Escuchando y leyendo las reacciones de nuestros hombres y mujeres socialistas, socialdemócratas, comunistas y otros radicales ante los dos nuevos impuestos ideados por Sánchez que pagaremos entre todos, como todos pagamos el execrable impuesto que nos cobra vía inflación al no deflactar el IRPF, es claramente perceptible la enfermedad crónica de la izquierda española.
Es así porque tras aplaudir la progresiva rapiña fiscal a la que nos somete Sánchez -sufrimos la mayor presión fiscal de nuestra Historia- aplauden también los sucesivos bonos, vales, tiques y cheques regalos que nos entrega con una parte del producto de lo previamente rapiñado. Primero nos lo quita, después nos devuelve algo de lo quitado. Se parece mucho, muchísimo, a lo que pude observar en Cuba cuando en una misión de apoyo de Gobierno a Gobierno, estuve en largo e intenso contacto con los responsables de la Administración cubana. Entonces les pagaban -ahora les pagan- un sueldo ínfimo a los cubanos, aplicándoles el truco de la imposición implícita -el impuesto les es detraído antes de retribuir su trabajo- para posteriormente entregarles los papeles que pueden canjear en los colmados por arroz, fríjoles y papas ¡Qué bueno es Fidel! y ¡Qué logros nos ha dejado su revolución! Pues lo mismo aquí: ¡Qué bueno es Sánchez!, nos “regala” el bono-joven, el bono-cultural y 20 céntimos por litro de gasolina.
Recuerdo el orgullo con el que los responsables del Ministerio de Finanzas de Cuba me enseñaban el Club Habana, presumiendo muy ufanos porque que Fidel había acabado con la desigualdad en su utilización, pues antes de la Revolución solo unos pocos cubanos lo podían utilizar. ¿Y ahora? pregunté ingenuo. ¡Ahora ninguno! Me respondieron, aquí solo entran los extranjeros, la Revolución nos hizo a todos los cubanos iguales ¡Gloriosa Revolución! Pues, venga Sánchez, en aras de esa igualdad “a la cubana” y puesto que, desgraciadamente, no todos los españoles pueden irse de vacaciones, podrías prohibir que ningún español lo haga. Es más, para ganar en igualitarismo, también podrías prohibir que los españoles viajasen al extranjero ¡Como en Cuba!
Primero nos lo quita, después nos devuelve algo de lo quitado. Se parece mucho, muchísimo, a lo que pude observar en Cuba cuando en una misión de apoyo de Gobierno a Gobierno, estuve en largo e intenso contacto con los responsables de la Administración cubana
Eso sí, mientras tanto, cóbranos más impuestos y sigue haciéndonos regalos. Estoy dispuesto a ayudarte con algunas ideas. Podías inventarte un impuesto por ducharse, pues el que se ducha consume un bien natural como el agua que hay que proteger, otro por cantar pues el que canta provoca contaminación acústica, y otro por leer pues la lectura provoca consumo de papel y eso afecta negativamente a la conservación de nuestro patrimonio forestal. Y a cambio podías regalarnos media hora diaria de intervención tuya en RTVE, un bono para poder dar un paseo por los jardines de la Moncloa y otros para hacerse una foto al lado del Phantom, como los cubanos se hacen fotos junto al Gramma.
Te faltaría una cosa y es pronunciar ampulosamente una frase histórica para llenar muros y carteles. Si cuando era juzgado por el asalto al cuartel Moncada, Fidel pronunció ante el Tribunal juzgador aquello de “Condenadme, no importa, la Historia me absolverá” la tuya, dirigida a los tuyos, debiera ser: “Absolvedme, da igual, la Historia me condenará”.
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