“Tres cosas hay en la vida, salud, dinero y amor. El que tenga esas tres cosas, que le dé gracias a Dios”. Pedro Sánchez –y su equipo de Moncloa capitaneado por Iván Redondo- están desatados en su nueva idea de vender al presidente del Gobierno como el demiurgo que traerá la salud (las vacunas y el fin de las mascarillas), el dinero (los fondos UE) y, finalmente, el amor (la reconciliación con Cataluña).
Salud. La factoría Redondo está a pleno rendimiento para hacer aparecer al presidente del Gobierno como el responsable de la vacunación masiva y la inmunidad de rebaño de los españoles. Desde la explotación de la llegada de las vacunas en contenedores con la imagen del Gobierno de España hasta la cuenta atrás sobre el día en que se va a lograr la inmunidad, Moncloa ha explotado la imagen de Sánchez como el gran vacunador.
La cogobernanza, aquí, se ha olvidado: el presidente del Gobierno trae y reparte las dosis mientras deja a las Comunidades Autónomas –que son las responsables realmente de la vacunación del ciudadano porque las competencias están transferidas- las medidas sobre restricciones, horarios, movilidad…
El último ejemplo, escandaloso por cierto, de la explotación de la imagen de Sánchez como el responsable de la salud de los españoles es el uso de las mascarillas en exteriores: durante dos semanas, Sanidad rechazó tratar en la comisión interterritorial la medida, como reclamaban varias Comunidades. ¿El motivo? Sánchez quería venderlo en Barcelona y convocar un Consejo de Ministros Extraordinario –posiblemente 48 horas después de que pruebe los indultos, ¿qué mejor manera de tapar la marejada que provocará en la opinión pública?- para anunciar la buena nueva: el 26 de junio, el presidente del Gobierno dará el paraguas legal a las CCAA para eliminar el uso de las mascarillas en la calle.
Eso sí, si alguna Comunidad las mantiene, será culpa suya. A ver quién se atreve a exigir mascarillas en la playa cuando su sanchidad ha dado ya la luz verde a su eliminación. ¿Se han explicado los criterios de salud para esta decisión? No, lo importante era el anuncio.
Sánchez y el dinero de la UE
Dinero: El segundo mantra de Moncloa para intentar la remontada en las encuestas en lo que queda de legislatura será el dinero. De momento, los 19.000 millones de los fondos europeos hasta final de año y muchos miles más si hay reforma laboral y de las pensiones.
Gestionando ese maná que llega de Bruselas –y que habrá que pagar en el futuro, no lo duden- se intentará el gran rebote de la economía. Los empresarios, encabezados por Ana Botín –“España se va a salir del mapa”, ha dicho eufórica- y Antonio Garamendi, condecorado unas horas antes de tapadillo, han acudido sin rubor a la llamada de los euros. Todos se juegan mucho, y el que tiene las llaves de los caudales duerme en Moncloa.
La visita de Ursula Von der Layen para bendecir el Plan de Pedro Sánchez ha sido el bálsamo que necesitaba el presidente después del ridículo de la cumbre del pasillo con Joe Biden. Todas las medidas sociales, la recuperación del empleo y el crecimiento depende del maná europeo. Y en esos miles de millones confía Moncloa como el segundo peldaño donde impulsar lo que hoy parece imposible: la recuperación de Sánchez y del PSOE en las encuestas.
Amor: Por último, Moncloa, tras la salud y el dinero, vende la "reconciliación" y la "concordia" con Cataluña. Frente a "la revancha" de la derecha, el ‘amor’ de los indultos y la mesa de diálogo. El que se oponga a ellos es un ‘facha’, aunque –como dijo Andrés Trapiello ‘el revisionista’ en Colón, digan lo mismo que decía Sánchez hace apenas 18 meses. Pero las rectificaciones del presidente del Gobierno, el que no podría dormir si pactaba con Pablo Iglesias o el que jamás aceptaría los votos de los independentistas, ya no son noticia.
Sin solución de continuidad, hará crisis de Gobierno, cogerá el Falcon rumbo a La Mareta o Doñana y estará listo para afrontar la segunda parte de la legislatura. Salud, dinero y amor. Demos gracias al dios Sánchez"
Esta semana hemos asistido en Barcelona a una escenificación de ese 'amor': los empresarios catalanes, los obispos, la CEOE… todos en favor de unos indultos que, al parecer, van a acabar con el ‘conflicto’ catalán. La quema de los carteles del Rey debe ser una muestra de ese amor que solo Pablo Casado –que denunció la encerrona empresarial en la Ciudad Condal- y gente de similar pelaje -dicen en Moncloa-no son capaces de ver.
El lunes, en el Liceo, el presidente del Gobierno explicará ese acto de amor: los indultos a los presos del procés. Lo hará antes del consejo de Ministros en el que los aprobará y antes, le importa una higa las formas, de que los explique ante el Congreso de los Diputados.
Luego, y sin solución de continuidad, se reunirá en la ‘mesa de diálogo’ con el presidente del Govern, el mismo que se negó a recibir al Rey en Barcelona. Y una vez sentadas las bases para negociar ‘de igual a igual’ con Cataluña –y garantizado con ello el apoyo de ERC y el resto de nacionalistas e independentistas en el Congreso- hará la crisis de Gobierno, cogerá el Falcon rumbo a La Mareta o Doñana y estará listo para afrontar la segunda parte de la legislatura. Salud, dinero y amor. Demos gracias al dios Sánchez.
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