Opinión

Salvar tejido empresarial y rehuir la tentación progresista

El Gobierno ha anunciado medidas que van en la dirección adecuada, especialmente las concernientes al sector sanitario, pero en su conjunto son insuficientes e indudablemente se complementarán con otras 

Nadie duda que los ingresos del conjunto de empresas de nuestro país se desplomarán en lo que resta de año respecto a los niveles alcanzados durante el mismo periodo del año anterior. Pocos dudan que en algún momento de la segunda parte del año se iniciará una recuperación de los ingresos que se irá intensificando a lo largo de 2021. La intensidad de la caída y el vigor de la recuperación dependerá de la gravedad y duración de la pandemia, así como de las medidas de política económica que se adopten en el ámbito institucional de la eurozona y en nuestro marco nacional.

Al BCE y al eurogrupo les compete especialmente impedir que una crisis de liquidez transitoria se convierta en una crisis de solvencia de consecuencias devastadoras y para ello deberán complementar sustancialmente las medidas adoptadas hasta la fecha. Centrándonos en lo que puede hacer nuestro Gobierno, los dos objetivos centrales han de ser, por un lado, destinar todos los recursos que se pueda para aliviar y erradicar la pandemia y, por otro, preservar la mayor parte posible del tejido empresarial y de la capacidad de crear empleo cuando llegue la recuperación ¿Cómo se consigue minimizar la destrucción de tejido empresarial, cómo se consigue sentar las mejores bases posibles para maximizar la creación de empleo cuando se normalice la situación?

El Gobierno ha anunciado diversas medidas que van en la dirección adecuada, especialmente las concernientes al sector sanitario, pero en su conjunto son claramente insuficientes e indudablemente se complementarán con otras durante los próximos días. En diversas comunicaciones  los agentes sociales han coincidido, y esto honra a los sindicatos, en proponer una serie de medidas sobre la flexibilización de ERES y ERTEs, sobre agilizar las percepciones por desempleo y retrasar desembolsos por cotizaciones e impuestos, así como  acelerar los pagos pendientes de las AAPP, medidas que van todas en la dirección correcta y que muy probablemente serán respaldadas y asumidas por el Gobierno. Pero aún así el conjunto seguirá siendo insuficiente ¿qué más se debe hacer?

Sólo si sus costes laborales este año y el próximo son significativamente inferiores a los del año pasado se podrá crear empleo con la intensidad deseable"

El Tesoro debería garantizar una parte sustancial de los créditos que se renueven o concedan por las entidades de crédito en estos meses, en línea con lo anunciado en Alemania y otros países de la eurozona. Esta garantía aumenta la deuda pública hoy pero puede disminuirla mañana, mientras que no concederla o limitarla en exceso multiplicaría las pérdidas de producción y empleo, lo que se traduciría en aumentos del déficit y la deuda pública aún mayores y más permanentes. Tenemos que ser conscientes de que será inevitable soportar un aumento significativo de la deuda pública (también de la deuda privada) durante esta crisis, al menos de entre 10 y 20 puntos del PIB, un aumento que será tanto más transitorio y se irá disipando más rápidamente cuanto mejor se hagan las cosas. Lo más importante al respecto es que las medidas que más deuda generen hoy sean las que más puedan reducirla mañana. En otro orden de cosas, debemos entender que las empresas se enfrentan a una caída sin precedentes de sus ingresos en lo que resta de año e incluso en un escenario optimista sus ingresos medios esperados  en 2021 serán inferiores a los de 2019.

Consecuentemente, sólo si sus costes laborales este año y el próximo son significativamente inferiores a los del año pasado se podrá crear empleo con la intensidad deseable; sólo así se podrán mantener, reabrir o crear un número de autónomos y nuevas empresas intensivas en trabajo que nos lleve lo antes posible a los niveles de empleo de comienzos de año. Para ello, además de explorar vías de flexibilización salarial entre los agentes sociales, debería haber reducciones permanentes de cotizaciones sociales y suspenderse la aplicación del salario mínimo o al menos retrotraerla a 2017. No se trata de impedir que haya salarios dignos sino de evitar que muchos pierdan su trabajo y su salario, no es cuestión de reducir los ingresos de los trabajadores sino por el contrario de que bajen lo menos posible. Se trata, en suma, de limitar todo lo posible la quiebra de empresas y los despidos permanentes a fin de reducir al mínimo inevitable la desaparición de asalariados.

Tampoco se debe contraponer la figura del trabajador con la del empresario, especialmente en tiempos de crisis"

Lo sucedido durante la Gran Recesión debe servir de lección para huir de la tentación del progresismo. Caer en ella siempre acarrea un deterioro de las condiciones de vida de los más vulnerables mayor del que se produciría si se consigue evitar. No tiene sentido la dicotomía progresista entre empresas del Ibex o relativamente grandes empresas y autónomos o Pymes. Directa o indirectamente, los ingresos de estos últimos grupos dependen en todo o en buena parte de los ingresos de las primeras. Medidas destinadas a reducir los beneficios después de impuestos de las mayores empresas terminarán ocasionando pérdidas de producción y empleo de todas las demás. Tampoco se debe contraponer la figura del trabajador con la del empresario, especialmente en tiempos de crisis. En estos tiempos el primero corre un mayor riesgo de perder su puesto de trabajo y terminar en el paro y el segundo de perder su patrimonio.

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