Opinión

Rusia y el terrorismo de Estado

Putin se está comportando en Ucrania como un criminal, eso es indiscutible, pero no está documentado que arme o financie el terrorismo internacional,

El Gobierno ucraniano ha pedido de nuevo a los países occidentales, especialmente a EEUU, que declaren oficialmente a Rusia como Estado patrocinador del terrorismo, una designación cuyo objetivo sería aislar aún más diplomática y económicamente a Rusia del resto del mundo. No es la primera vez que lo hacen. Ni la primera, ni la segunda, ni la tercera, Zelenski lleva meses pidiéndolo. La primera vez fue en abril poco más de un mes después de que Rusia emprendiera la invasión de Ucrania con el pretexto de que era una “operación militar especial” dirigida a “desnazificar el país”. Desde entonces el Gobierno ucraniano lo ha estado solicitando de forma regular, y lo cierto es que los rusos se empeñan en darles la razón. Desde marzo se suceden las atrocidades y los crímenes de guerra perpetrados por el ejército ruso contra civiles ucranianos. A menudo no son víctimas colaterales de la guerra, es decir, víctimas no buscadas, sino el objetivo principal. Son miles los civiles que han muerto a causa de ataques indiscriminados por parte de la aviación y la artillería rusas.

En el ataque sobre Vinnitsa del pasado 14 de julio murieron 23, tres de ellos niños pequeños. Vinnitsa no es una ciudad del Donbás donde los ejércitos ruso y ucraniano se enfrentan a cara de perro desde hace meses. Vinnitsa está en la Ucrania centro-oriental. Es una ciudad de unos 350.000 habitantes a sólo cien kilómetros de la frontera moldava. A las afueras de la ciudad hay una base de la fuerza aérea ucraniana, pero el ataque ruso se focalizó sobre el centro de la ciudad. Los misiles de crucero destruyeron una clínica y una sala de conciertos. No era la primera vez que los rusos atacaban Vinnitsa. En marzo dispararon misiles contra la base aérea, volaron la torre de televisión y el centro de mando de la fuerza aérea ucraniana. En todos los casos eran objetivos militares, pero esta vez fue distinto, porque fueron a por los civiles. Podríamos pensar que se trataba de un fallo, pero no, los misiles disparados, llamados 3M-54 Kaliber, son extremadamente precisos, pues están guiados por satélite. Los rusos los conocen bien porque ya los emplearon en la guerra de Siria con gran éxito.

Están documentadas torturas, asesinatos, detenciones masivas y ataques indiscriminados contra objetivos civiles. El caso más ilustrativo es la ciudad de Mariúpol

De matanzas como la de Vinnitsa sólo se puede concluir que, en tanto que no han conseguido doblegar al Gobierno ucraniano y su voluntad de resistir, el Kremlin trata de castigar a la población con el objetivo de que el miedo les paralice y terminen por aceptar la ocupación. Desde el primer momento los militares rusos han perpetrado masacres contra civiles. Están documentadas torturas, asesinatos, detenciones masivas y ataques indiscriminados contra objetivos civiles. El caso más ilustrativo es la ciudad de Mariúpol, que destruyeron a conciencia para ocuparla después.

Parece fuera de toda duda que lo que está haciendo el ejército ruso en Ucrania es terrorismo en sentido estricto. Terrorismo en nuestro idioma tiene tres acepciones: la primera y la segunda se ajustan como un guante a lo que los militares rusos están haciendo en Ucrania. La primera define terrorismo como “dominación por el terror”, la segunda como “sucesión de actos de violencia ejecutados para infundir terror”. Bombardeos como el de Vinnitsa son simple terror como fue lo de Bucha en marzo o los ataques sobre Mariúpol o Járkov a lo largo de mayo y junio.

Pero una cosa es comportarse como un terrorista y otra que otros países te designen oficialmente como tal. En EEUU hay partidarios y detractores de dar ese paso. Los partidarios creen que si el Gobierno incluye a Rusia en el listado de Estados terroristas sería un gesto de apoyo a los ucranianos, pero se quedaría en eso mismo, en simple gesto de apoyo porque la situación de Rusia es ya muy mala y es difícil que empeore más.

