“Hacer política en Madrid, dentro de la M-30, como despectivamente dicen algunos, es muy diferente de hacerla en la periferia. Es mucho más difícil. Y, o espabilamos o un ‘tahúr’ como Sánchez, con todos los cañones mediáticos engrasados durante años, nos va a pasar por encima". Con la envolvente del CGPJ y la sedición, Feijóo ya sabe con quién se juega los cuartos…
Así valoraba en la mañana del viernes un veterano de la fontanería de Génova, ahora en otros menesteres, el espectáculo de la ruptura in extremis de las negociaciones para la renovación del CGPJ que, se quiera o no, ha dejado en la opinión pública la sensación de que Pedro Sánchez ha metido un golazo por toda la escuadra a Alberto Núñez Feijóo. Un directo a la mandíbula.
Sánchez –en el avión que le traía de Senegal, perdón, de Suráfrica- acariciaba un gato mientras se relamía pensando en los titulares de la prensa y los argumentarios de los tertulianos tras la inopinada “suspensión” de las negociaciones anunciada con nocturnidad por el Partido Popular. Y dicho y hecho: “A Feijóo le han temblado las piernas”; “El PP es prisionero de la ultraderecha mediática y judicial”; “La M-30 (Ayuso) le marca el paso”; “El PP necesita un líder de verdad, autónomo y capaz de resistir a las presiones…”. El relato en este triste episodio del CGPJ, harían bien Feijóo y su círculo de poder en reconocerlo lo antes posible, lo ha ganado Sánchez. Y por goleada.
Feijóo pierde el relato
Jordi Mir publicaba en El País el año pasado un artículo titulado “Relato electoral contra conocimiento y verdad”, en el que aseguraba que “la creación de relatos tiene un peso muy importante en la política actual y dependiendo de su creación y difusión puede tener graves consecuencias. Hay una tendencia en la creación de relatos políticos que busca establecer una realidad alternativa que nos separe de la realidad de los hechos”.
Y concluía: “Los relatos políticos pueden tener como objetivo crear una nueva realidad que nos impida distinguir realidad y ficción. Los relatos políticos pueden ser ficciones que nos impidan contrastar la verdad de los hechos y hacer perder a la verdad toda relevancia. Llegados a este punto, la ficción ocupa el lugar de la realidad, de la verdad, del conocimiento del mundo en el que vivimos”.
Pues bien, lo vivido en esta semana deja un “relato” en el que Feijóo –que hasta ahora cabalgaba a lomos de las encuestas sin tener que hacer poco más que no equivocarse frente a un Sánchez zarandeado por los indicadores económicos, las urnas, las tensiones de su Gobierno y hasta por las propias mujeres feministas del PSOE- pasa ahora a ocupar el centro del ring frente a un Feijóo “al que le tiemblan las piernas” (Bolaños dixit).
El relato de esta última semana no deja lugar a dudas. El lunes, El País anunciaba que el Gobierno pretendía reformar el delito de sedición en plena negociación de las enmiendas a los Presupuestos de Sánchez. El anuncio era un misil a la línea de flotación de la negociación entre Bolaños y González Pons para renovar el CGPJ. Ese mismo día, Génova debería haber suspendido las conversaciones.
Lo que Feijóo aseguraba este viernes después de la suspensión –“no podemos negociar la reforma de la Justicia con un Gobierno que planea dejar sin castigo a quien atenta contra la Constitución”- lo debería haber dicho alto y claro ese lunes en el que el heraldo del Gobierno anunciaba que la reforma –exigida por los independentistas de ERC como pago a no presentar enmienda a la totalidad a las cuentas de Sánchez, igual que Bildu quiere echar a la Guardia Civil o el PNV, las selecciones propias y más impuestos- seguía en los planes del Gobierno.
Sin embargo, el PP se calló. Y no solo eso: siguió atornillando un acuerdo que, ahora sabemos por boca de Bolaños, iba a ser anunciado el martes. La portada de El País solo lo aplazó, pero no rompió nada. Es más: al día siguiente, Cuca Gamarra –como portavoz del PP- desligaba claramente la reforma del delito de sedición de la negociación del CGPJ. Feijóo volvía a equivocarse. En vez de romper entonces, aplazó la decisión de anunciar un acuerdo que ya tenía los 20 nombres y hasta los 12 suplentes pactados.
