Opinión

Sánchez y Feijóo, contra Lagarde

Es el votante el principal responsable del comportamiento de los políticos, ya que premia al que más promete, al que más gasta, en lugar de valorar al gestor responsable

Los últimos meses se ha roto el enamoramiento de los gobiernos con los bancos centrales. Tras años de romance en los que, a pesar de la prohibición estatutaria de financiar a los estados, estos entes han comprado en el mercado secundario deuda soberana, tras más de una década en la que su política de tipos ultra bajos y sus inversiones en toda clase de activos han inundado de liquidez el sistema y con ello han propiciado incluso que se emitieran bonos con rentabilidades negativas, los bancos centrales decidieron cambiar radicalmente su política. Primero la Fed y luego BCE, han elevado rápida y agresivamente los tipos de interés y han eliminado sus adquisiciones e incluso están reduciendo, la Fed de forma más contundente que BCE, sus balances. El objetivo es luchar contra la inflación.

¿Cómo estas medidas actúan contra la subida de precios? Se supone que al encarecer la financiación, en un mundo donde la deuda es tan fundamental, la demanda se reduce. La consecuencia obvia es que la economía se enfría y se reduce el crecimiento o incluso se puede llegar a la recesión pero merece la pena para frenar el coste, sobre todo social, que implica que, por ejemplo en España, los precios sean, en media, casi un 13% más caros que hace dos años.

El Gobierno español, a pesar del récord de recaudación, sigue gastando bastante más de lo que ingresa y como estamos en año electoral, no va a parar

Sin embargo, los gobiernos los dirigen políticos que buscan la reelección, y son conscientes de que el gasto público genera votos, y les da igual ajustar ingresos y gastos en los presupuestos y abusan un año tras otro de los déficits. Estos déficits los cubren con deuda, deuda que ha sido fácil y barata de colocar, hasta no hace mucho tiempo, gracias a los bancos centrales. Pero ellos, que durante años han alimentado esta irresponsabilidad de nuestros gestores, ahora dificultan que sea tan fácil aumentar el gasto público.

El Gobierno español, a pesar del récord de recaudación, sigue gastando bastante más de lo que ingresa y como estamos en año electoral, no va a parar. No importa que el coste de endeudarse sea cada vez mayor o que la UE advierta que a partir del próximo año el déficit debe reducirse, ¿qué importa España si el principal objetivo es ganar las elecciones? Lo estamos viendo con muchas decisiones claramente electoralistas y que son financieramente irresponsables. Familias con problemas para llegar a fin de mes porque los asalariados para nada tienen un 13% más de ingresos que hace dos años, tienen que ver cómo el gobierno español usa los recursos del estado para financiar, sin tener en cuenta las rentas, billetes de tren, depósitos de combustible de automóviles de más de cien mil euros, videojuegos para los que cumplen 18 años…

La oposición está con la misma deriva populista, como hemos podido ver en autonomías gobernadas por el PP donde dan ayudas a pensionistas, cobren lo que cobren a fin de mes. Y la última coincidencia entre Feijóo y Sánchez ha sido anunciar avales públicos para comprar viviendas. ¡Hasta Vox y Cs presumen de que la propuesta es suya! Y eso que es una idea no sólo absurda (porque promociona que la gente se endeude y encarecerá los precios), además contraproducente con los objetivos del BCE de endurecer el crédito para que el IPC frene su escalada. Lo triste es que esto ya lo hemos visto, en su día se ofrecía un gran descuento fiscal a los que compraban una vivienda y se comprobó que lo que provocaba era que se acabara pagando más. Cuanto mayor sea la capacidad de gasto y/o de endeudamiento, menos posibilidades habrá de que bajen los precios porque aumentará la demanda, justo lo contrario que buscan, con buen criterio, los bancos centrales. Éstos se han equivocado durante muchos años y ahora que hacen lo correcto, se ven torpedeados por los gobiernos en general, y por el de España en particular. Y encima la oposición parece seguir por el mismo camino.

Si siguen prometiendo más gasto público, no sólo empeorarán nuestras cuentas públicas, sino que estarán perjudicando la labor del BCE en su lucha por rebajar la inflación

Es el votante el principal responsable del comportamiento de los políticos, ya que premia al que más promete, al que más gasta, en lugar de valorar al gestor responsable que mira por el largo plazo. Todavía recuerdo las tres mayorías absolutas consecutivas que consiguió Gil y Gil en Marbella en la década de los 90 del siglo pasado, y no digo que no tomara medidas positivas pero es cierto que dejó al ayuntamiento completamente arruinado. Fue el típico político populista antes de que el populismo se pusiera de moda. Antes era habitual -como ahora- que se prometiera mucho y se cumpliera poco, pero él prometió mucho y cumplió mucho; eso sí, a costa de la salud financiera de la ciudad. Los marbellíes sabían que estaba haciendo cosas ilegales y eran conscientes de que la deuda era insostenible pero como veían que la ciudad mejoraba… le seguían votando. Sánchez y Feijoo son conscientes de que, por desgracia, muchos votantes siguen apostando no por el mejor gestor, sino por el que gasta más.

Es muy obvio pero necesario repetirlo una vez más: los gobiernos lo único que hacen es gestionar el dinero de todos, redistribuyéndolo. Ni Sánchez ni Feijóo (ni Abascal ni Díaz) nos van a dar nada que no sea nuestro ya. Lo que ofrecen o viene de nuestros impuestos o de la capacidad de endeudarse de nuestro país. Si siguen prometiendo más gasto público, no sólo empeorarán nuestras cuentas públicas, sino que estarán perjudicando la labor del BCE en su lucha por rebajar la inflación. Mientras Lagarde intenta forzar austeridad con tipos de interés más altos y reduciendo el crédito bancario, nuestros políticos hacen lo contrario. Y en estos meses que faltan para las generales, seguro que vemos aumentar el antagonismo entre ellos.

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