Opinión

Sánchez y la acumulación de escándalos

El presidente no deja respirar. Al escándalo de ayer lo tapa el de hoy, que palidecerá cuando llegue el de mañana

  • Pedro Sanchez

Como muchos saben fue el ingeniero y matemático Jean Baptiste Vaguette de Gribeauval quién llevó a término la reforma de la artillería gala en 1776, lo que permitió más tarde a Napoleón estar dotado de una potencia de fuego sin parangón. Siendo de Gribeauval un ilustrado, aportó racionalidad en el diseño de las piezas y la manera de moverlas en el campo de batalla. El Gran Corso, a la sazón oficial de artillería, supo apreciarlo mucho. Imagínense, pues, el pasmo de ambos al enterarse de lo que dijo un generalote chusco y obtuso cuando su oficial le dijo que el tiro de los cañones no alcanzaba al objetivo, respondiendo el sinsonte que, si no alcanzaban, tirasen dos veces.

Esa es la divisa del sanchismo ¿Una cosa no alcanza su objetivo? Pues a tirar dos veces. Que en milicia eso sea una aberración no es óbice para que en la política española de hoy, si es que podemos calificarla como tal, al sanchismo le vaya de perlas. Los periodistas, si me permiten el gremialismo, somos uno de los colectivos que más lo sufrimos porque a la hora de titular uno nunca sabe qué carallo poner. Al ministro que meterá la pata hoy lo hará bueno el que lo hará mañana; al escándalo de esta ley que anuncian lo dejará en nada la medida presupuestaria que anunciarán en pocos horas; a la tomadura de pelo perpetrada desde el atril del congreso la superará en años luz la barbaridad dicha en rueda de prensa tras el consejo de ministros.

Los periodistas, si me permiten el gremialismo, somos uno de los colectivos que más lo sufrimos porque a la hora de titular uno nunca sabe qué carallo poner

Esto que digo es constatable. Imaginemos un periódico de los de antes, de rotativa, tipógrafos y asistentes. El botones de la redacción va y viene cual votante de centro. Se le ordena que lleve a componer el titular de primera página con urgencia, “Se reforma el delito de sedición para complacer a los separatistas”, pero a medio camina se grita que se ha cambiado por “Los vascos exigen jueces propios”; al poco, se vocea advirtiéndole que, de lo dicho, ná, y que hay que poner a cuatro columnas “Sánchez viaja a Kenia con una comitiva de 68 personas con solo once empresarios".

Y Begoña para, al segundo, modificarlo nuevamente por ”Pacto PSOE-PP para desbloquear el CGPJ y el TC a cambio de que el PP ceda un puesto al PNV” pero, ¡oh, desdicha de las desdichas! Hállase el mozo casi a pie de linotipia cuando el jefe de redacción, congestionado por tanto dar voces, dice que no hay pacto, o sí, o veremos, y que mejor cambiarlo todo por el de la retirada de medallas a Franco, titular que pronto morirá en el olvido cuando aparezca que el anteriormente aludido Sánchez ha confundido dos veces Kenia con Senegal hasta el punto que el presiente keniata le ha tenido que llamar la atención. Y así, seamos sinceros, no hay Dios que pueda titular nada, ni linotipista que lo componga, ni mozo, ni jefe de redacción, ni el Gutenberg que parió a la prensa.

Y como que cada cosa, por separado, sería un escandalazo – y me ahorro los económicos o los cabildeos con etarras y enemigos de España, que los hay y son muy graves – soy del parecer que lo mejor es poner el mismo titular cada día: “Hay esto”. Y luego, dependiendo de si el gobierno te pone mucha o poca publicidad, desarrollar los asuntos. ¿Qué usted tiene reparos y no le gusta mentir? De entrada, haberse dedicado a otra cosa, pero si quiere una solución de aliño cabe siempre el recurso del sudoku, el crucigrama o revivir aquellos maravillosos Dameros Malditos de Conchita Montes, QEPD. Todo, menos que se acumulen los escándalos. Y los impagos.

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