Luis Rubiales no va a dimitir. Pedro Sánchez, si se atreve y cumple las amenazas televisadas del ínclito responsable del Deporte de su Gobierno, Miquel Iceta, tendrá que echarle. Rubiales y todo su equipo de comunicación –que es amplio y muy bien pagado- hicieron creer en la noche del jueves que 'Rubi' era un cadáver. Que había tirado la toalla. Y que, incluso, en su caída arrastraría a Vilda, el seleccionador que hizo campeona del Mundo a una selección boicoteada desde dentro por sus 15 mejores jugadoras. Qué poco conocen a Rubiales…
En una asamblea convocada a mayor gloria del presidente de la Real Federación –los ruegos y preguntas fueron solo dos para darle las gracias y ponerle por encima de Sánchez y Feijóo, curioso-, Rubiales adoptó su estrategia más reconocible: la huida hacia adelante. No solo no pidió disculpas “por un pico libre, voluntario y consentido”, sino que anunció acciones legales contra medio Gobierno, denunció “cinco años de cacería” y desveló la pronta renovación de Vilda por cuatro años más y medio millón de euros.
Sánchez se ha encontrado con la horma de su zapato. Es un enemigo formidable para el presidente del Gobierno porque juega con sus mismas reglas: ninguna, y tiene de cabecera el mismo libro que Pedro Sánchez: su Manual de Resistencia, no ceder nunca por mucho que destapen de ti.
Rubiales y sus escándalos
No en vano, Rubiales está denunciado por un supuesto viaje pagado a cargo de la Federación con una amiga mexicana; unos audios vergonzantes con Piqué, capitán del Barça en ejercicio, le muestran celebrando los negocios conjuntos con la Supercopa en Arabia; tiene en su seno el mayor escándalo del arbitraje con los pagos del Barcelona durante años al vicepresidente de los árbitros, dependiente de su Federación… Si alguien pensaba que iba a irse por una agarrada del paquete en pleno palco y un beso en los labios que él insiste en ser consentido, pese a que la protagonista involuntaria lo niega, estábamos muy equivocados.
Rubiales solo ha pedido perdón por la grosería del palco. Por mucha efusividad y mucho mensaje que le quisiera mandar a Vilda –“hemos sufrido mucho”- su gesto ante la Reina, la Infanta y el resto de autoridades no tiene un pase. Solo eso ya habría bastado para presentar la dimisión del más alto representante del fútbol español.
Si alguien pensaba que iba a irse por una agarrada del paquete en pleno palco y un beso en los labios que él insiste en ser consentido, estábamos muy equivocados
El ‘pico’ –insiste en llamarlo así- a Jennifer Hermoso “con el mismo grado de deseo que el que le daría a mis hijas” fue el colofón a un paseo por el campo con algunas de las seleccionadas cargadas al hombro. Hermoso había sido ambigua hasta horas después de la Asamblea en la que Rubiales sacó a relucir su lado más desafiante. Junto al resto de campeonas y varias decenas de futbolistas más, ha negado que fuera consentido y ha anunciado su retirada de la Selección hasta que Rubiales y sus directivos abandonen.
Pero Rubiales, que durante años ha sido favorecido por este Gobierno que miraba para otro lado pese a las revelaciones periodísticas -porque era el "contrapeso" a Tebas, el 'enemigo ultraderechista' al frente de la Liga de Fútbol Profesional-, decidió que iba a plantar cara cuando, al aterrizar en España desde Australia se encontró de sopetón a toda la artillería mediática. Se sintió traicionado por las tertulianas gubernamentales que en la vida han visto un partido de la Liga Iberdrola exigiendo a Sánchez Galán retirar el patrocinio –el mismo que lleva impulsando ese deporte cuando se jugaba en campos vacíos de apenas mil entradas-. Cuando vio a Iceta –ese gran deportista- amenazando con tomar medidas desde el CSD. A las mismas ministras que antaño callaban y silenciaban sus escándalos, ¿verdad Yolanda o Irene?, pedir ahora su cabeza en la plaza pública…
Rubiales no está dispuesto a abandonar los más de 600.000 euros al año –y tres mil al mes para vivienda, que tiene guasa- sin pelearlos. Si Sánchez y su gente quieren guerra, la van a tener
Y a Rubiales le salió el farruco que siempre ha llevado dentro. El mismo que se presentaba como una víctima y avisaba –cuando los escándalos y los audios le cercaban el año pasado- de que le iban a “meter cocaína en el maletero”. Y anunció que no pensaba dimitir, y que si Pedro Sánchez quiere quitárselo ahora de en medio –el mismo Pedro Sánchez al que recurría vía mensajes de wasap privado para pedirle árnica cuando maniobraban desde la Liga en su contra- tendrá que cumplir sus bravatas y tendrá que echarlo él. El CSD y la Fiscalía deberán emplearse a fondo.
En la familia Rubiales ya saben lo que es enfrentarse al PSOE después de años de buen entendimiento. Su padre, también llamado Luis Rubiales, fue 8 años alcalde de Motril y delegado de Empleo de la Junta… en la época de los ERE. De hecho, le abrieron un proceso en pieza separada por presunta prevaricación y acabó yéndose del PSOE –en el partido dicen que lo echaron- y terminó en una formación andalucista antes de dejar la política previo paso por algún mitin de Podemos, del que hay testimonio gráfico.
Los Rubiales, por tanto, son duros de pelar. Y Luis, ‘Rubi’, no está dispuesto a abandonar los más de 600.000 euros al año –más tres mil al mes para vivienda, que tiene guasa- sin pelearlos. Si Sánchez y su gente quieren guerra, la van a tener, es el mensaje del entorno del presidente de la Real Federación Española de Fútbol que, en la semana que debería estar festejándose el Mundial femenino, está dedicada a una guerra sin cuartel por un nuevo caso de exceso físico y verbal de su presidente y por las ganas de sangre de una gran parte de la prensa y la política de este país que echa el resto contra los machistas mientras mira sin pudor para otro lado con los independentistas, los corruptos o los amigos de los terroristas.
Postdata: el mismo día que la Selección Femenina de Fútbol se proclamaba campeona, otra mujer española ganaba el oro en los 20 kms marcha en los Mundiales de Atletismo de Budapest. Tan poco fue su eco y el empoderamiento que, en un hito casi sin precedentes, cuatro días después ganaba otro oro, esta vez en los 35 kms. Y solo pedía “un poco de cariño”. Se llama María Pérez. Por si alguna exministra o tertuliana quiere felicitarla, aunque el único beso que hubo fue el de Álvaro Martín, que ganó los dos oros en categoría masculina.
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