Cuatro días antes de ganar las primarias el 21 de mayo, Pedro Sánchez compartía reflexiones con los periodistas y hubo dos que me llamaron especialmente la atención por atrevidas: no ser diputado es irrelevante, dijo, en tanto que su rival en las elecciones será otro distinto a Mariano Rajoy y, además, la política ya se hace más en los medios de comunicación y en redes sociales que en el Congreso.
Lo del adiós de Rajoy es una especulación que solo el tiempo confirmará, mientras que lo segundo pasaba por ser verdad incontestada... hasta que la moción de censura de Pablo Iglesias a Rajoy vino a demostrar hace dos semanas que poco o nada ha cambiado el marco conceptual en estos 40 años.
Hoy hay más televisiones y radios que en 1980, sí, pero como ocurriera en aquella moción que presentó Felipe González contra Adolfo Suárez, o en la de Antonio Hernández Mancha siete años más tarde contra él, millones de españoles volvieron a pegarse a la pantalla para asistir a la liturgia de ver al presidente del Gobierno y a su posible sustituto subiendo y bajando de esa tribuna donde se forjan los liderazgos; con Albert Rivera de fiel de la balanza.
Nada más. El resto de portavoces fueron meros actores de reparto, incluido el provisional del Grupo Socialista, José Luis Ábalos, quien desarrolló un muy digno papel, pero nunca estuvo dentro del marco; como le ocurrirá a Margarita Robles, por muy bien que lo haga en los próximos dos años.
Parece que Sánchez ya se ha dado cuenta de que fuera del Congreso va a pasar mucho frío. Los martes irá a la reunión semanal del Grupo Socialista a fijar posición sobre los temas del pleno, de vez en cuando se verá con Iglesias y con Rivera en sede parlamentaria... y poco más; entre otras razones, porque ya se ha encargado Rivera de recordarle que "si no es diputado" es su problema y Ciudadanos no va a devolverle la ventaja que perdió cuando entregó su acta.
A partir de ahí, al secretario general socialista le queda acudir a entrevistas y a alguna tertulia, si acaso, pero con cuidado. Corre el riesgo de quemarse en eso que los ingleses denominan Politics y que en España llamamos despreciativamente "politiqueo"; esto es, corre riesgo de aparecer como un tertuliano más dentro de la hiperinflación de declaraciones y anécdotas vacuas las más de las veces, para consumo televisivo... Algo así como asistir a ver a un jugador del Real Madrid o del F.C. Barcelona retirado comentando las jugadas de sus ex compañeros en televisión.
Este mediodía se podrá ver un primer ejemplo de lo que les cuento. Pedro Sánchez, tras la cita con Pablo Iglesias, no comparecerá en el Congreso ante los periodistas. Irá al programa Al rojo vivo de La Sexta y en su lugar dejará que José Luis Ábalos dé rueda de prensa en la Cámara Baja.
Y es que, apagado el eco de la victoria en las primarias, la política "con mayúsculas", esos temas de fondo que afectan a la vida de los ciudadanos, la Policy inglesa, en definitiva, la seguirán dirimiendo Rajoy, Iglesias y Rivera desde la tribuna, durante las sesiones de control al Gobierno y en los Debates sobre el estado de la Nación que queden hasta las elecciones generales.
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