Al vicesecretario de Coordinación interna de ERC, Josep Lluís Salvadó, uno de los investigados por la organización del referendum del 1 de octubre de 2017, se le habían puesto las cosas muy difíciles desde que la semana pasada el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña acordara llevarlo a juicio por prevaricación, malversación, desobediencia y revelación de secretos. Considera el Tribunal que Salvadó, que en 2017 era secretario de Hacienda del Departamento de Economía y uno de los integrantes del núcleo duro del vicepresidente Oriol Junqueras, fue uno de los arquitectos del referéndum ilegal que pretendía romper los vínculos constitucionales con España.
Las acusaciones apuntan también a que recibió el encargo expreso de la presidencia de la Generalitat de diseñar las estructuras de estado y conseguir las fuentes de financiación suficientes para garantizar la viabilidad de la futura república. En los próximos días, la fiscalía presentará su escrito de acusación contra él y sabremos entonces a qué penas se enfrenta, si es que las penas contra el golpismo independentista siguen teniendo algún reflejo en el Código Penal, de lo que vamos dudando cada vez más.
Se le habían puesto a Salvadó las cosas muy difíciles porque, siendo miembro del Parlament desde 2012, podría verse afectado por un futura inhabilitación que le obligaría a dejar su acta de diputado. De ahí que Esquerra se haya lanzado a salvar al soldado Salvadó y a buscarle nuevo acomodo antes de que tenga que dejar su actual cargo. Ningún puesto mejor que la presidencia del Puerto de Barcelona, uno de los sillones clave en las estructuras de poder de Cataluña.
Así nos encontramos con un procesado por cuatro delitos que, debiendo estar en la vida privada preparando su defensa va a ser nombrado presidente del Puerto comercial más importante de España
Damiá Calvet, el hasta ahora presidente, es de la esfera de Junts y con la salida de su partido del Ejecutivo catalán no ha tenido más remedio que poner el cargo a disposición del nuevo conseller de Territorio, eso sí, dejando entrever que estaría encantado de seguir en la poltrona. Pero no, Calvet, se te agradecen los servicios prestados pero te vas a casa porque necesitamos un sitio donde colocar a Salvadó, y si además va a acompañado de un sueldo de 115.000 euros al año, pues mucho mejor.
Y así nos encontramos con un procesado por cuatro delitos que, debiendo estar en la vida privada preparando su defensa va a ser nombrado presidente del Puerto comercial más importante de España. Ya no hablamos de los conocimientos específicos necesarios para gestionar una infraestructura de tales dimensiones y características, porque todos sabemos que de eso se ocupan los técnicos que soportan estoicamente la rotación de cromos en la cumbre, pero que se use un puesto de esa categoría para darle salida a un procesado y que pueda irse del Parlament antes de que lo obliguen a hacerlo es una obscenidad política insoportable.
Recordaba el periodista Xavier Rius que Gabriel Rufián, compañero de partido del procesado, había dicho en un debate electoral que Esquerra “quería un país sin puertas giratorias”. Pues para no quererlas, ahí las tienen a su servicio, dando más vueltas que las de la terminal 1 del aeropuerto del Prat en hora punta.
Y por si las razones éticas no fueran suficientes para denunciar este nombramiento, están también, y no menos importantes, las estéticas. Hace cuatro años, salieron a la luz unas conversaciones del futuro presidente portuario con un interlocutor desconocido. Querían encontrar una mujer que pudiera ser nombrada consejera de Sanidad de la Generalitat y el interlocutor de Salvadó se quejaba de que era muy difícil encontrar mujeres capacitadas para ejercer cargos importantes. Salvadó le contestó lo siguiente, y me permitirán ustedes la cita textual: “Pues mira, a la que tenga las tetas más gordas y ya está Y te quedas tan ancho”.
Hace cuatro años, salieron a la luz unas conversaciones del futuro presidente portuario con un interlocutor desconocido. Querían encontrar una mujer que pudiera ser nombrada consejera de Sanidad de la Generalitat y el interlocutor de Salvadó se quejaba de que era muy difícil encontrar mujeres capacitadas para ejercer cargos importantes
Tan ancha se ha quedado Esquerra como nosotros abochornados al nombrar a un personaje capaz de pensar estas cosas y lo que es peor, verbalizarlas, para un cargo de tanta entidad. Se demuestra una estrepitosa falta de respeto a las instituciones y a cuanto que representan.
En estos mismos días, Rufián salía en defensa de Irene Montero en las Cortes tras la intervención de la diputada de Vox Carla Toscano, y como en el caso de su alegato contra las puertas giratorias, los usos y la práctica de su partido ha venido a desmentirle una vez más. Debería darle vergüenza, pero tengo la seguridad de que le da igual.
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