De pronto somos ricos. Hemos pasado de la antesala de la miseria a la más obscena de las abundancias. Más de 140.000 millones de euros del arcón de Bruselas al saco presupuestario de Sánchez. Un regalazo de Ángela Merkel antes de colgar su mandil de mamá Europa. El pacto lo cambia todo. Echa por tierra el 90 por ciento de los planteamientos económicos y sociales del Gobierno de coalición. Arrumba las pretensiones de Podemos y cercena las ínfulas del presidente.
¿Y qué va a hacer Sánchez con ese dineral? Nada sabemos, y he ahí el problema. Hasta ahora, el jefe del Gobierno español se ha manejado con notable habilidad en dos áreas tan poco productivas como la propaganda y el márketing. Prosperidad para lo suyo. Para sacarle brillo a Su Persona. Encabalgado en el eslogan de 'no es no' y otros reclamos del márketing de Iván Redondo, casi ha conseguido dinamitar a la derecha española hasta convertirla en un molesto polvillo fascista que hay que barrer del edificio del Estado, quizás republicano y plurinacional.
Un rescate es un rescate
Gestionar es otra cuestión. Nada ha hecho este Gobierno porque nada sabe hacer. Antes del laborioso pacto de Bruselas, Sánchez pretendía apañar sus primeros presupuestos mediante la sensata estrategia de insultar, abofetear, y correr a patadas a quienes aspira a contar como socios. Ahora tendrá otras prioridades. Como, por ejemplo, actuar en forma más ortodoxa para evitar que la Comisión o el Comité Económico de la UE le corte el grifo del enorme caudal de oro que está a punto de remitirle en forma de 'operación rescate'. Porque es un rescate, O sea un rescue, que diría el aludido.
Ahora hay que afinar, ser obedientes y portarse bien. Entramos en otro escenario radicalmente opuesto al que hasta ahora transitábamos. Estarán vigilantes, no sólo el grupo de los impertinentes frugales, sino la mayoría de los socios de la UE para que ese dinero sirva fundamentalmente de elemento dinamizador, modernizador, impulsor de las modificaciones que España necesita y que duermen el sueño de los justos. Bruselas considera inaplazables algunas cuestiones: Sostenibilidad de la deuda, blindaje de la normativa laboral y reajuste fiscal y de pensiones.
El volantazo que exige Bruselas afecta a sectores tan fundamentales de la acción Ejecutiva, como Educación, mercado, desarrollo tecnológico...ámbitos clave que caen en el ámbito de responsabilidad de ministros poco valorados por las autoridades comunitarias o, sencillamente, despreciados. Con esa gente, comentan en la diplomacia bruselense, no se puede abordar nada. Hay que hacer cambios. La firma de Bruselas supone una enmienda a la totalidad del sanchismo. El Gobierno es torpe y excesivo. Sobran carteras y faltan lumbreras. Es necesario hacer limpieza. Cuanto antes mejor. Estos son algunos nombres que aparecen en las listas de prescindibles que manejan fuentes diplomáticas de la UE. Aunque hay más.
TERESA RIBERA, demasiado verde. La vicepresidenta cuarta (51 años, Derecho, funcionaria) en tiempos una de las favoritas del presidente, ha resultado un presuntuoso desastre. Europa quiere acelerar la agenda verde. Ribera no es la persona para promover este empeño según general coincidencia. La ministra de Transición Ecológica y del Reto Demográfico naufragó al frente de la 'operación desescalada' en la pandemia. Apenas ha brillado en encargo alguno. Rostro permanentemente avinagrado, como si hubiera perdido el autobús, se muestra siempre a dos minutos de cabrearse en forma definitiva. "Si no se sienten cómodos, que no abran", le espetó a los hosteleros en pleno drama del cerrojazo. Mantiene encedidas disputas con su homóloga de Industria, Reyes Maroto, a quien consuelan algunas de sus compañeras del Consejo de Ministros. "Se deja la sensibilidad en casa". Dirigió durante años, con cierto éxito, la oficina española del Instituto de Desarrollo Sostenible en París. Nunca debió volver a Madrid.
ISABEL CELAÁ, la torpeza educativa. La educación es aspecto fundamental en las reformas pendientes mencionadas en Bruselas.Eterna asignatura pendiente en nuestro país. Defectuosa secundaria y deficiente universidad. La ley que se inventó la ministra Celáa (71 años, profesora de inglés) en la legislatura anterior nada remedia, salvo su propio afán de posteridad. Un error, un paso atrás. Sectarismo de ocasión, populismo de cajón, castigo al esfuerzo y al mérito. Es preciso adaptar la realidad educativa al mundo productivo. El campus, a la empresa. Celaá fue una portavoz gubernamental engreída e incapaz. Su bagaje de ignorancia es verdaderamente amplio y variado, acaso universal. Más que ministra de Educación, ahora es una tragedia.
