El problema de los malintencionados es que suelen vociferar lo que les interesa y callar sobre todo aquello que les perjudica. Fue hace unos años cuando varios periodistas pidieron amparo ante la Asociación de la Prensa de Madrid por el maltrato al que les sometían varios altos cargos de Podemos. Una de las denunciantes mostró un mensaje que decía: “Como publiques eso, te vas a enterar”.
La jefa de prensa en el Congreso de la formación morada ha rubricado este miércoles un escrito, que se ha elevado a la Secretaría General de la Cámara, en el que se pide el restablecimiento del “buen funcionamiento de las ruedas de prensa (...), sin poner en riesgo la libertad de información y el buen clima que siempre ha existido”. Lo hacen porque recientemente han sido acreditados algunos periodistas a quienes consideran de extrema derecha y a quienes han decidido ignorar. ¿Preguntan? No se les responde.
En otras palabras: no quieren que determinados reporteros pisen la sala de comparecencias. Seamos claros.
El texto también lo firma -junto a los 'socios de investidura'- la responsable del PSOE, es decir, del partido comandado por Pedro Sánchez, quien durante el primer estado de alarma estableció múltiples restricciones a los periodistas que les impidieron realizar su trabajo con normalidad. Entre otras cosas, fue casi imposible que re-preguntaran durante las ruedas de prensa presidenciales. Podían interesarse por los fallecidos en las residencias de ancianos y Sánchez responderles que ese día hacía sol, que no tenían la oportunidad de volver a intervenir.
Gabriel Rufián y los periodistas
¿Y qué ha ocurrido esta vez para que los jefes de prensa se indignen de esta forma? O, mejor dicho, ¿qué sucede para que los partidos utilicen a los directores de comunicación como ariete? Lo más reciente es que un periodista de 7 Noticias, llamado Josué Cárdenas, preguntó este martes a Gabriel Rufián lo siguiente: ¿Cómo valora la querella contra el consejero de Educación de la Generalidad de Cataluña que no quiere cumplir ese 25% de español en las escuelas? ¿Y cómo valora las palabras del Rey llamando a los jueces para hacer cumplir la ley en Cataluña?".
La respuesta del diputado fue: “Seguro que sabe decir Schwarzenegger y seguro que sabe decir Generalitat también. No participamos de burbujas mediáticas de la ultraderecha”.
Vista la negativa del portavoz de ERC, el periodista Javier Negre le repitió la pregunta y Rufián hizo lo propio con la respuesta. De hecho, durante casi tres minutos se reprodujo un diálogo de besugos que terminó siempre de la misma forma.
Las preguntas eran legítimas e interesantes; y se pronunciaron con respeto. El problema reside en la mente de Rufián, que busca ultras entre el público, cuando a quien podría asignarse ese calificativo es a él. Lo mismo sucede con Pablo Echenique, quien adoptó el mismo comportamiento en la sala de prensa muy recientemente.
También resulta curioso que quienes basan una parte de su acción política en la agitación acusen de provocadores a estos periodistas. Sin ir más lejos, mientras se producían disturbios hace unos meses tras la condena al rapero Pablo Hásel, el portavoz de Podemos escribió: “Todo mi apoyo a los jóvenes antifascistas que están pidiendo justicia y libertad de expresión en las calles”. ¿Y hace falta exponer ejemplos sobre la actitud de Rufián ante las manifestaciones violentas en Barcelona?
Rufián y compañía no pretenden frenar a la ultraderecha ni desinflar ninguna burbuja mediática, sino restar legitimidad a los críticos. Es lo que el poder ha hecho con la prensa desde que se imprimió la primera página de un periódico; y es la actitud que han mantenido los autoritarios desde que se estableció la primera estructura de poder. Un diputado no debería agrupar a los periodistas en función del medio para el que trabajan, sino responder a sus preguntas siempre que intervenga en público. Y si no debe hacerlo, por estrategia o porque el periodista ha dicho alguna estupidez, rechazar con la educación y la cortesía que se requiere para quien representa a un país en el Congreso.
Lo peor es que, quienes criticaban -con razón- que Vox vetara a los periodistas de Prisa en sus actos electorales hoy callarán o defenderán el escrito de los jefes de prensa. Por eso la española es una democracia endeble y muchos de los argumentos sobre los que se sostiene, ridículos. Porque la defensa de los derechos sólo se realiza cuando 'el contrario' amenaza con patrimonializarlos.
Sería estupendo que la prensa afín a los partidos que firman el escrito -PSOE, quién te ha visto y quién te ve- se opusiera a ese burdo intento de echar a algunos periodistas críticos del Congreso. Pero seguramente no lo hará, con una actitud similar a la de esa derecha que vitupera a los lanzadores de bulos tuiteros que escriben con el mero fin de destruir y confundir; y cuyas 'hazañas' son reproducidas por los libelos digitales más lamentables. Una buena parte del periodismo español ha copiado las peores manías de diputados como Rufián y 'apparatchik' como los que firman el escrito. Una pena.
Por cierto, que Rufián opta al premio al mejor orador del año en el Parlamento, entregado por la Asociación de Periodistas Parlamentarios. ¿Será por cosas como la de este miércoles? Suena a chiste.
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