Opinión

Sánchez ya tiene lo que quería

El presidente tiene ahí a alguien que conoce bien como relacionarse con Moncloa, algo que aprendió con esmero cuando fue fiscal general del Estado con Zapatero

  • Cándido Conde-Pumpido, presidente del Tribunal Constitucional / Europa Press

Me tomo la licencia de hacer mía una frase que, dicen los entendidos, pronunció Picasso en algún momento de su vida para explicar su complejo universo artístico. Decía el pintor malagueño que todo aquello que el cerebro humano pueda imaginar, existe. Tiene razón, sólo desde ese ejercicio que roza la metafísica uno es capaz de explicarse el país que tiene. Hace falta mucha inventiva para llegar al punto en el que nos encontramos. No hay día en el que no me vea obligado a echar mano de la ocurrencia picassiana para explicar lo que me rodea, por lo tanto, lo que nos pasa. O algunos creemos que pasa.

Pero seamos serios, muchas de las situaciones que vivimos son difícilmente imaginables por el cerebro humano. Al menos por el mío. De hecho, yo nunca pude imaginarlas, y en ello sigo.  Que un arribista de libro, despreciado y defenestrado por los suyos llegará a la presidencia tras una sospechosa moción de censura. Que él mismo tipo que copió su tesis doctoral siga en La Moncloa tantos años después, ¡cómo imaginar eso!

Siempre pensé que la mentira tiene límites, pero no. Que la palabra dada se sostenía sola, pero no. Que la ideología pone dique a las ansias del funambulista que busca el poder por el poder, pero no. Que el lobo nunca cuidaría de las ovejas, no, no y no. Que los violadores su pudrirían en una celda, eso, eso. Que los abusadores cumplirían sus penas. Que los ladrones irían a la cárcel, ya lo vemos. Que los sediciosos pagarían sus penas, ya, ya.  Que los malversadores fueran señalados de por vida y nunca fueran absueltos, y menos que los tengamos que ver nuevamente en una lista electoral. Que el Gobierno, que también es el suyo y el mío, haya reformado el Código Penal siguiendo el dictado de unos tipos calificados por el Supremo de delincuentes y, que, por arte de birlibirloque, han dejado de serlo. Impunidad total para ellos.

La reforma de la malversación no beneficiará solo a Junqueras y a su tenebroso club, también aquellos funcionarios o políticos condenados por malversar, pero no por enriquecerse

Para ellos y para otros porque, como ha pasado con la infame ley del sí es sí -22 excarcelaciones y 147 rebajas de condena hasta este martes-, la reforma de la malversación no beneficiará solo a Junqueras y a su tenebroso club, también aquellos funcionarios o políticos condenados por malversar, pero no por enriquecerse. Busquen por favor el video de la ministra portavoz en el que intenta explicar la diferencias entre una y otra situación porque el disparate, el lío y la confusión está a la altura de la secuencia del camarote en la película de los hermanos Marx Una noche en la Opera.   

Un amigo, muy querido por lo certero de sus presagios, lo dice así: Sánchez ejerce el poder de un rey con el alma de un esclavo. Así es como sus socios independentistas lo ven, un día y otro. Ha bastado que el ministro Bolaños decrete que el proceso soberanista ha terminado, para que salgan a continuación los de Esquerra con un sonoro eso no te lo crees ni tú. ¿A quién pretende engañar el ministro? A estas alturas es fácil colegir que solo los suyos pueden creer semejante afirmación. El ministro de la Presidencia, que por los favores que muestra bien pudo en su niñez velar armas vestido de monaguillo, entiende todas las liturgias, y da igual que sea misa mayor, que un funeral; un rosario que unas gregorianas. Todos los espacios que dejó la salida de Iván Redondo los ha ocupado él, pero con menos acierto y habilidad para el vértigo y más facilidad para el ridículo. Deben apremiar mucho las encuestas para inmolarse de esa manera absurda anunciando eso de que el procés ha terminado

Y porque ha terminado, los de Junqueras y Rufián anuncian protestas para el 19 de este mes en las calles de Barcelona. Así van a recibir a Sánchez y a Macron, porque aquí, ministro, no ha terminada nada ni se ha normalizada nada, que dice Marta Vilalta, la vocera de Junqueras. Sí, qué le vamos a hacer, todo lo que lo que uno pueda imaginar en su cabeza corre el riesgo de plasmarse y tomar forma frente a nuestra mirada. Es una desgracia, lo sé, pero es la realidad, imaginada o no. Sucede, como los griegos ya sabían, que cuando los dioses quieren castigarnos atienden nuestras plegarias.

Desde su atalaya, el presidente está convencido que todo este sebo político se irá destilando poco a poco hasta convertir su muladar en un venero

Hay, sin embargo, situaciones que no requieren la aplicación del método Picasso. La llegada de Conde-Pumpido al Tribunal Constitucional es la última. Ya tiene Sánchez ahí a alguien que conoce bien como relacionarse con Moncloa, algo que aprendió con esmero cuando fue fiscal general del Estado con Zapatero. El mismo que, desde ese cargo, aseguraba que el vuelo de las togas de los fiscales no eludiría el polvo del camino, que así es como bendecía el hoy presidente del Tribunal de Garantías la negociación del gobierno socialista con ETA. O sea, que de vez en cuando, conviene olvidarse del marco legal y mirar hacia otro lado.

Sánchez ya tiene lo que quería y necesitaba, un Constitucional que deberá ver y dictaminar sobre sus bodrios jurídicos. Y tiene desde hoy en aplicación un nuevo Código Penal, servido en bandeja de plata a la cuadrilla de Junqueras. Desde su atalaya, el presidente está convencido que todo este sebo político se irá destilando poco a poco hasta convertir su muladar en un venero. Ni Juan Tamariz le podría hacer semejante trabajo.

El Eclesiastés, uno de los libros más breves de la Biblia, nunca dijo eso de que el número de tontos es infinito, pero si no lo dijo, siempre viene bien para redondear un artículo. Sin embargo, el profeta lleva casi tres milenios advirtiéndonos sobre los riesgos de aquellos seres de naturaleza vanidosa que se creen capaces de abrazar los vientos. Nada hay que imaginar, aquellos que lo intentan son ya muy conocidos. Basta con leer un periódico y poner una radio. Basta con que esperemos unos meses, hasta finales de mayo.   

Hasta que llegue ese día, ha empezado a resonar en mi cabeza la voz del replicante Roy Batti en la película Blade Runner: Yo he visto cosas que vosotros no creeríais. (…) Todos esos momentos se perderán como lágrimas en la lluvia. Es hora de morir.

Y ya puestos, de imaginar.         

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