Sucede que este país es demasiado pequeño. Tal es así que, por voluntad, por desidia o por infortunio, le cuesta mucho escapar de sus demonios. Hay en su estrato medio-alto un grupo de 'acomodados' que está formado, entre otros, por los que se juntaron a un árbol de buena sombra, por los que saben demasiado o por los que hicieron un favor en un momento especialmente sensible. A unos cuantos no se les conoce otro mérito, pese a que tienen encomendada la gestión de cientos de millones de euros. Si la política abandonara las instituciones en las que no le corresponde estar, varios de estos 'próceres' lo pasarían mal. El asunto, cómo no, afecta a la televisión pública.
José Antonio Sánchez presidió Radiotelevisión Española durante casi cuatro años sin ocasionar excesivos enfados en el Ejecutivo. Algo que debería avergonzar a cualquiera que se ponga al frente de un medio de comunicación, máxime en un momento histórico en el que los gobernantes se caracterizan más por el desatino que por atraer la prosperidad. Mientras Sánchez dirigía 'el ente', doña Carmen Martínez Castro, procedente de la COPE, pilotaba la Secretaría de Estado de Comunicación. No han pasado cinco meses desde que prosperara la moción de censura multicolor y Fernando Giménez Barriocanal -jefe de los medios de la Iglesia y custodio de las cuentas de las diócesis- ha reclutado como consejero al bueno de Sánchez. Trío de ases.
Tal y como adelantó Vertele, la Oficina de Conflictos de Interés, dependiente del Ministerio de Hacienda, no apreció ninguna incompatibilidad en el hecho de que Sánchez vaya a formar parte del Consejo de Gobierno de una empresa, pese a que tan sólo hace unas semanas que dejó de ser el máximo representante de una corporación pública. La ley 3/2015 es clara a este respecto, en su artículo 15.1: “Los altos cargos, durante los dos años siguientes a la fecha de su cese, no podrán prestar servicios en entidades privadas que hayan resultado afectadas por decisiones en las que hayan participado”. Por alguna razón, la Administración consideró que Sánchez no se encontraba en este supuesto.
El problema es que este país es muy pequeño y el grupo de ‘acomodados’, todavía más. Y se da la circunstancia de que la Conferencia Episcopal explota el canal 13 TV (Trece) en la TDT, entre cuyos accionistas se encuentra Video Mercury Films, la productora de Enrique Cerezo y la poseedora de los derechos de una buena parte del catálogo histórico de cine patrio. La misma que recibió varios millones de euros de RTVE mientras Sánchez la lideraba, dentro del proyecto Historia del cine español. La Oficina de Conflictos de Interés no apreció ninguna anomalía en esta sucesión de casualidades, entre otras cosas, porque los acuerdos que se suscribieron durante el mandato de Sánchez estaban firmados por los departamentos Corporativo y Comercial, y no por el presidente de Radiotelevisión Española. Desde luego, no hay más ciego que el que no quiere ver.
Sánchez es de la escuela de Ansón –quien recientemente le dedicó este publirreportaje- y, por tanto, sabe que en el periodismo se vive mejor de valido en palacio que de reportero en la calle. El pasado mayo, reconoció implícitamente en el Congreso que su nombre aparece en los Papeles de Bárcenas como el supuesto receptor de unos cuantos miles de pesetas en la década de 1990, cuando trabajaba de cronista parlamentario en el periódico ABC. A partir de ahí, fue director general de RTVE con José María Aznar en Moncloa; máximo responsable de Telemadrid con Esperanza Aguirre e Ignacio González en la Puerta del Sol; y presidente de la televisión pública estatal desde finales de 2014, cuando en la calle Génova se les ocurrió la idea de girar los informativos hacia la derecha. A partir de ahora, formará parte del Consejo de Administración de COPE, por obra y gracia de Giménez Barriocanal, ese asesor de comunicación del Papa, tan hábil entre bambalinas como discreto en sus apariciones públicas.
Los 'acomodados'
La labbor de gestión de directivos del perfil de Sánchez explica la nefasta situación en la que se encuentra RTVE, tocada y casi hundida tras unas cuantas décadas de control partidista. Sus antecesores no estuvieron más lejos de Moncloa, Ferraz y/o Génova; y su sucesor no escapará al control partidista, a tenor de cómo se está desarrollando el bochornoso concurso público que servirá para elegir al nuevo Consejo de Administración de la corporación.
La pelota de este proceso está actualmente en manos de un Comité de Expertos que se encargará de seleccionar –al menos- 20 nombres de entre los 99 candidatos que aspiran a ocupar los 10 asientos del órgano de gobierno de RTVE. Entre los aspirantes con más opciones, se encuentran viejos rockeros de la casa que son de sobra conocidos por haber defendido en el campo de batalla a los partidos mayoritarios. También hay algún tapado que han ‘colocado’ las grandes productoras de este país, expertas en guerra sucia cuando se trata de defender sus contratos. En el Comité de Sabios también se encuentra algún ilustre que también sirvió en las filas de unos y otros. La sensación de que todo es una pantomima y de que el resultado estará viciado crece a cada día que pasa.
Personajes como Sánchez explican la nefasta situación en la que se encuentra RTVE, tocada y casi hundida tras unas cuantas décadas de control partidista.
Mientras este proceso se resuelve, Rosa María Mateo pilota el barco de RTVE. Su sucesor recibió fundadas críticas por confesar en el parlamento que es votante del PP. Los mismos que pusieron el grito en el cielo por esa boutade, callan ante la evidencia de que Mateo se puso la camiseta de Rubalcaba en las elecciones generales de 2011. También ante la inoportunidad de los diversos cambios que se han realizado en RTVE durante su mandato, que es provisional. Pero, ya se sabe, este país es especialista en hacer la vista gorda con los ‘acomodados’, procedan de donde procedan. Y en Torrespaña hay unos cuantos que renunciaron a la independencia por un pesebre.
Desde luego, una televisión pública transparente e independiente ayudaría a tener una España más fuerte y más protegida ante los cantos de sirena de los oportunistas. Sería un servicio público de gran valor. Pero ya lo decía Valle Inclán, somos especialistas en transformar los grandes conceptos en un cuento de beatas costureras. Que el interés general no se interponga en nuestros planes. Pues eso.
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