“No tenemos remedio. Otra vez nos van a barrer. No somos capaces de motivar al electorado madrileño porque Moncloa sigue metiendo mano y ejerciendo el dedazo sin sentido”. Quien habla es un muy veterano miembro de la Federación Socialista Madrileña ante la nueva ocurrencia 'in extremis' de Pedro Sánchez para buscar un “rival de nivel” capaz de enfrentarse a un Almeida cada vez más crecido en las encuestas.
El presidente del Gobierno no ha escarmentado de su último ‘experimento’ en Madrid, aquel que le llevó a “tirarse un triple” –jaleado por Iván Redondo- y nombrar candidato a Pepu Hernández. El resultado: el PSOE hizo un ridículo histórico, quedó como cuarta fuerza política, Redondo fue laminado por Su Sanchidad y Pepu comenta hoy los partidos de la Selección en el europeo de Baloncesto tras abandonar hace un año su puesto de portavoz socialista en el Ayuntamiento de Madrid.
Ahora, Sánchez vuelve a moverse por las vendettas que son un ingrediente eterno en el socialismo madrileño. La candidata en principio designada para ser elegida en primarias era Mercedes González, a quien se convirtió en delegada del Gobierno en Madrid para darle visibilidad y preparar su candidatura. Pero venía con un pecado original: su madrina era la hoy defenestrada Adriana Lastra. Una mancha indeleble para los aires actuales que soplan de Moncloa a Ferraz.
Asaltar Madrid
Nunca había tenido tan fácil el socialismo y la izquierda intentar desbancar al PP del Ayuntamiento de la capital de España. José Luis Martínez Almeida estuvo, como portavoz nacional del partido, a punto de ser arrastrado por la guerra entre Génova y Sol, entre MAR y Teo, entre Ayuso y Casado. Se apartó en el último momento, pese a la implicación de Ángel Carromero, su mano derecha, en el espionaje al hermano de Ayuso. La actitud de ésta –“estoy segura de que José Luis no sabía nada”, ha repetido desde entonces- salvó al alcalde de la quema.
Tras la defenestración de Casado y García Egea, la llegada de Feijóo y, con él, la ‘paz’ en el PP, Almeida comenzó su remontada en las encuestas, donde su estrella había empezado a debilitarse desde la gestión de Filomena y se agravó peligrosamente con la guerra entre los populares. Ahora, la última encuesta publicada por GAD 3 en julio le da mayoría absoluta (28-30 concejales de los 57 que conforman el Consistorio) gracias a la presumible desaparición de Ciudadanos y de su vicealcaldesa, Begoña Villacís, con quien tan buen tándem han formado en estos cuatro años.
Y, claro, en Moncloa se han vuelto a poner de los nervios pese a que ese mismo sondeo le daba al PSOE la segunda posición con 12 concejales (cuatro más) y un 19% de los votos. El problema es que Sánchez sabe que una mayoría absoluta en mayo de Almeida y del PP en el Ayuntamiento de la capital y en la Comunidad de Madrid (donde Ayuso la bordea ya con 57 escaños, según la última encuesta de Vozpópuli) será un puente de plata para el asalto de Feijóo a la Moncloa en las generales.
Y, por eso, ha aplazado las primarias en Madrid de un plumazo y ha puesto en marcha un casting a la desesperada entre sus ministros para encontrar en unos meses una figura conocida que intente hacer frente a la visibilidad de Ayuso y Almeida. Contra la primera, Juan Lobato parece tener el puesto asegurado, más por la fortaleza a su izquierda –Más Madrid y Mónica García se mantienen en lo alto- y los posibles pactos poselectorales, que por la propia solvencia de la candidatura.
Hace más de un año ya se barajó que fuera Margarita Robles –más nacional, moderada y ‘de Estado’- la candidata a Madrid. Pero Robles no quiere inmolarse, ni antes ni ahora
Sin embargo, contra Almeida, los socialistas no pueden contar con alianzas a su izquierda porque la división y los espectáculos de escisiones tras escisiones y pases al Grupo Mixto de los carmenistas y las luchas de aquellos con Podemos, no les dan opción en las encuestas a disputar el triunfo de Almeida que, solo o en compañía de otros (el PP en la capital da por seguro desde hace meses que Vox baraja cambiar candidato y sustituir a Ortega Smith por Rocío Monasterio), parece a estas alturas el favorito claro para repetir en Cibeles.
Y eso no hay ministra de Sánchez que lo arregle. Y menos si la elegida es Pilar Llop, aquella que las veces que va en metro oye discutir a los madrileños de la renovación del CGPJ (sic) o que, para ganar visibilidad, lleva unas semanas atacando a Feijóo y mostrando que no es muy ducha en esas lides del ataque dialéctico.
Hace más de un año, cuando Almeida estaba en la cúspide de su popularidad, ya se barajó la posibilidad de que fuera Margarita Robles –un perfil más nacional, moderado y ‘de Estado’, al gusto de los madrileños- quien pasara a ser candidata al ayuntamiento de la capital. Pero Robles no quiere inmolarse, ni antes ni ahora. También se ha hablado –solo para disimular- de Marlaska o de Reyes Maroto…
Si finalmente, como parece, es la ministra de Justicia la elegida llegará con el baldón del indulto a José Antonio Griñán que Sánchez tiene ya completamente decidido.
Y eso es lo que no entienden en Moncloa ni en Ferraz, donde ahora hay una conexión absoluta: que Madrid vota en clave nacional. Y que cuanto más se identifique al candidato socialista con el dedazo de Sánchez, que se apoya en Bildu para seguir en el machito, que indulta al responsable condenado por un multimillonario fraude o que se pliega a ERC y sus acusaciones de dumping fiscal contra Madrid en un remedo del 'Madrid nos roba', más se acerca Almeida a la mayoría absoluta. Y eso, insisto, no hay dedazo de Sánchez ni ministra que lo arregle.
Apoya TU periodismo independiente y crítico
Ayúdanos a contribuir a la Defensa del Estado de Derecho Haz tu aportación