Sánchez se desploma en las encuestas, tras el numerito de los indultos y el tarifazo de la luz. Lo extraño es que no haya sucedido mucho antes, pero lo cierto es que él se hunde y la derecha se agarra a esto como a un clavo ardiente. Clavo de esperanza, pero ardiente al fin. Cuidado, no nos vayamos a quemar. Recordemos que el inquilino de la Moncloa es como Rasputín, tan indestructible que tuvo que ser envenenado, disparado y arrojado al río para acabar con él.
Tendría que ocurrir algo similar para librarnos de nuestro presidente. No un magnicidio, entiéndanme, sino la muerte política de Pedro I, el Indestructible, que se encuentra de vacaciones como muchos ciudadanos. El verano distrae, nos envuelve en su abrazo somnoliento, no invita a pensar. Cuando acabe el estío llegarán los fondos de la Unión Europea y la factura de la luz ya no parecerá tan terrible. Para entonces estaremos todos vacunados, dos puntos a favor del de Moncloa.
¿Los indultos? ¿Seguirán indignando a la ciudadanía española? En absoluto. Pasarán al olvido porque los de ERC volverán a un perfil bajo. El descaro actual de Rufián en el Congreso de los Diputados es solo una estrategia para aplacar a sus votantes, quienes querrían la independencia para ayer. Aragonés actúa en la misma línea, pero con formas más sosas, e incluso aparentemente serias. ¿Resultado? Los secesionistas, tranquilos, ven que sus líderes cumplen con lo prometido. Ahora bien, Aragonés es una simple marioneta en manos de Junqueras. Recordemos la decepción de los fans del indultado al comentar que la independencia debería planificarse a medio plazo.
¿Ha renunciado Junqueras a sus objetivos? En absoluto. Cree firmemente en aquello que quiere y ha prometido, lo demostró al ir con dignidad a la cárcel. Ojalá mis representantes políticos fueran así, exceptuado el detalle de estar mal de la cabeza. Precisamente porque ve posible una futura República catalana es consciente de que no se logrará a las bravas.
ERC necesita la reelección de Sánchez. Rufián tranquiliza a sus votantes, Junqueras negocia bajo mano con el presidente para asegurar la continuidad de los proyectos políticos de ambos
La estrategia de ERC es obvia: jugar al poli bueno, poli malo. Rufián es el gamberro que ilusiona a sus votantes cada vez que propina una bofetada a Sánchez en el Congreso. Su militancia interpreta esta actitud como una confirmación de que se obtendrá rápido la independencia por méritos propios y con chulería torera, valga la ironía. Ante sus ojos es el poli bueno, quien les proporciona tranquilidad. Entre tanto, el poli malo de Junqueras actúa en la sombra, maniobrando para conseguir el tiempo que necesita para llevar a cabo sus planes con seny. Una escisión política de esta envergadura es totalmente inviable en menos de dos años. ERC necesita la reelección de Sánchez. Rufián tranquiliza a sus votantes, Junqueras negocia bajo mano con el presidente para asegurar la continuidad de los proyectos políticos de ambos.
Movilizar la izquierda
¿Puede salvarnos la derecha? Ante este panorama no sólo podría, sino que sería tan sencillo como arrebatarle un juguete a un niño. Sin embargo, tanto el PP como Vox parecen caballos de tiro con anteojeras que les impiden ver más allá de la estrategia política y de comunicación que ha decidido cada uno de ellos poner en marcha, como ya quedó comentado. Los populares siguen centrando todo en la economía. Su mejor baza, Díaz Ayuso, empieza a incurrir en deslices graves, por no hablar del factor Feijoó. Vox, por su parte, insiste en sus ramalazos de malotes de la clase. No solo asustan a sus posibles votantes sino que aumentan y “justifican” el pavor que les tiene la izquierda que seguramente saldrá a votar en masa por ese pánico sui generis al “fascismo”, concepto similar al del hombre del saco: no existe, pero infunde un terror abismal.
¿Y la Unión Europea? Bruselas se dirige hacia una Europa de las regiones, poblada por individuos inoculados con la ideología de la Agenda 2030. Es infinitamente más sencillo gobernar a sujetos carentes de todo tipo de raíces. La Europa que va trocando poco a poco el geist propio de sus pretéritas naciones en algo meramente folclórico que sirva de atracción turística, ya sea San Fermín o el festival de Venecia. La Europa del gobierno central de cuyos movimientos no nos enteraremos ni de la misa la media. Gobierno del cual depender, porque el apoyo tradicional –familia, amigos, vecinos- va diluyéndose de forma sistemática por la necesidad de la población de emigrar constantemente por motivos laborales.
Para esto es necesario que se produzca una balcanización de los estados nación, pero sin lo engorroso de las guerras civiles que estas cositas conllevan. Cataluña es un conejillo de Indias en este sentido. ¿Exagero? No hay más que observar las reacciones de la UE desde el golpe de estado de Puigdemont en 2017. A PSOE y ERC los necesitan para llevar a cabo la transición hacia la independencia de Cataluña sin violencia. Pero para esto hace falta tiempo. Tiempo que juega a favor de ambos partidos, que les es imprescindible para conservar la poltrona.
No parece sencillo encontrar un elemento determinante que revoque este panorama. Y, créanme, nada deseo más que estar equivocada en mi diagnóstico.