por organizarlo. Se utiliza el miedo y el amedrentamiento con el uso de la fuerza del Estado contra gente pacífica e indefensa para reprimir el rezo católico.
No miren a otro lado, los siguientes serán ustedes, que callaron por no compartir lo que buenamente intentaron otros para reivindicar de buena fe la libertad, la unión y su existencia. No todo el mundo lo entiende. Un católico cuando desea algo de corazón no destruye, no impone, no acude a poderes corruptos. Un cristiano reza.
Esta es la ofensa imperdonable, la fe en algo verdadero y superior que libera a quien cree de caer en el vacío posmoderno que les somete a ideologías y no a valores. A modas que identifican libertad con dinero o soledad, cuando no hay peor cárcel que la vida sin amor verdadero. Nada libera más al hombre y su espíritu que comprometerse con ello.
Pero hay algo innegable en las protestas en Ferraz y en el respeto de todos, creyentes o no, a la oración al Rosario. La conciencia de estar allí por una causa que nos trasciende, España, que no es política, sino existencial de una civilización y unos valores que han conformado nuestra cultura mil años. Esto es lo que está en peligro bajo este régimen en el que los contravalores de nuestra cultura son la ley, y no una Constitución agotada que lo ampara. Por eso quieren acabar con el Rosario y todo lo que perciban como libre o protesta nacional.
Gente muy joven y muy mayor se encuentran en Ferraz cada tarde al pie de una iglesia que los rechaza y desampara, rodeados de desconocidos, pero con la sensación de estar finalmente en casa, reunidos en Su nombre.
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