Me había prometido a mí mismo que esta semana intentaría no hablar de Pedro Sánchez. Misión imposible. No hay territorio sensible de lo público, sea o no incumbencia del Ejecutivo, en el que no intervenga la larga mano del presidente. No hay decisión ministerial con repercusión mediática que no sea monitorizada, y a menudo explotada, por el jefe de Gobierno. Hubo un tiempo en el que los ministros tenían márgenes de autonomía, incluso arriesgaban decisiones contra el criterio del presidente. Asumían responsabilidades. Hacían política. Eso se ha terminado. Desde que las primarias se han convertido en un instrumento para silenciar el debate interno en los partidos, al Gobierno no llegan políticos, sino subalternos.
Viernes 24. Aun así, estaba decidido a intentar la pirueta de escribir de algo que despertara cierto interés sin citar a Sánchez. Pero cuando el viernes le oí decir que el asalto a la valla de Melilla, que se saldó con una treintena de muertos (37 según algunas fuentes), fue un “trabajo bien hecho”, supe que mis buenas intenciones tendrían que esperar a mejor ocasión. No daba crédito. El presidente del Gobierno de una democracia europea, que además se autoproclama de izquierdas y progresista, asumiendo con pasmosa frialdad lo que a todas luces parecía una masacre injustificada, valga la redundancia.
Sábado 25. Esperé al sábado por si se producía lo que estaba seguro que se iba a producir, sobre todo después de que todos hubiéramos visionado las terribles imágenes que reflejaban la gravedad de lo sucedido: una rectificación en toda regla; la noticia de que España, como país soberano, protector de los derechos humanos, frontera exterior de la Unión Europea, iba a solicitar a Marruecos una explicación. Como la que exigió Pedro Sánchez en febrero de 2014 tras el ahogamiento de 15 inmigrantes en la playa del Tarajal, señalando indirectamente a la Guardia Civil. Al menos eso, una explicación. Siquiera por las muy escrupulosas y protocolarias vías diplomáticas al uso, y sin ir más allá; sin, por ejemplo, llamar a consultas a la embajadora en Madrid, como habría debido ocurrir. Pero no.
Sorpresa, incredulidad y, finalmente, indisimulable irritación al escuchar el argumento que todo lo explicaba: ‘Fue un ataque a la integridad territorial de nuestro país’
La sorpresa inicial se transformó en incredulidad cuando escuché a Sánchez calificar de “extraordinario trabajo” el que llevan a cabo la Gendarmería de Marruecos y las fuerzas de seguridad españolas. Así, sin distinciones, sin considerar lo ofensivo que sonaba que el presidente del Gobierno no estableciera ninguna diferencia entre los estrictos protocolos por los que se rigen las actuaciones de la Guardia Civil y la Policía españolas en casos como este y la brutalidad policial marroquí. Un nuevo ejemplo de la alta estima que profesa el líder del PSOE a nuestras Fuerzas de Seguridad.
Primero sorpresa, luego incredulidad, y, finalmente, indisimulable irritación al escuchar el argumento que todo lo explicaba, contundente, irrebatible: “Fue un ataque a la integridad territorial de nuestro país”. Dos mil subsaharianos desesperados, enviados por las mafias a dejarse los tendones en la valla, invadiendo España. Las mafias al asalto de la madre patria. Silencio. Apenas reacciones de dignidad desde la izquierda. Todos los subalternos declamando el libreto. Hasta Margarita Robles, paladín de los desfavorecidos, pesadilla de los policías corruptos, apuntándose al carro: “Hay que ser contundentes en inmigración; detrás están las mafias”. “¡Marruecos inocente!”, le faltó añadir.
La OTAN, al rescate
Lunes 27. Nada que hacer. Isabel Rodríguez agradece la colaboración de Marruecos. ¿Qué había en tu móvil, Pedro?, se preguntaba aquí Pérez Giménez. ¿Qué sabe Mohamed? Creíamos haberlo visto todo, pero no. La portavoz cumple a la perfección con su papel de cancerbera y desvía hacia sí todas las preguntas que sobre lo sucedido en la frontera con Melilla los periodistas dirigen a Irene Montero. Unidas Podemos ha tragado. Otra muestra más de ese izquierdismo de latón que practican, de que ni cien casos como este les sacarán del Gobierno, de su imparable descrédito.
