Hace apenas un mes los podemitas habían manifestado de manera inequívoca su oposición a que Defensa enviase más efectivos a la zona. Ahora parece que han tascado el freno. Ione Belarra y Yolanda Díaz han publicado sendos mensajes de condena a la invasión, así como también Alberto Garzón. Pero la formación morada no acaba de aclarar qué haría en caso de que España, en su condición de miembro de la OTAN, se implicase más en el conflicto ucraniano. Se abre ante el presidente del gobierno un interrogante: ¿qué harán los comunistas si decide enviar un continente militar superior al que ya tenemos?¿Romperían el gobierno?¿Mantendrían la coalición? Su insistencia en “la vía diplomática”, ridícula a estas alturas visto lo poco que le importa a Putin, ¿es una maniobra para ganar tiempo?
Todo eso inquieta a la OTAN, así como a la Unión Europea. En primer lugar, España es el único país de occidente que tiene comunistas su ejecutivo. En segundo, la apología constante hacia países como Cuba, Venezuela o Irán por parte de estos. Recordemos que esos países apoyan la invasión de Putin. En las cancillerías de nuestros aliados se preguntan hasta qué punto España es un socio en quien se puede confiar. Se ha visto en la postura que mantiene EEUU con España, no invitándola a reuniones “sensibles” como la última conferencia de ciberseguridad, quedando fuera del G-30 en una materia tan importante.
Que no somos un aliado fiable lo demuestra el giro de Washington hacia Rabat en detrimento de Madrid o la irrelevancia en nuestras relaciones con Estados Unidos. Muchos analistas de inteligencia sostienen que o Sánchez cambia su política de alianzas – comunistas, separatistas, filo etarras – o, en caso de una extensión del conflicto, España estaría sola. No es una hipótesis descabellada. Recordemos la presión a la que nos tiene sometidos Marruecos con la llegada incesante de pateras que provienen de sus costas, la ampliación de las aguas territoriales que decidió unilateralmente o la avalancha de inmigrantes de no hace mucho, saltando la verja ante la complaciente mirada de la policía marroquí. Tampoco es baladí los vínculos que unen al separatismo con los servicios rusos, que apoyaron en su momento las pretensiones de golpe de estado de Puigdemont.
Que no somos un aliado fiable lo demuestra el giro de Washington hacia Rabat en detrimento de Madrid o la irrelevancia en nuestras relaciones con Estados Unidos
Por todas esas razones sería conveniente para los intereses españoles que Moncloa reformulase lo que se considera el bloque de apoyo a la investidura. Si Sánchez, que tiene un enorme instinto de conservación, cambia de posición o no es cosa que el tiempo dirá. Lo veremos sí se exige de nosotros un aporte mayor en materia militar. En la actualidad tenemos desplegados 800 efectivos entre Letonia, Bulgaria y el Mediterráneo Oriental entre fuerzas de tierra, fuerza Aérea y Armada. Insuficientes, a todas luces.
¿Querrá Sánchez cumplir con sus compromisos de defensa con nuestros aliados occidentales? ¿Se mantendrá atado a la coalición que le permite disponer de mayoría en el congreso? A pesar de la crisis interna del PP ¿puede cambiar de estrategia y apoyarse en un partido popular que, no lo dudamos, estaría al lado del gobierno en este asunto como ya han manifestado tanto Casado como Feijoo?
Sería irónico que la gran coalición se produjera por la invasión rusa, pero ya lo dijo Churchill cuando alguien le recriminó que admitiese a Stalin entre los aliados: “Si tuviese que pactar con el diablo para terminar con el Tercer Reich, lo haría”. Ahora es Putin quien acusa de nazis a los gobernantes ucranianos callando, cosas de la vida, que el presidente de Ucrania es judío.
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