Con toda legitimidad, Sánchez y Puigdemont van a determinar una buena medida el diseño del Estado español. Es un buen momento para recordar que ambos, en lo últimos meses, han compartido una pasión, poco menos que adolescente, en su empeño por demostrar que han sido víctimas de sendos espionajes por medio de Pegasus. El fracaso de sus performances ha sido total como suele ocurrir cuando uno se basa en falacias y oportunismos. Demostrar, con un rigor científicamente aceptable, que uno ha sido espiado por Pegasus es muy difícil; intentarlo, a partir de una supuesta copia, meses después del supuesto ataque, es esperpéntico para quienes tienen algunos conocimientos sobre la forma como trabaja el tipo de spyware que Pegasus practica.
El expresidente catalán ha perseguido su prelatura de espiado Pegasus a través de su membresía en la finalizada Comisión del Parlamento Europeo PEGA (Committee of Inquiry to investigate the use of Pegasus and equivalent surveillance spyware) basándose en las especulaciones del debidamente financiado Catalangate publicado el 18 de Abril de 2020, por Citizen Lab de la Universidad de Toronto (no toda autoproclamada ONG es desinteresada) que desde este primer día contó con todo el apoyo y propaganda de medios nacionales e internacionales. Cinco meses después, noviembre de 2022, fui invitado a comparecer en PEGA, cosa que se hizo con la oposición del circulo del señor Puigdemont y del propio Citizen Lab que no dudó en desprestigiarme en la prensa internacional, cosa realmente poco agradable. El hecho que simultáneamente fuera rechazado en una comisión del Parlament es una anécdota sin mayor valor añadido, aunque fue doloroso recibir la calificación de “terraplanista” por parte del equipo de Salvador Illa, por atreverme a argumentar la debilidad científica de Catalangate.
El plato fuerte era la segunda parte, dedicada en exclusiva a Carles Puigdemont, quien aparecía de forma muy anecdótica en Catalangate y sin ninguna referencia a su móvil
El interes de Puigdemotn en ser declarado “Pegasus spied” es comprensible ya que si sus abogados consiguieran validar tal circunstancia, su futuro judicial sería radicalmente distinto. Semanas antes, 6 de Octubre de 2022, PEGA dedicó una sesión completa a oir a los europarlamentarios presuntamente espiados. El protagonismo de la primera parte fue para Toni Comín, Jordi Soler y Diana Riba, presentes en la lista de 65 presuntos espiados de Catalangate. No tuvieron un buen día. Toni Comin después de acusar sin reparos al estado español y de declarar su condición de victima, en Diciembre de 202, como el propio Citizen Lab reconocía que no había sido espiado y que alguien se había equivocado al mandar desde Cataluña la copia de no se sabe que teléfono. Sin embargo, el plato fuerte era la segunda parte, dedicada en exclusiva a Carles Puigdemont, quien aparecía de forma muy anecdótica en Catalangate y sin ninguna referencia a su móvil. Durante dos horas denunció que él tambien fue víctima del espionaje de Pegasus y exigió respuestas sobre la implicación en ello del Estado español. Nada nuevo aportó, con lo que su reclamada condición de espiado no apareció en el informe final de PEGA, Junio de 2023, y personalmente se abstuvo, tanto en Comisión como en el Plenario.
La perplejidad tecnológica llegó al máximo al saber que, para justificar aquel supuesto espionaje, el CNI, había recurrido a la misma herramienta que Citizen Lab utilizó para Catalangate
Las urgencias de la Justicia europea, pueden justificar la búsqueda del Pegasus spied del expresident, pero es mucho menos aceptable y más dañino episodio montado por Sánchez para obtener esta etiqueta. Delegar en el ministro Félix Bolaños el intento de que la justicia española declare a Sánchez víctima de espionaje ha supuesto un desprecio a la tecnología y a la confianza democrática de los españoles. Este sagaz ministro, el 2 de Mayo de 2022 (solo habían transcurrido 13 días desde la aparición de CitizenLab) organizó una rueda de prensa para informar, en un acto inédito de ”autoacusación defensiva”, que Sánchez también era Pagasus spied. Hoy sabemos que todo se reducía a no querer enfadar a los independentistas catalanes, con un infantil “nosotros también”. La perplejidad tecnológica llegó al máximo al saber que, para justificar aquel supuesto espionaje, el CNI, había recurrido a la misma herramienta que Citizen Lab utilizó para Catalangate. En realidad es un paquete de software, un tanto banal, que con un poco de trabajo se consigue que “confiese” tantos teléfonos espiados como se quieran. Por si fuera poco, en plena efervescencia Catalangate, Bolaños montó una sesión informativa con la Comisión de Secretos del Parlamento para hacer saber que 18 líderes catalanes fueron vigilados con órdenes judiciales, sin que nunca hayamos sabido, con certeza, si ello se hizo usando Pegasus o con el más veterano SITEL. Los ceses en CNI fueron cosa de horas.
Con la afición desmedida de nuestros gobiernos en judicializar los problemas, el día siguiente a la rueda de prensa, la Audiencia Nacional recibió la denuncia correspondiente, con una acusación de espionaje propia de los hermanos Marx. En julio de 2023, un juez archivaba la denuncia, con el exótico argumento de la falta de colaboración de Israel.
El mismo informe PEGA de Junio, que rompió los planes de Puigdemont, pedía al gobierno español que aclarará los supuestos ataques sufridos por el presidente. Silencio total del ministro, con la maltrecha Seguridad Nacional como excusa al no saber qué explicar, ante este escenario de enredos, en torno a Pegasus y las derivadas de unas relaciones muy tocadas con Marruecos, Israel y el Parlamento Europeo en el semestre de la presidencia española.
Puigdemont finalmente se abrirá a negociar e incluso es posible que Sánchez le conceda la ventaja de mantener a Bolaños como su representante. El antecedente de Pegasus produce algo mas que angustia.
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