“Por responsabilidad institucional” dijeron los miembros del Gobierno que pertenecen al cupo de Podemos cuando se les preguntó por las razones que les llevaron a asistir a la Fiesta Nacional y a la recepción que los Reyes de España ofrecieron a sus invitados, con desfile militar incluido. No hay que haber estudiado Filosofía para deducir que los representantes institucionales que no fueron, pero que estaban invitados por razón de su cargo, dejaron su responsabilidad institucional en el sillón de su despacho. Dos presidentes, el de Cataluña y el del País Vasco y dos ministros, el de Consumo y el de Universidades.
A nadie puede extrañar que los dos primeros falten a la cita comunitaria. Quienes hemos tenido la obligación de compartir reuniones institucionales con los que en diferentes etapas han ostentado las presidencias catalanas y vascas sabemos de sus respectivos complejos de superioridad. No sé si porque se creen los representantes de dos pueblos superiores o porque son ellos los que se sienten así. En cualquier caso, como dicen en mi pueblo, la tontería es cualquier cosa. Claro que sintiéndose halagados de la manera en que lo han sido desde que la democracia echó a andar, a cualquiera que no tenga los pies muy asentados en la tierra se le puede subir la tontería a la cabeza.
El día en que PSOE y PP decidan, por fin, ajustar sus votos para que el gobierno del uno no necesite el voto de los desleales y de los traidores, se les acabará el cuento
Tanto el presidente del País Vasco como el presidente de Cataluña no serían más que unos más en la nómina de presidentes si al presidente del Gobierno de España no le resultara necesaria, para seguir gobernando, la colaboración de los partidos que ambos representan. El lehehdakari y el president no serían nada de nada sin Pedro Sánchez. Así que no sé de donde les viene ese afán de desairar al Jefe del Estado. El día en que PSOE y PP decidan, por fin, ajustar sus votos para que el gobierno del uno no necesite el voto de los desleales y de los traidores, se les acabará el cuento de quienes se creen más que nadie sin que se sepa de qué presumen para tanto como destacan.
Quienes sí pudieron llevarse un disgusto enorme debieron ser los Reyes y la Infanta Sofía cuando descubrieran que dos ministros del Gobierno prefirieron tomar las de Villadiego y no acudir al Salón del Trono para saludarles. Imagino que tanto don Felipe VI como doña Letizia estarán al tanto de cuántos y quiénes forman parte de su gobierno. Pero ser Rey o Reina no obliga a tener una memoria de caballo, por lo que pudiera haber ocurrido que, como le ocurre a la mayoría de los ciudadanos que vivimos en este Reino, no hubieran recordado que existen dos ministros, uno dedicado al Consumo y otro dedicado a las Universidades. Y puede ser esa la razón por la que la sangre no llegara al río y si te vi no me acuerdo. Dos manos menos que estrechar y dos ministros menos que recordar. Total para el papelón que están haciendo.
Tuvimos noticias de un sondeo en el que se nos hacía saber que los extranjeros tienen mejor opinión de España que la que tenemos los españoles de nuestro país
Ahora que en este año se cumple el centenario de la fundación del Partido Comunista de España, resultaría chusco si no fuera dramático, que un partido que sufrió en la lucha contra la dictadura después de haber perdido una guerra junto con otros muchos defensores de la II República, haya tenido que esperar cien años para ocupar una cartera ministerial sin apenas competencias y sin presencia significativa en la vida política española. Y el mismo día en el que los españoles celebrábamos la Fiesta Nacional, tuvimos noticias de un sondeo en el que se nos hacía saber que los extranjeros tienen mejor opinión de España que la que tenemos los españoles de nuestro país.
Una de las preguntas que se hacía a los encuestados españoles era que manifestaran su grado de orgullo por ser español. Parece ser que son los jóvenes los que menos orgullosos se sienten de haber nacido en España. ¡Y con toda razón! No sé cuales son las razones por las que se tienen que sentir orgullosos de haber nacido donde nacieron cuando no hicieron nada para conseguirlo. Solo debemos sentirnos orgullosos de lo que hacemos nosotros, pero no de lo que hicieron nuestros padres. Qué pensaríamos de aquel que dijera: ¡qué orgulloso me siento de mis progenitores que tuvieron la brillante idea de traerme al mundo! No sentir orgullo de ser español no es incompatible con sentir agradecimiento por habernos permitido nacer en esta parte afortunada del planeta. Unos kilómetros más allá y seguramente hubiéramos nacido en alguna zona sin agua, sin escuelas, sin hospitales y sin futuro. Tuvimos suerte, pero no hicimos nada para merecerla; por eso me fastidian tanto los que, por haber nacido aquí, le niegan el pan y la sal a los que buscan aquí lo que nosotros nos encontramos a
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