Lo único que Mariano Rajoy hace rápido es caminar. Lo ha demostrado siempre, con ese pasito atribulado que volvimos a ver esta semana en las imágenes que difundió La Sexta para denunciar la manera en que el ex presidente se saltaba el confinamiento para ir a hacer ejercicio en los alrededores de su urbanización.
La aparición mariana no podía ser más fiel al repertorio del personaje: pantalones térmicos no del todo ajustados, mirada de monaguillo y boquita siempre apretada. Rajoy caminaba calle arriba y calle abajo sin ir a ninguna parte. La calistenia, aunque ilegal, tenía ese aire de Tebeo de Ibáñez que despierta cierta simpatía en el paisaje, como decía Rafa Latorre esta semana en su Gallo zumbón.
Duermo más tranquila desde que el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, ha confirmado que se investigará el comportamiento del ex presidente del Gobierno para verificar si su comportamiento merece una sanción. Pocas veces se ha visto un gobierno que haga tantas cosas. No paran y se preocupan, además, de que lo sepamos. ¡Eso está bien, muy pero que muy bien!
Sánchez visitó unos talleres del Corte Inglés. Iba vestido de apicultor, aunque igual yo pensé que iba a inaugurar un pantano
Esta semana, Sánchez visitó unos talleres de El Corte Inglés. Iba vestido de apicultor, aunque igual yo pensé que iba a inaugurar un pantano. Es increíble Sánchez: a una hora está en el Congreso compareciendo y al ratito le toma el pulso a la salud empresarial de este país.
Y ya ni hablar de cuando le sube la moral a la tropa los fines de semana. Yo espero todo el sábado sentada en el sofá, sacando brillo a mi fusil Máuser, cuando lo oigo hablar. "¡Lucharemos en las playas!", pienso. Como en mi otra vida crecí entre generales y coroneles, a veces no controlo la descarga eléctrica que supone su terminología en mi cerebro.
Hace muchas cosas Sánchez: se cambia de ropa, aparece en un lugar y luego en el otro, despacha y despecha, llama por teléfono veinte veces al día e imprime una docena de documentos cada hora. Si hasta cuando pide un Plan Marshal, me da mí por imaginarme como en Villar del Río y me entran ganas de disfrazarme de andaluza. Si hasta parece un hombre salido de una tarta en un programa de concursos. Está en todo lo importante, hasta sabe cuándo Rajoy se salta el confinamiento.
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