Opinión

Sánchez, Macron y la prensa

Si en la antigua Roma hubiera existido la censura de prensa o las presiones sobre quienes escriben hoy no tendríamos ni a Horacio, a Juvenal o a Cicerón. Lo dijo Voltaire. Esto viene a cuento de la cruzada que

Si en la antigua Roma hubiera existido la censura de prensa o las presiones sobre quienes escriben hoy no tendríamos ni a Horacio, a Juvenal o a Cicerón. Lo dijo Voltaire. Esto viene a cuento de la cruzada que Su Sanchidad ha iniciado contra los medios que no le bailan el agua. Estoy convencido de que el monclovita será lector de Voltaire y se sabrá “Cándido” de corrido. Caso contrario, imposible conociendo la capacidad intelectual, memorística y termodinámica de Pedro, habrá leído “La henriada”, “El filósofo ignorante” o el “Diccionario filosófico”, que causó no pocos problemas al filósofo, llegando incluso a negar su autoría. Con decirles que la obra acabó en el Índex y se quemó en las plazas públicas está dicho todo.

Pues bien, ese volteriano – de voltio, enchufe - llamado Sánchez es partidario del gato Jinks, ya saben, el de los dibujos, que repetía constantemente aquello de “¡Odio a muerte a los ratones!”, solo que en este caso no son ejemplares de Mus Musculus, roedores miomorfos de la familia de los Muridae. Ah, no, hijos míos, son los plumillas, los pérfidos de la canallesca, los del fango, los sicarios de la ultra mega super extrema derecha, piso siete, número cuatro, interior izquierda. Porque el monstruo de Sanchezstein nos tiene muy calados. Así lo declaró en una de esas raras entrevistas que concede a seres de luz en cadenas amigas, esclavas y siervas, como Fernando Galindo. En este caso, Sánchez monologó -nos resistimos a llamarlo entrevista- en la primera de La Espantosa frente a la intrépida Silvia Intxaurrondo y al seráfico Marc Sala, que asienten como pocos. Con semejante air bag, el presidente se explayó a gusto y poco faltó para que se quitara la chaqueta, los zapatos, se desabrochara el cinturón y el primer botón del pantalón, se arremangara, se despojase de la corbata y se pidiera un refresco. Como en casa, que es lo que le gusta. Sánchez anunció que el gobierno no responderá ninguna pregunta parlamentaria que surja a partir de informaciones periodísticas. El que quiera saber, a Salamanca. Y como sea que en este oficio la solidaridad entre compañeros es tan etéreo como la virginidad en un burdel, algunos periodistas piden que no se permita ejercer el oficio a Vito Quiles, al que manifiesto toda mi solidaridad ante la campaña que han desatado los pijoprogres sobre él más digna de Cuba o Venezuela que de un país europeo. Seguro que esos informadores de la oficialidad estarán encantados con que el gobierno tome medidas para “regenerar los medios”, como anunciaba con todas las señales de alarma mi querido compañero Rubén Arranz: “Van a ser cómplices de algo muy turbio que se presentará como un fin noble, pero derivará en un desastre”.

El presidente Macron, por el que no siento ninguna simpatía política, ha demostrado, en cambio, que es un hombre con sentido del estado

¿Pero no decía usted que también iba a hablar de Macron?, se preguntará alguien a estas alturas del artículo. Pues sí señor. El presidente Macron, por el que no siento ninguna simpatía política, ha demostrado, en cambio, que es un hombre con sentido del estado. En rueda de prensa y ante todos los medios, adictos y no adictos, contemporizadores y abiertamente adversarios, ha hablado de todo. Las elecciones que ha convocado tras el sopapo que le ha propinado en las europeas Marine Le Pen, la crisis en Europa, los problemas con la inmigración ilegal, los disturbios, la economía, en fin, de todo lo que le han querido preguntar nuestros compañeros de la cosa gala. Y eso es todo lo que hay que decir de Macron, que será lo que sea pero se gana el sueldo y no actúa como un coronel bananero. Y un cobarde, digámoslo todo, porque si tanto miedo tienes a que te pregunten cosas que no te gustan, métete a vendedor de arena en el Sahara, muchacho. Que allí hay mucha paz y Mohammed igual te lo arregla. Eso es todo. ¿Alguna pregunta más? Pues permanezcan atentos a nuestras pantallas, que lo siguiente es volver a hacer el No-Do.

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