Lo que está pidiendo Zelenski a EEUU es que la Casa Blanca designe a Rusia como “State sponsor of terrorism” o Estado patrocinador del terrorismo. Actualmente hay cuatro países con esa condición: Irán, Siria, Cuba y Corea del Norte. Si la secretaría de Estado se decidiese a incorporar a Rusia en la lista tendría dos efectos inmediatos. El primero que habría que implementar una serie de sanciones sobre el país en cuestión. El segundo que reduciría la inmunidad soberana de los rusos ante los tribunales estadounidenses. Esto permitiría a víctimas denunciar a altos cargos, militares y miembros del Gobierno ruso y sentarles en el banquillo.

Rusia depende incluso de las importaciones de Occidente para poder seguir extrayendo y exportando gas natural tal y como vimos en junio con la turbina Siemens del Nordstream 1

Respecto a lo primero, las sanciones, Rusia ya está sobradamente sancionada por EEUU, por lo que no aportaría nada nuevo. Las sanciones que implicaría estar en esa lista serían más o menos las mismas que ya están aprobadas. Lo que muchos se preguntan desde hace meses es si esas sanciones están funcionando. Lo están haciendo sí, pero, dada su naturaleza económica, de forma muy lenta. La interrupción de las inversiones occidentales está afectando a la economía rusa y reduce su capacidad para fabricar armas. Las medidas que restringen las exportaciones limitan las importaciones de tecnología en el extranjero. La aviación es quizás el sector más afectado, pero la fabricación y reparación de automóviles y tanques también se ha vuelto muy difícil debido a la falta de piezas. Rusia depende incluso de las importaciones de Occidente para poder seguir extrayendo y exportando gas natural tal y como vimos en junio con la turbina Siemens del Nordstream 1, fabricada en Alemania y que estaba siendo reparada en Canadá.

En el caso de la inmunidad, las cosas se complicarían y hasta podría ser contraproducente para Ucrania. Incluir a Rusia en el listado de Estados terroristas permitiría a demandantes en los Estados Unidos como, por ejemplo, familiares estadounidenses de los ucranianos muertos en la guerra, presentar demandas y tratar de reclamar indemnizaciones tomadas de los cientos de miles de millones de dólares en activos y fondos rusos que han sido congelados por los reguladores estadounidenses desde el comienzo de la guerra. Esto ocasionaría que en Rusia empezasen a incautarse activos estadounidenses en el país y en la zona ocupada de Ucrania.

Aparte de los pleitos que desataría, designar a Rusia como Estado terrorista tendría implicaciones en el tercer mundo, ya que afectaría a bancos, aseguradoras y empresas que hacen negocios con Rusia, aunque no estén radicados en EEUU. Muchas de esas empresas se encargan de financiar y asegurar mercancías que van de Rusia al tercer mundo, básicamente comida. Esto afectaría de lleno a la economía rusa, pero también a los países africanos que alimentan con grano ruso. Quedarían atrapados en el fuego cruzado sin tener culpa de nada.

Rusia se ha desconectado ella sola del mundo civilizado sin necesidad de que la empujen fuera. Solo queda confiar en que las sanciones vayan poco a poco provocando el efecto buscado

Por de pronto no parece que lo vayan a hacer. El Departamento de Estado no se ha pronunciado al respecto. De los cuatro países que actualmente están en esa lista, ninguno figura ahí por crímenes de guerra, sino porque el Gobierno de EEUU considera probado que han brindado apoyo de forma repetida a organizaciones terroristas que actúan más allá de su país y afectan de forma directa o indirecta a EEUU. De Rusia no se puede decir lo mismo. Se están comportando en Ucrania como unos criminales, eso es indiscutible, pero no está documentado que armen o financien el terrorismo internacional, por lo que, de incluirlos en la lista, sería el primer Estado que entra ahí exclusivamente por crímenes de guerra, algo por desgracia demasiado común en muchos lugares del mundo. En las guerras africanas los crímenes de guerra son moneda corriente y en Yemen todos los actores implicados los han cometido.

Declarar a Rusia como Estado terrorista tendría una importancia simbólica para los ucranianos y obligaría a los países europeos a hacer lo propio, pero complicaría las cosas más de lo que ya lo están. Rusia se ha desconectado ella sola del mundo civilizado sin necesidad de que la empujen fuera. Solo queda confiar en que las sanciones vayan poco a poco provocando el efecto buscado de debilitar a Vladimir Putin y a sus cortesanos. Eso implica sanciones, pero también cortar con la dependencia energética europea que es la que, en última instancia, está financiando la invasión. También hay que apoyar a Ucrania, pero no con retórica, sino con armas, información y asesores militares. La retórica no ganará esta guerra, lo harán los ucranianos si consiguen resistir y pasar al contraataque.

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