Opinión

Si Rufián fuera ministro de España

No, por favor, señor Rodriguez Zapatero. Sus consejos, para Venezuela. Allí peor no van a estar

Yo no sé si, como dicen algunos podemólogos, el padre de la criatura que dirige por lo bajo a Pablo Manuel Iglesias, el de la tarjeta con guarrerías sexuales, es José Luis Rodríguez Zapatero. Y tampoco sé si ahora mismo se dedica a la política, a la mediación o a blanquear el alma oscura y cruel de Maduro, las Delcys y los Diosdados bolivarianos. Y de paso llamarnos ignorantes a los demás porque  no nos enteramos de lo que pasa allí. Debe ser falsa la falta de alimentos, de medicinas, de libertad de prensa, de movimientos, de elecciones, de garantías jurídicas. 

Yo no sé casi nada del pensamiento (?) de un señor que llegó a la secretaría general del PSOE porque Alfonso Guerra lo señaló con tal de que no fuera Pepe Bono, y que, tiempo después, llegó a la presidencia por una mezcla atroz entre el atentado del 11M y la inepcia política de un José María Aznar, empeñado en apoyar la guerra de Irak con aquel argumento indecente y falaz  de las armas de destrucción masiva. 

Zapatero, más cerca de Podemos 

No sé de su pensamiento, aunque sí del de Juan Carlos Monedero, el padre ideológico de Unidas Podemos, y creo que hoy por hoy los dos dicen lo mismo. Yo no sé, ya digo, a qué dedica el tiempo libre este falso jarrón chino, que sólo tiene el predicamento de la oficialidad venezolana y el de un sector de Podemos. Sé, eso sí, que cada vez que habla me cuesta reconocer  a alguien que un día perteneció al mismo PSOE de Felipe González. Lo que me hace pensar en aquella canción de Aute: Pasaba por allí.  

Casi todos los males que hoy nos fustigan tiene su origen en él. Su forma de tratar a los terroristas y a su brazo político. Su tono considerado con Otegi. Su manera de atizar e insuflar oxígeno al mundo independentista hace años residual. Su obsesión porque la izquierda llegue al poder aunque sea mediante el abrazo del oso de Iglesias a Sánchez. Su convicción enfermiza por pactar con todo tipo de nacionalismo -de derechas, de izquierdas o antisistema-, antes que con el PP. Todo le vale a un hombre que hizo gala de haber interiorizado que su país, en tanto que nación, es algo discutido y discutible. Lo dijo, y  terminó hundiendo y metiendo a España en una enorme crisis económica cuyos efectos aún duran. Y aquello sí que no es  algo discutido ni discutible. Pasó, ya lo creo que pasó.   

Un ministro antiespañol para España

De sus últimas palabras infiero que cree más en la política que en el Estado de derecho, y quizá por eso crea también más en la chapuza venezolana que en los derechos humanos, esos que los venezolanos conocen sólo por su lectura.  Ahora el desvarío de Zapatero es tan vasto que clama porque haya cuanto antes un ministro independentista en el Gobierno de España. Y de paso, y con la misma lógica, por qué no, uno apasionadamente español en el de la Generalitat. ¿O esto no, ZP? Cuestión de justa reciprocidad. 

Algo pasa con los presidentes, de forma especial con este, que desde que se dedica a trabajar para la dictadura de Maduro ha perdido todo sentido de la realidad y el sentido común, si es que lo tuvo alguna vez. No hay nada mejor para el gobierno de España que tener a un ministro que no quiera a España. ¿Está seguro de lo que dice o le gusta provocar? Ya cuesta entender qué hacen en las Cortes Españolas diputados que no prometen la Constitución y declaran importarles un higo la gobernabilidad de España. Como cuesta asumir que el Gobierno de la nación penda de la voluntad de ERC unas 23 de las 24 horas del día. 

No estaría de menos que ZP abriera un libro de Historia y se enterase que desde 1821 hasta hoy se han sentado en el Consejo de Ministros 74 catalanes. Igual le suenan apellidos como Cambó, López Rodó, Companys, Punset, Serra, Solé Tura, Majó…Y eso de que el poder en España siempre lo han detentado presidentes castellanos y andaluces, pues no sé, que hable con Rajoy, que igual nació en Madagascar. El caso de Lluís Companys es paradigmático, y dan ganas de probar, no sé, con Gabriel Rufián, por ejemplo. Ministro de Marina en 1933 y un año después ya estaba proclamando el nacimiento del Estado de Cataluña dentro de la República Federal Española.  

Negar la realidad

Que Zapatero diga que negar la realidad te hace equivocarte es algo verdaderamente alarmante, porque él es el primero que la niega y maltrata cuando habla de Venezuela. Y lo mismo cuando impulsó la reforma de un Estatuto de Cataluña que nadie la reclamaba. También, marca de la casa, se le llena la boca con llamadas al diálogo y a la democracia. Tal que Torra, un ejemplo. 

¿Se acuerdan de aquello de la Alianza de las Civilizaciones, alianza que trazó con un dirigente tan oscuro y viscoso como Recep Tayyip Erdogan? De Erdogan a Maduro. Debe ser la fuerza de la costumbre porque si no no se explica su facilidad para asociarse con lo más vomitivo del mundo. 

España se desangra haciendo frente a la amenaza de una triple crisis de la que no sabemos cómo  vamos a salir, si es que salimos. Una crisis sanitaria, otra económica y finalmente la política. No, por favor, señor Zapatero. Sus consejos, para Venezuela. Peor no van a estar, y una vez que han llegado al fondo del pozo todo será ir subiendo. Ojalá. Aquí aún nos queda un margen. Sobre todo si nadie toma en serio esto de la necesidad de tener un gobierno con ministros decididamente antiespañoles. Algo le pasa a Zapatero. A veces es una suerte que las palabras de este discutido y discutible político caigan en el corazón de una sociedad momificada, anestesiada y a punto de no creer en sí misma. Los que tenemos por costumbre leer incluso lo que no debemos, lo tenemos bien merecido. Creo que ya le están echando de menos en el Palacio de Miraflores. 

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