La subida del salario mínimo y sus efectos en el empleo es el enésimo ejemplo de cómo funcionan las cosas y análisis en esta España nuestra, llena de servilismo hasta niveles nauseabundos. Frente a la búsqueda de la verdad y la contrastación de hipótesis, se impuso la mentira y la manipulación descarada. Eso sí, con la ayuda de algún que otro informe académico. Mi pregunta a Banco de España es directa: ¿Cuándo van a pedir perdón a la ciudadanía por el uso de los modelos de equilibrio general dinámico estocástico? ¡Fallan más que una escopeta de ferias! Pero están llenos de ideología. La AIREF, por ejemplo, ya ha pedido disculpas y ha reconocido públicamente que el alza del salario mínimo no está teniendo ningún efecto negativo en el empleo.
Una cosa es que ciertas revistas académicas publiquen cosas exotéricas no ajustadas a la realidad, pero de profunda carga ideológica; otra distinta es trasladar sus falsas recomendaciones distópicas a la vida real. En este caso hablaríamos de psicopatías. Pero hete aquí que esos adalides de la verdad llamados Casado y Rivera se creyeron a pies y puntillas esas chorradas que el gobernador del Banco de España y think tanks liberales piaban. Lo que digan los think tanks, como dirían en mi tierra, “me la trae al pairo”, pero no así un organismo sujeto al control público, como es el caso de Banco de España. Ya van demasiados “errores”. Cuando la incompetencia estructural se consolida en el tiempo y no ponen remedio (¡qué diferencia con el Banco de Inglaterra!) hablamos de intereses de clase.
Los datos
La realidad es la siguiente: la subida del salario mínimo no ha provocado un aumento en los despidos, todo lo contrario. Pero la realidad todavía va más allá. Los salarios acumulan seis trimestres consecutivos con subidas superiores al 1%, lo que significa el mayor avance desde el año 2011, pero es que además suben sin generar inflación y con una fuerte creación de empleo, lo que refuerza el incremento. Pero vayamos a los argumentos que hay detrás de algo que para los economistas postkeynesianos es trivial, pero que para la mayoría de los economistas y ciertas huestes mediáticas sonaba a alquimia.
Lo que digan los ‘think tanks’, como dirían en mi tierra, “me la trae al pairo”, pero no así un organismo sujeto al control público, como es el caso de Banco de España
Mientras que para los economistas ortodoxos, dado un gasto autónomo real, existe una relación negativa entre el nivel del salario real y la demanda de trabajo de las empresas, para aquellos que defendemos el principio de demanda efectiva, bajo unos supuestos microeconómicos realistas, existe una relación positiva entre el nivel del salario real y la demanda de trabajo de las empresas. Un aumento del salario real comporta un desplazamiento a lo largo de la curva de demanda efectiva de trabajo, de manera que la subida del salario real acarrea por tanto un nivel de ocupación más elevado. Esta relación positiva es paradójica. Lo que es cierto para una empresa, puede ser falso a nivel macroeconómico. Es la paradoja kaleckiana de costes.
Pero hay más. Como bien conocen ustedes fue el propio Banco Central Europeo quien en el documento de trabajo “On the sources of business cycles: implications for DSGE models” realizó, sin duda, una de las mayores críticas a la teoría económica que ha sido usada por nuestros mass media para contar el relato falso del salario y del empleo. En ese documento, como ya he relatado hasta la saciedad, sus autores invalidan los modelos de equilibrio general dinámico estocástico: "los modelos más destacados de DSGE hoy en día no son compatibles con nuestros hallazgos empíricos sobre la cantidad de factores y la naturaleza del movimiento conjunto en los datos macroeconómicos”.
Nuevas medidas de política económica
Frente a las políticas de devaluación salarial implementadas por el anterior ejecutivo, aderezada con regalos constantes a los distintos oligopolios patrios, y un abandono irresponsable de la inversión en I+D, las medidas acordadas en la legislatura anterior entre el gobierno de Pedro Sánchez y Unidos Podemos suponía un cambio de rumbo en la política económica española. Pretendían en última instancia una mejora del nivel de renta de las familias españolas. En un contexto donde la política fiscal es expansiva y el Banco Central financia al Tesoro con enorme facilidad el efecto de la subida del SMI iba a ser positivo. ¡Elemental querido Watson!
La realidad es distinta a la relatada hasta el infinitum por los mass media patrios. La reforma laboral implementada por el gobierno de Rajoy solo sirvió para modificar el reparto de la tarta en favor del factor capital, sin que ello se tradujera ni tan siquiera en una mejora de la productividad patria. La devaluación interna fue utilizada por el agregado de las empresas no para mejorar su teórica competitividad-precio, sino para incrementar su margen de beneficio unitario (lo que los postkeynesianos definimos como mark-up).
Es necesario un cambio todavía más radical de la política económica española que tienda a modificar en el medio y largo plazo el modelo productivo
Sin embargo, para que estas políticas, como la subida del salario mínimo, tengan los efectos deseados sobre la economía española es necesario un cambio todavía más radical de la política económica española, que tienda a modificar en el medio y largo plazo el modelo productivo patrio para que sea compatible con unos salarios más dignos. El dinamismo de nuestro sector exterior, gracias a la sorprendente pericia de pequeñas y medianas empresas patrias, es insuficiente. La tasa de paro patria sigue siendo descomunal, nuestro mercado laboral frágil y precario. Sumemos a ello las limitaciones derivadas de esa superestructura que surge de la interacción política y económica -Ibex 35-, y que da origen y soporte a la búsqueda de rentas o apropiación de la riqueza por parte de ciertos grupos (buscadores de rentas), a través de mecanismos no competitivos. Es de esta manera como se ha ido modelando a lo largo del tiempo el modelo productivo hispano: predominio de rentistas y una serie de oligopolios que no han hecho prácticamente nada por cambiar el marco productivo de nuestro país. El impacto en nuestra Hacienda de esta superestructura del poder es brutal. Además de ser un sistema tributario socialmente injusto, es ineficiente. Los ingresos fiscales patrios son muy volátiles en función del ciclo económico y lo sustentan trabajadores, y pequeños y medianos productores, que ya no admiten ninguna subida adicional de impuestos.
Bajo estas premisas, sin disponer de soberanía monetaria, es urgente rediseñar un sistema impositivo que bajo el principio de equidad redistribuya la riqueza de los más acaudalados a los más pobres sin castigar la actividad productiva, en definitiva, la creación de riqueza. Pero además es necesaria y urgente una política industrial activa centrada en todo aquello que España puede y sabe hacer bien. Para empezar un nuevo modelo energético, un new deal verde. Pero de ello Casado y Rivera ni mu.
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