¿Qué es la clase media? Para dar respuesta a esta pregunta existen baremos socioeconómicos que tratan de acotarla y definirla, pero no debemos perder de vista el peso de la percepción subjetiva de cada persona sobre el lugar que ocupa en la sociedad y, sobre todo, el abismo que ahora mismo existe entre lo que siempre hemos entendido por “ser clase media” -un estatus de razonable bienestar y capacidad financiera para sacar adelante a la familia o, como poco, “ir tirando”-, y la situación de desamparo en la que están dejando las políticas sanchistas a esa gran mayoría social con un volumen de ingresos considerado “medio” por los economistas.
Así, el cacareado “escudo social” del Gobierno social-comunista, basado en un gasto estéril, desenfocado, discrecional, clientelar e improductivo, se está traduciendo en realidad en que en ese maltratado “terreno de nadie” de la clase media (alrededor del 58% de la población española, según datos del grupo de investigación WEIPO de la Universidad de Alcalá) empiece a ser moneda común la imposibilidad de llegar a fin de mes. Con una inflación por encima del 10%, el precio de los carburantes desbocado, la hipoteca a punto de dispararse y fulminada toda capacidad de ahorro, miles de familias se sienten asfixiadas, exprimidas, ignoradas y aterradas ante la certeza de una recesión larga y profunda a partir del próximo otoño. Lo lógico sería que en la Moncloa se estuviera trabajando a destajo para proteger y ayudar a todos esos ciudadanos frente al “tsunami” que se avecina, pero los tiros van exactamente en la dirección contraria: inflexible en la presión fiscal y pertinaz en el ridículo postulado de catalogar como “ricos” a quienes no lo son ni de lejos, el sanchismo está desactivando a las clases medias como lo que siempre habían sido: el motor del consumo y de la reactivación económica y social.
De hecho, en la calle cunde cada vez más la sensación de que lo que verdad define hoy al ciudadano medio en España es su condena a soportar unos impuestos muy elevados, sin obtener a cambio ningún tipo de respaldo público en cuestiones tan básicas como los consumos energéticos, el acceso a la vivienda, los incentivos fiscales o la libertad de elección educativa; es decir, aportar mucho y recibir poco o nada. Así se sienten las clases medias bajo la bota del sanchismo, sometidas a una asfixia y hostigamiento que, en el caso de la Comunidad de Madrid, estamos tratando de compensar con una sustancial bajada de impuestos en todos los tramos autonómicos y habilitando nuevas ayudas.
Por eso son profundamente injustas, además de sobreactuadas y antisociales, las críticas de la izquierda al programa de becas puesto en marcha por el Gobierno de la Comunidad de Madrid. Desmontemos las flagrantes falsedades que se están propagando: la medida en marcha no va en detrimento de los alumnos con menos recursos; todo lo contrario. Vamos a otorgar becas más altas para las rentas más bajas y becas más reducidas para las rentas medias. Y, además, las rentas bajas tendrán preferencia. Ninguna familia con bajos ingresos se quedará sin beca, pero también se verán favorecidas las familias de rentas medias que soportan más gastos educativos por el número de hijos. Así, en la etapa del bachillerato, hemos establecido dos cuantías diferenciadas: las familias con menos recursos tendrán una ayuda de 3.750 euros, un 25% más que el curso pasado, y las familias con renta per cápita de entre 10.000 y 35.000 euros recibirán 2.000 euros por curso. Por otra parte, la izquierda montaraz omite a conciencia que en el curso 22-23 la Comunidad de Madrid alcanzará un récord en becas y ayudas, más de 225 millones para 600.000 beneficiarios -un 40% más que el curso anterior-, y que, dentro de un presupuesto educativo de 845 millones de euros, el mayor de la historia, tres de cada cuatro millones se destinan a la enseñanza pública. Con los datos incontestables en la mano, es tan manipulador como previsible que los críticos se hayan fijado sólo en el punto más alto de la horquilla fijada para la percepción de las becas de Bachillerato, cuando en los rangos intermedios se sitúan miles de familias que, sin duda, expresarán en las urnas lo que les parece este clamor histérico de la izquierda en contra de que se les conceda una ayuda para los estudios de sus hijos. Al mismo tiempo, los madrileños son plenamente conscientes de que otra cuestión en juego es la libertad, porque quienes torpedean unas becas que permiten elegir qué tipo de educación se prefiere dejan patentes una vez más sus pulsiones totalitarias. El sanchismo insiste en llevarnos de la mano, someternos, tutelarnos y decidir por cada uno de nosotros, incluso a costa de aniquilar las expectativas de futuro y la libre voluntad de la esforzada y mayoritaria clase media. Y en la Comunidad de Madrid nos toca actuar una vez más como dique de contención.
Enrique Ossorio Crespo. Vicepresidente de la Comunidad de Madrid. Consejero de Educación y Universidades.
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