Opinión

Sánchez se entretiene con el PSOE madrileño

López nunca ha ganado nada, como le pasa a su jefe, el líder del PSOE


Óscar López, ministro de la cosa digital, puede que sea, junto a María Jesús Montero y Yolanda Díaz, ambas vicepresidentas por la gracia de Pedro Sánchez y de Pablo Iglesias, la representación más exacta de lo que es el sanchismo, un fenómeno político en el que la obediencia y la emoción lucen siempre juntas cada vez que hay que salir en defensa del amo. La primera se altera y turba cuando está cerca de su Pedro. La segunda acaricia al presidente como si fuera su sobrino preferido.


El ministro digital le debe algunas cosas a un Pedro Sánchez que no olvida quienes estuvieron con él cuando pretendió, y consiguió, el control del Psoe. López apoyó a otro López, Patxi. Sí, aquel que tan graciosamente le preguntaba a Sánchez eso de: Vamos a ver Pedro, ¿tú sabes lo que es una nación?.” El tiempo ha venido a confirmar que, si no sabía lo que es una nación, sí sabía cómo destruirla. Que no sepa lo que es la nación española puede que sea una de las pocas verdades confesadas por el presidente, que no todo va a ser mentir.

Óscar López le debe a Sánchez lo que quizá él mismo no quiera recordar tras haber cumplido los cincuenta, y sin saber cómo se gana la vida la gente que trabaja en una empresa privada. No sólo es la redención tras militar en el bando equivocado. También le debe las vacaciones pensionadas que pasó como presidente de Paradores, a razón de casi 200.000 euros al año. Luego fue jefe de gabinete auxilado por una jefa de Gabinete zascandil y sobrada, que fue la que le envió a Juan Lobato la confesión del novio de Ayuso. Esa filtración envenenada que ahora investiga la justicia no deja tranquilo al ministro digital. Y no me extraña, a fin de cuentas la jefa de Gabinete, Pilar Sánchez Acera, tenía un jefe de gabinete, López, que a su vez tenia a un jefe en forma de presidente, Sánchez. ¿De verdad no les resulta estrafalario que un jefe de Gabinete tenga una jefa de Gabinete? En fin, me pregunto cómo estando las cosas tan claras damos tantas vueltas a la matraca.

El Psoe lleva sin gobernar la Comunidad de Madrid desde los tiempos de Joaquín Leguina, un histórico socialista hoy más cerca de la Puerta del Sol que de la calle Ferraz

Tras la dimisión de Juan Lobato, uno de los pocos cargos socialistas que ha mostrado respeto por la legalidad y la verdad, Óscar López, ocupa por decisión de Pedro Sánchez su lugar. No hicieron falta primarias porque nadie con cabeza quiere un puesto sabiendo cual será el desenlace. El Psoe lleva sin gobernar la Comunidad de Madrid desde los tiempos de Joaquín Leguina, un histórico socialista hoy más cerca de la Puerta del Sol que de la calle Ferraz, donde terminaron echándolo de mala manera. López ya es el líder del Psoe madrileño, pero liderazgo es una palabra vaga y a veces confusa, porque el liderazgo te da un sitio, pero no el poder, ni el control y mucho menos el aprecio de una masa de votantes que, siendo de centro izquierda, ya no saben qué hacer con la papeleta, si guardarla o rifarla.

 

Y como todos tenemos un pasado, quizá convenga recordar que el hoy ministro digital fue secretario general del Psoe en Castilla y León, y que allí fracasó con verdadera devoción. Fue también en 2012 secretario de Organización del Psoe en tiempos de Rubalcaba, y de aquellos tiempos se recuerda el apoyo que López dio a una moción de censura que contaba con el apoyo de Ismael Álvarez, condenado por acoso sexual a Nevenka Fernández. En fin, que es mejor dejarlo estar para que la votancia socialista no empiece a preguntarse eso de que han hecho ellos para mercere semejante escarnio.

Decir la verdad. Pero la verdad es una palabra ancha y noble que quema en la boca de cualquier ministro de este gobierno que tiene al frente al presidente más mentiroso de la democracia

López tiene además algunos problemas. El primero es que nunca ha ganado nada, o sea le sucede como a Sánchez. El segundo es que no es diputado por Madrid, lo que hará imposible un cara a cara con Ayuso, puede que incluso en campaña electoral. Tiene otro aún mayor, y es que hereda un partido que, aunque estaba buscando su identidad y fortaleza, no consiguió nunca el visto bueno de Sánchez. Lobato no era un sanchista, ni en público ni en privado.

 

Y como no tiene tiempo, se ve obligado a recurrir al titular efectista, facilón e insuficiente. El último es que "la presidenta Ayuso sólo ve clientes en donde hay ciudadanos", y que donde hay derechos ve negocio, y por eso el truco para gobernar la Comunidad de Madrid sólo puede ser la verdad. Decir la verdad. Pero la verdad es una palabra ancha y noble que quema en la boca de cualquier ministro de este gobierno que tiene al frente al presidente más mentiroso de la democracia.  Hay que decir la verdad a los madrileños, ha dicho en Alcorcón arropado por dirigentes que no eran precisamente amigos de Juan Lobato.
 

Si de la verdad se tratara, para ser creíble López debería empezar por explicar a los suyos por qué Juan Lobato se ha visto obligado a dimitir, y entonces habrá quien le crea. Ayuso tiene clientes, asegura quien forma parte de un Gobierno que trata a los ciudadanos como súbditos, que no se es otra cosa cuando se gobierna con trucos y votos comprados. Por eso sorprende tanto que hable de "clientes" un ministro que forma parte de un Gobierno que lo es con los votos de la derecha regionalista y carlistona vasca y catalana. Y sorprende también la fijación de la izquierda con la sanidad madrileña. El Pp lleva gobernando 30 maños la Comunidad de Madrid, pero los madrileños no nos hemos enterado en estos seis lustros del desastre sanitario.

 

En fin, que el ministro candidato tiene trabajo. Para hablar a los madrileños la verdad es tan necesaria como el respeto. Y probablemente esto último sea lo más urgente. Montaigne, al que hay que leer siempre con veneración y ganas de aprender, nos tiene dicho que hay una enorme diferencia entre las carencias y las faltas que proceden de nuestra debilidad y las que tiene su origen en nuestra maldad. Por experiencia sabemos que ver lo que está delante de nuestros ojos requiere un esfuerzo constate. ¡Atentos  madrileños!

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