España vs. Alemania por la Eurocopa, el partido es crucial, el país está en vilo y a mí me toca estar en Madrid y poder verlo con un amigo español en un bar. Lo que se llama un buen plan.
El juego es electrizante, y Dani Olmo mete un golazo que levanta al bar entero, conmigo incluido, entre gritos y abrazos que luego son brindis y luego son risas.
En el descanso sigue el jolgorio, el equipo español sale ganando y la fe mueve montañas de cañas que inundan las mesas.
De repente y sin aviso, durante el entretiempo, aparece el presidente de España de paseo por Stuttgart; siendo gentilmente reporteado en el estadio con preguntas vacuas, acerca del juego y de su confianza en el equipo nacional. Todo muy bien cuidado, el plano, las respuestas para la tribuna, su buen ver.
El truco de utilizar el deporte
Son minutos de oro, que, si bien cuestan una fortuna para cualquier anunciante, para el presidente no tienen precio, literalmente.
Parece un error que le den cámara en tamaño pico de audiencia justo cuando vive un asunto muy feo, protagonizado por él mismo y su señora esposa. Pero no lo es. Funciona.
El truco de valerse del deporte para poner la cara y participar de la alegría popular es viejo y típico de cualquier buen proyecto autocrático. Sobran los ejemplos a lo largo de la historia. Casi siempre tan icónicos como siniestros.
Mientras esperamos el segundo tiempo, noto que algunos parroquianos critican esa irrupción forzada, porque él no es el rey, porque no es la final; en fin, etc.
Muchos se ríen de él amigablemente, como del cuñado que se emborracha en la fiesta.
Finalmente, entre risas, pienso.
El hecho de que un presidente persiga la afirmación del personaje tan apegado a su relato populista depende de un guion. Que, modestia aparte, en general podría recitar de memoria. Por eso me alarmo.
Mi amigo pide otra ronda y me pregunta en qué me he quedado pensando.
Entonces se lo cuento todo en los pocos minutos que faltan para que la bola vuelva a rodar y las emociones obnubilen los pensamientos.
Le digo mira: lo primero, que el hombre no aparece allí para hacer el tonto o el descarado como tú crees.
Lo necesita. Es una decisión. Llega un punto en que la realidad se encuentra tan distante del relato populista, que por el absurdo a veces resulta hilarante, lo comprendo, pero el asunto es serio.
Viene pasando en toda Latinoamérica. Y es un modelo muy adaptable.
Ya deja de pensar que aquí en España eso no puede suceder.
Porque fíjate qué curioso, en Argentina o en Venezuela, las sociedades que enfrentaron este deterioro estaban formadas por millones de españoles. Ojo, que estaban las grandes empresas españolas también.
Y aunque aquí no pase todo lo que pasó en América, con que pase una parte, ya te aseguras una recuperación lenta y dolorosa.
Por eso veo con preocupación que tampoco se tome muy en serio, por ejemplo, que un medio genuflexo esté acusando a un juez, uniendo burdamente su patrimonio al de un homónimo.
Y claro, te puedes reír de ellos, pero cuidado, porque no lo hacen de brutos que son, antes muertos. Lo hacen adrede, saben perfectamente que es una burrada, pero apenas queman una nave que ni siquiera vende caro el incendio.
Lamento informarte que lo que te espera es un asco, lo que has visto será apenas una gota en el océano de propaganda y doctrina disfrazadas de información en el que nadarás.
Cuando tú describas lo que tus ojos vean sin lugar a duda, te acusarán de inventarte historias y bulos y mentiras, porque representas a los ricos y a la ultraderecha
Usarán dos vertientes, la primera: como las puras noticias falsas ya flaquean, ligarán cualquier parte comprobable de la realidad con alguna fantasía difusa. Y a martillar con ellas hasta que las personas empiecen a dudar. Cualquier ocurrencia sirve porque van a decir cualquier cosa. La imaginación no tiene límites. Y ellos tampoco.
El caso del ataque al juez es un buen ejemplo.
La segunda vertiente es así:
Aparece un informe ambiental clasificado sobre la vida privada de rivales críticos o sus familiares directos y se actúa en consecuencia. Multiplicándolo por mil y abriendo la información en abanico como abre la cola el pavo real.
Mientras tanto, cuando tú describas lo que tus ojos vean sin lugar a duda, te acusarán de inventarte historias y bulos y mentiras, porque representas a los ricos y a la ultraderecha.
Más empleo público, más voto cautivo
Es cierto que un día se irán, pero dejando un campo yermo, preñado de pobreza, baja educativa y deterioro institucional. Y eso en conjunto, no se arregla así nomás.
Hoy por hoy, en España se crean en dos años más de 80.000 nuevos empleos públicos.
Ellos y sus familias significan aproximadamente 240.000 potenciales votantes cautivos. En ocho años tienes tu primer millón, porque son tuyos, tú los pagaste.
Eso sin contar las otras pagas que pagas, sin saber cuánto ni a quién y mucho menos a cambio de qué.
Lo cierto es que, si no cambia el rumbo, llegará el día en que habrá que pelar ese enorme colectivo social capa por capa, como una cebolla, y eso hará llorar a muchos, inevitablemente.
En fin, que me perdones, que no quiero ser alarmista ni agorero y menos ave de mal agüero, pero fuiste tú el que me preguntó en qué me quedé pensando.
Entonces el bullicio cesa y otro relato, el del fútbol, me hace callar de pronto mientras la pantalla me hipnotiza otra vez.
Por suerte para mi amigo, empieza el segundo tiempo.
Por suerte para Sánchez, ganará España.
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