PEDRO DUQUE, el jinete de las estrellas. El paseante de las galaxias aún no ha aterrizado. Europa exige desarrollo de la ciencia e I+D. Duque, ingeniero, 57 años, no es el hombre. Es el ministro desaparecido, apenas hay rastro de su gestión. Cada paso la pifia. Así, el último, con el Instituto Oceanográfico, quilombo sideral. Formó parte del primer 'gobierno bonito' de Sánchez. Debería haber salido con el escándalo de su sociedad patrimonial. Durante la pandemia, su escena televisiva con don Simón colocándose torpemente la mascarilla ante millones de españoles a quienes les habían disuadido del uso de tal artículo está ya en la antología de la infamia. No parece el hombre de la ciencia que urge Europa. Su futuro profesional pasa por posar en las portadas de los magacines disfrazado de hombre hombre del espacio o enfilar la vuelta a la Nasa.
CAROLINA DARÍAS, nunca estuvo aquí. Bruselas reclama mayor eficiencia en los servicios y la la función pública. Darías es la titular responsable de Política Territorial y Función Pública, elementos clave para la recuperación. Nadie le pone cara. Incluso hay dudas sobre si todavía es ministra. Se infectó en la pandemia y hasta hoy. Antes, tampoco. En las encuestas aparece en el centro de la nada. Su principal aportación ha sido la subida salarial de los funcionarios, que ya venía del acuerdo trifásico de Rajoy. Sólo un 40 por ciento de la pantilla funcionarial se ha reincorporado hasta ahora en su puesto desde el parón de la alarma. La Administración está adormilada, anquilosada, oxidada. La antítesis de lo que ahora se precisa.
Toda la vida en el PSOE canario, de pronto alguien se acordó de ella y aterrizó en Madrid. No es la persona adecuada ejecutar las demandas de Europa. Unos servicios públicos ágiles y eficaces. O la fragmentación del mercado interior, también competencia de la ministra Maroto. Un laberinto atenazado por la incompetencia. Un dédalo sin salida. Si Daría hubiera cumplido con algo de su labor, (no toda la culpa es suya, cierto) la maquinaria del Estado quizás se movería en la dirección adecuada. Avanzarían también las empresas, los negocios, la economía. Darías (55 años, Derecho) nunca debió abandonar el Gobierno canario, donde prometía.
ARANCHA GONZÁLEZ LAYA, la diplomacia amateur. Mínima su aportación como ministra de Exteriores en las negociaciones los líderes europeos. González Laya (51 años, Derecho y máster internacional) carece de casi todos los atributos imprescindibles para liderar la diplomacia española. Buena conocedora del ámbito internacional, ha ocupado cargos destacados tanto en Europa como en Naciones Unidad. Una funcionaria de campanillas, una experta en el documento y el dossier. Poco más. Laya apenas ha destacado en su etapa ministerial más que por protagonizar patinazos de estruendo. Firmar ayudas por valor de casi 2.000 millones a países del tercer mundo el mismo día que Europa te suelta a regañadientes la gran morterada no resulta muy adecuado. Sentarse mano a mano con el corsario de Gibraltar, elevando al Peñón a la categoría de nación soberana no tiene precedentes. Laya ni gusta en Europa ni se la entiende en Madrid. Una desgracia superlativa.
NADIA CALVIÑO, el puente con la UE. Decidida y pugnaz, Calviño (51 años, Derecho, economista del Estado, alta funcionaria de la UE) es la pieza mejor situada ante corte europea, donde se la conoce, valora y aprecia, aunque le dieron la patada en su aspiración al comandar el Eurogrupo. Derrota de Sánchez más que de la candidata. Este jueves ofició de suma sacerdotisa en la presentación de la agenda digital, ambicioso proyecto que encaja en las prioridades de Bruselas y que Sánchez ha abrazado como signo de modernidad. "Más agenda digital y menos escudo social peronista", dicen los vigilantes de Bruselas, futuros 'hombres de negro', fiscalizadores del acuerdo. La firma del rescate fortalece las posicione de la vicepresidenta tercera frente a las de Pablo iglesias, el increíble vice menguante. Sánchez deberá hacer cambios en su Gabinete después del verano. En paralelo a la negociación de los presupuestos. No le agrada la idea pero es cambio necesario. El pacto lo ha cambiado todo. Un gesto a sus futuros apoyos dentro y fuera de España.
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