Es muy conocida la anécdota de Joaquín Miranda, banderillero de Juan Belmonte, cuando, acabada la guerra civil, y tras una meteórica carrera política, fue nombrado gobernador civil de Huelva. En una ocasión en la que asistió a un festival benéfico en la ciudad, alguien le preguntó al maestro si era verdad que el señor gobernador había formado parte de su cuadrilla. Belmonte, lacónico, asintió, . Su interlocutor, sin desfallecer, volvió al ataque: “Don Juan y cómo se puede llegar de banderillero a gobernador tan rápido?” A lo que el Pasmo de Triana contestó respondió: “¿Cómo va a ser?, de… endegenerando, de endegenerando”.
No es que en ERC haya mucho margen para degenerar a la hora de escoger candidatos, ya que, teniendo en cuenta el punto de partida de muchos de ellos, cualquier cargo electo es una mejora considerable, pero sí cierta actitud por parte de la organización cuando decidió nombrar como cabeza de lista para las elecciones generales al chaval de Súmate, la plataforma de los “castellanos” del partido, que no tenía más experiencia laboral que un trabajo donde lo habían despedido por absentismo. Os vamos a mandar lo más parecido que hemos encontrado en nuestras filas a vosotros, españoles, debieron pensar los figuras. Y además, quién querría irse a Madrid cuando podemos estar invocando a la republiqueta en los aquelarres de la tribu, con lo bien que nos lo pasamos en la Plaza de Vic.
Pues resultó que Gabriel Rufián, más listo que todos ellos, sí quiso irse a Madrid y supo sacarle todo el jugo al asunto, al principio sin ser decisivo, pero esperando su momento mientras daba espectáculo: hoy me llevo una fotocopiadora, mañana me pongo una camiseta, y mientras tanto escribo un tuit.
Una cosa es mandarte a Madrid porque nosotros no iríamos a semejante ciudad opresora ni obligados y otra que lo disfrutes
Ya con Sánchez a su merced, el poder de Rufián en las Cortes ha sido el mayor que ha tenido Esquerra desde la transición. Ahí estaba él, feliz personal y profesionalmente en la capital de su país, que bien sabe él que es España, mandando en las reuniones, vendiendo caros sus votos y decidiendo. Demasiada felicidad era esa. Una cosa es mandarte a Madrid porque nosotros no iríamos a semejante ciudad opresora ni obligados y otra que lo disfrutes, debieron pensar los pata negra de la ejecutiva. Y ayer se consumó la tragedia. En las fotos, un Junqueras con una sonrisa de satisfacción disimulada a duras penas flanqueaba a un Rufián cuya desolación era evidente. Tanto, que movía a compasión hasta a almas tan duras como la mía.
Tres concejales tienen los de Aragonés en Santa Coloma, ciudad del cinturón rojo de Barcelona en la que gobierna el PSC con mayoría absoluta. Rufián es consciente de que en su ciudad natal el independentismo les resbala a sus vecinos como el agua por un pato. Especialmente cuando no lo pueden utilizar, tal es el caso, como palanca de progreso económico personal. Por eso, en una alocución a la desesperada que no mejorarían los trileros que ejercían sobre los incautos sus artes hipnóticas con las bolitas en las Ramblas, presentó su candidatura diciendo que lo podían votar los del PSC, los de Junts y los de Esquerra, porque independentista sí pero no independentista también, señora, no pierda de vista la bolita, que donde me diga ahí que la tengo.
e pueden votar los que se emocionan con nuestro símbolos y los que pasan de ellos, los que creen en la república y los que no, porque aquí lo importante es que parezca que voy a hacer campaña para llegar a la alcaldía, que me está mirando el jefe, cuando en realidad lo que quiero es perder para seguir en Madrid cobrando mis más de 9.000 euros al mes. Porque esa es otra, Rufián ya ha dicho que se presenta a las municipales pero no deja su escaño en Madrid, que ya si eso coge el Ave de las siete y llega a todo como buen superhéroe de buscarse la vida que es.
Dan ganas de llamar a los conocidos en Santa Coloma para pedirles que le voten, aunque solo sea para que tenga que dejar su fantástica etapa madrileña y volver a la vida real, pero luego me da pena y espero que pierda, para que siga encantado ramoneando y dando espectáculo por la Plaza de las Cortes. Eso sí, Rufián, tienes que practicar más, las moquetas te han ablandado y has perdido habilidad. Sabemos en todo momento donde has puesto la bolita.
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