Opinión

Sánchez, Azaña y los dineros ocultos de la II República

En la ciudad occitana de Montauban, que entonces tenía poco más de 30.000 habitantes, murió el 3 de noviembre de 1940 Manuel Azaña y en su cementerio está enterrado. En

En la ciudad occitana de Montauban, que entonces tenía poco más de 30.000 habitantes, murió el 3 de noviembre de 1940 Manuel Azaña y en su cementerio está enterrado. En esa ciudad, que hoy tiene algo más de 55.000, se ha celebrado la cumbre hispano-francesa, con la participación de Pedro Sánchez, presidente del Gobierno, y Emmanuel Macron, presidente de Francia. No cabe duda de que la elección del sitio ha tenido que ser a instancia del gobierno español, que, sin esconder sus intenciones lo más mínimo, ha querido así emitir un mensaje de cercanía y simpatía hacia Azaña y hacia la II República, en unos momentos en los que en España vivimos una ola de críticas y descalificaciones contra la Monarquía constitucional, muchas de ellas desde las mismas filas de este gobierno.

El canon dominante en la interpretación de la historia reciente de España tiene sacralizada esa II República como un régimen idílicamente democrático, y a su último presidente, Manuel Azaña, como un demócrata de intachable conducta.

Pues bien, para conocer mejor a algunos de los personajes principales y algunos de los episodios de esa República puede ser aleccionador prestar atención a dos cartas que se cruzaron Fernando de los Ríos (ministro de Instrucción Pública y de Estado en la República y embajador en Washington durante la Guerra Civil) e Indalecio Prieto (ministro de Hacienda, Obras Públicas, Marina y Aire y Defensa Nacional durante la República y la Guerra), ya en el exilio, uno en Nueva York y el otro en México.

El poder de Negrín

El 2 de junio de 1939 de los Ríos escribe a Prieto desde Nueva York y le da cuenta de una larga entrevista que acaba de tener con Diego Martínez Barrio (último presidente del Congreso de los Diputados al final de la Guerra y Presidente de la II República desde la dimisión apresurada de Azaña el 27 de febrero de 1939). En esa carta el veterano socialista granadino escribe (a mano, según la edición del Epistolario entre estas dos personalidades, del Centro de Estudios Políticos y Constitucionales y de la Fundación Indalecio Prieto de 2010, pág. 40): “Martínez Barrio considera que todo lo acontecido entre Azaña y Negrín y lo ocurrido entre éste y usted a comienzos de Abril del 38 (destitución de Prieto como Ministro de Defensa Nacional) se explica ahora. Desde aquella época, inmediatamente antes de la crisis, comenzó Negrín la conversión de grandes cantidades de pesetas en divisas extranjeras por presión directa del Sr. Azaña y a su favor; el decreto prohibiendo la exportación de capitales estaba firmado y publicado; esto no obstante, Negrín ha convertido a Azaña cinco millones de pesetas al cambio oficial del Gobierno español. Martínez Barrio me refirió la escena de exaltación en que esta declaración le fue hecha por Negrín. Él cree que esta ha sido la clave secreta del poder de Negrín”.

El 9 de junio Prieto desde México le contesta a vuelta de correo (era un fidelísimo corresponsal) con una larga carta mecanografiada en la que dice (págs. 46 y 47 de esta edición): “A mí no se me ocultó en instante alguno que Azaña estaba coaccionado por Negrín; pero sobre este particular, considero deficiente y hasta errónea la información de Martínez Barrio. La coacción a que usted alude acaso procediera de algo muy anterior y de mayor volumen que lo narrado por Martínez Barrio, porque si Negrín había convertido en divisas, situándolas en el extranjero, dinero español procedente del señor Azaña, la responsabilidad sería de Negrín como autor de la falta, o del delito si usted quiere, pero no del presidente de la República. Ignoro si las conversaciones se verificaron y, en caso afirmativo, si llegaron a alcanzar la cuantía que Martínez Barrio señaló. Pocas semanas antes de dejar de ser yo ministro, Azaña aspiraba, como medida de previsión, a que se le cambiaran en francos algunos cientos de miles de pesetas. Al conocer yo esa aspiración la estimé admisible, porque no cabía negar al jefe del Estado lo que, a través del ministro de Hacienda, se estaba haciendo todos los días en favor de centenares de funcionarios y de personas afectas a la República para el sostenimiento de sus respectivas familias residentes en Francia”.

Quede para los historiadores la investigación a fondo de los hechos a que se refieren las cartas de estos dos prominentes socialistas, pero no deja de sorprender la soltura con que hablan de colocar dinero en el extranjero para Azaña y otros republicanos en plena guerra, y de las coacciones que unos podían ejercer sobre otros a raíz del conocimiento de esas maniobras monetarias. Va a resultar que, si nos ponemos a estudiar a fondo la II República, de la consideración de régimen admirable e idílico va a quedar poco. Aunque supongo que ni Iván Redondo ni Pedro Sánchez, cuando decidieron citar a Macron en Montauban, conocían este epistolario. Más aún, tengo muchas dudas de que sepan quiénes son los protagonistas que aparecen en estas cartas.

Apoya TU periodismo independiente y crítico

Ayúdanos a contribuir a la Defensa del Estado de Derecho Haz tu aportación
Salir de ver en versión AMP