El miércoles, la propia María Jesús Montero tuvo un lapsus y desde la tribuna del Congreso confirmaba a sus socios de ERC que el Gobierno de Sánchez plantearía la rebaja del delito de sedición en cuanto tuviera la mayoría para aprobarla. Minutos después reculaba y aseguraba que no había querido decir eso. En los pasillos, Rufián la reprendía en privado: "A veces, no hay que hablar tanto...". Era la segunda vez que Feijóo debía haber roto las negociaciones. Pero Feijóo no lo hizo. Y el ‘relato’ seguía avanzando inexorablemente hacia el primer gran fracaso del gallego.
El jueves, desde un diario amigo con fuentes anónimas de Génova, se reforzaba ese relato en plena portada: “El PP teme la reacción de ‘la derecha, política, judicial y mediática’” ante un acuerdo del CGPJ que estaba “cerrado a falta del visto bueno de Génova”. Y en la misma mañana del jueves, Isabel Díaz Ayuso envió un mensaje al móvil del presidente del PP advirtiéndole del error de firmar. El mensaje confirmaba lo que llevaba días fraguándose: cada vez más voces dentro del partido desconfiaban. Y Ayuso, como suele ser habitual, dio el primer paso. Dando así también más argumentos a quienes insisten en 'el relato' de que Sol marca el camino a Génova.
Y Feijóo llamó a Sánchez, de vuelta de Sudáfrica. Una hora de conversación telefónica en la que el presidente del Gobierno -"con chulería, incluso" dicen algunas fuentes populares- le confirmó lo que el líder del PP ya debería saber: que el Gobierno rebajaría el delito de sedición en cuanto se cerrara el acuerdo del CGPJ. Le estaba invitando a romper las negociaciones. Y a que él pagara el precio.
Parte del PP se pregunta si Gamarra y Pons son los más indicados para enfrentarse a los Bolaños, Montero y compañía. En el combate del CGPJ, les han barrido. Por KO técnico. Y en el otro rincón, Sánchez huele la sangre"
Y el gallego, que estaba dispuesto a tragar con Conde Pumpido en el TC y a ceder un vocal al PNV que propició la caída de Rajoy, que -en definitiva- no había roto el pacto cuando debía y pese a todas las señales evidentes–la portada de El País sobre la sedición, el anuncio de Montero- no tuvo más remedio que romper... en el peor momento. Y perder claramente 'el relato'. Las portadas, las tertulias y los tertulianos multiplican el efecto ese ‘relato’ tejido por Moncloa: Feijóo no es un líder, Feijóo no resiste, Feijóo se desinfla, Feijóo rehén, Feijóo bloquea como Casado, Feijóo es otro Casado, Feijóo teme a Ayuso…
En estos tiempos líquidos, el dato ya no mata al relato: Sánchez ha colado a Feijóo un gol por toda la escuadra y en Moncloa, donde antes había crujir de dientes, ahora brillan las sonrisas y empiezan a creer que es posible la resurrección del líder. Ya lo hemos dicho aquí antes: Feijóo no puede sentarse y esperar a ver pasar el cadáver de su enemigo. Sobre todo, cuando Sánchez ha demostrado ser un superviviente capaz de sobrevivir y vencer a uno de los aparatos más poderosos de España: su propio partido.
La duda sobre Feijóo...
Alberto Núñez Feijóo debería plantearse si basta con su advenimiento a la planta séptima de Génova para llegar a Moncloa. De momento, en otros pisos de la sede central del partido se preguntan si Gamarra y Pons son los soldados más indicados para enfrentarse a los Bolaños, las Montero y compañía. En el combate del CGPJ, les han barrido. Por KO técnico. En el otro rincón, Sánchez huele ya la sangre. Y la sombra de la duda planea por primera vez sobre "el líder adulto" que ganó varias mayorías absolutas en Galicia pero que ya no parece tan cómodo "dentro de la M-30". Espabila, Alberto, antes de que sea tarde.
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