Martes 28. Ione Belarra pide por carta a Grande-Marlaska y a Albares (“La cumbre de Madrid es comparable a la caída del muro de Berlín”; eso tirando por lo bajo) una investigación. Hecho. La Fiscalía General toma cartas en el asunto (sic). Dolores Delgado lo deja en manos de la fiscal de Sala de Extranjería, que es como pasarle el muerto a mi prima. Seguro que Rabat se lo toma muy en serio y reprende a los responsables de la carnicería. Dalo por hecho. Todos contentos.
Miércoles 29. Punto y final. Sánchez le dice a Àngels Barceló que sí, que “lo que hemos visto en Nador es una tragedia, pero es el último acto de una tragedia que empieza mucho antes”; y, sí, otra vez: hay “que ser empáticos y ponernos en la piel de los migrantes y sus familias”, pero yo no he venido a hablar de eso, pesaditos estáis, sino de la OTAN. Para hablar de Marruecos habría ido a Onda Cero, o a la COPE. Gracias a mi persona, “España se ha convertido en el centro de la política internacional”, con dos cojones. Así que no toquéis más los huevos con los subsaharianos. Ni con la inflación.
Inenarrables las tragaderas de Unidas Podemos. Otra muestra más de ese izquierdismo de latón que practican, de que ni cien casos como este les sacarán del Gobierno
No, yo no quería escribir esta semana de Sánchez, sino de Feijóo, y del sentido común como “instrumento refinado e importante para la supervivencia de la especie humana” (“Introducción a la filosofía de la ciencia”. Marx W. Wartosfsky. Alianza Universidad). Yo no tenía intención de citar a Sánchez, ni a los gigas de su móvil, ni recordar lo evidente, que lo ocurrido en Melilla es solo un avance de lo que se nos viene encima, vía hambruna africana, y vía Argelia tras el inesperado giro de la política respecto al Sáhara. Pero como ha dejado dicho aquí Gabriel Sanz, hay frases que marcan para siempre, de las que ya nunca te puedes escapar. Frases que te radiografían, que desenmascaran a quienes las pronuncian y que, otros sabrán, no puedes dejar pasar. 37 muertos. “Un trabajo bien hecho”.
La postdata: asalto al CNI, INE, CNMV, CIS, Indra…
Programa PSOE elecciones generales abril 2019. Punto 4.19:
“La regeneración democrática en España es un desafío constante, tras sufrir nuestra democracia un proceso de deterioro progresivo con pérdida de vitalidad de sus principios en el ejercicio del buen gobierno, por los casos de corrupción, ineficacia en la gestión, prácticas clientelares y reparto de cuotas partidarias en organismos, así como por la existencia de zonas de opacidad y abusos de poder en el funcionamiento de las instituciones”(…). [Es preciso garantizar] “la independencia de los organismos constitucionales y reguladores; velando por una separación de poderes efectiva; y ofreciendo la rendición pública de cuentas y el sometimiento del Gobierno al control del Parlamento”.
Programa PSOE elecciones generales noviembre 2019. Punto 2.3.1.:
“Promoveremos acuerdos parlamentarios que permitan la elección y renovación de los órganos constitucionales y organismos independientes, como en el caso del Consejo General del Poder Judicial, el Defensor del Pueblo, la Presidencia del Consejo de Transparencia y Buen Gobierno y el Consejo de Administración de Radiotelevisión Española. Primaremos en la búsqueda de dichos acuerdos la efectividad de los principios de igualdad, paridad de género, mérito, capacidad y prestigio profesional”.
Blog de Odón Elorza. Artículo titulado “Cinco claves para ganar a la derecha”. Clave número 5: “Por su parte, nuestro Parlamento ha de ejercer más activamente sus funciones democráticas como espacio para el diálogo político, la participación y los grandes acuerdos de Estado. El objetivo es prestigiar las instituciones, garantizar la independencia de los organismos constitucionales y supervisores y reforzar la calidad de la democracia. Porque ante el avance de las ideas ultras y populistas necesitamos MÁS DEMOCRACIA”.
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