Estos días, España es reconocida como la capital mundial de la Farmacia, al ser Sevilla la sede simultánea del Congreso Mundial organizado por Federación Internacional Farmacéutica (FIP), y del Congreso Nacional convocado por la Organización Farmacéutica Colegial. No es casualidad. El modelo español de farmacia está considerado uno de los mejores del mundo. Una realidad muchas veces ignorada en nuestro país, donde consideramos habitual que el 99% de los españoles tenga una farmacia en su lugar de residencia, pero que solo es posible porque contamos con una red de 22.198 farmacias comunitarias, la más numerosa de Europa, atendida por 55.543 farmacéuticos. De hecho, somos el recurso sanitario y el profesional sanitario más cercano y accesible para los 47 millones de españoles; sin citas previas, ni listas de espera.
A todo ello se suma nuestra actuación durante la pandemia. Hemos estado en primera línea del frente; hemos sido esa cruz verde que nunca se apaga; hemos garantizado el acceso de los ciudadanos a los medicamentos y hemos reforzado la capacidad asistencial del Sistema Nacional de Salud (SNS).
Ese aval y esa experiencia sustenta nuestra convicción de que superar el reto colectivo de mejorar nuestro sistema de salud pública pasa por potenciar las funciones del farmacéutico. Una reivindicación alta y clara, en un momento crucial.
El Dictamen de la Comisión para la Reconstrucción Social y Económica del Congreso de los Diputados, aprobado en junio de 2020 por un amplio consenso, instaba a reforzar la salud pública. A partir de ahí, las autoridades están promoviendo diferentes iniciativas. Una de ellas es la Estrategia en Salud Pública 2022, impulsada por el Ministerio de Sanidad y aprobada por el Consejo Interterritorial del SNS, y que define este concepto como el conjunto de actividades organizadas por las Administraciones con la participación de la sociedad, para prevenir, proteger, promover y recuperar la salud de las personas, individual y colectivamente.
Ese aval y esa experiencia sustenta nuestra convicción de que superar el reto colectivo de mejorar nuestro sistema de salud pública pasa por potenciar las funciones del farmacéutico
Además, el Gobierno está trabajando en el Real Decreto de Vigilancia en Salud Pública; al mismo tiempo que acaba de concluir el periodo de consultas al Anteproyecto de Ley de Creación de la Agencia Estatal de Salud Pública. Normas que para ser eficaces deben contar con un recurso sanitario con la mayor red de inteligencia sanitaria del país -la red de farmacias comunitarias-, por la que diariamente pasan 2,3 millones de ciudadanos, siendo cada uno de ellos una fuente de información.
Por nuestra parte, en la Organización Farmacéutica Colegial hemos hecho los deberes, elaborando dos documentos que plasman el valor añadido que supone contar con la Farmacia. Uno de ellos es Experiencias en el ámbito de la Salud Pública desarrolladas en la red de farmacias comunitarias, que recoge iniciativas que ya son una realidad, y que abarcan desde el cribado y detección de cáncer de colon o de la covid-19, a la dispensación de metadona, intercambio de jeringuillas o distribución de kits anti-sida; pasando por la participación en campañas de promoción de la salud, como la lucha contra la obesidad o de deshabituación tabáquica. Todas ellas con un denominador común: la mejora cuantitativa y cualitativa de los resultados cuando se cuenta con la farmacia.
El otro es La Profesión Farmacéutica ante el nuevo paradigma de la mejora de la Salud Pública que incluye 10 propuestas alineadas con la nueva Estrategia en Salud Pública, que se pueden resumir en cinco: incorporar a los farmacéuticos y sus organizaciones colegiales en la futura Agencia Estatal de Salud Pública; contar con nosotros en la identificación y control de la publicidad de productos, actividades y servicios con pretendida finalidad sanitaria, así como pseudoterapias; integrar a las farmacias comunitarias en la red de vigilancia de salud; crear un Red Nacional de Farmacias Centinela en Salud Pública, como la que ya existe en seis Comunidades Autónomas; y, por último, promover la participación activa de la farmacias en las estrategias públicas.
Los farmacéuticos tenemos los conocimientos, formación, experiencia, capacidad y voluntad de fortalecer la salud pública en todos sus frentes
En definitiva, la Farmacia quiere ser parte de un debate constructivo y enriquecedor ofreciendo nuestra capacidad de respuesta en escenarios complejos; aportando equidad en las respuestas, sin que el código postal marque diferencias entre territorios; y actuando como agentes de salud pública con incidencia directa en la salud y calidad de vida de los ciudadanos
Los farmacéuticos tenemos los conocimientos, formación, experiencia, capacidad y voluntad de fortalecer la salud pública en todos sus frentes. Ninguno de estos aspectos por separado sería suficiente, pero la suma de todos ellos hace de la profesión y de la red de farmacias un recurso imprescindible. Farmacia y salud pública son un binomio necesario. Todavía estamos a tiempo de que nuestra Legislación y nuestras autoridades sanitarias incorporen a la Farmacia en el primer plano del mapa de la salud pública. Una decisión tan necesaria como inteligente que, una vez más, situará a nuestra sanidad en la vanguardia europea y mundial.
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