Opinión

Se veía venir

Se veía venir, a pesar de que los principales responsables de lo que ha venido se hayan pasado años negando lo que era evidente. Se veía venir porque ya lo habíamos visto en el ámbito local. Galdácano eligió a Bildu hace dos legislat

Se veía venir, a pesar de que los principales responsables de lo que ha venido se hayan pasado años negando lo que era evidente. Se veía venir porque ya lo habíamos visto en el ámbito local. Galdácano eligió a Bildu hace dos legislaturas. Durante los primeros meses la casa de cultura municipal alojó una exposición con la obra artística del asesino Bienzobas. El alcalde corrió delante de las fotos de los etarras del pueblo en la Korrika. E incluso hicieron posible, con la inestimable y necesaria aportación de la Sociedad de Ciencias Aranzadi, que los ilustres galdakaotarras Bienzobas y García Gaztelu -Txapote- fueran declarados víctimas del conflicto vasco. En las siguientes elecciones, Galdácano volvió a elegir a Bildu; esta vez con muchísimos más votos. 

Nada de eso supuso un escándalo real para los socialistas. No les importó que el voto abertzale creciera unido a mensajes y acciones claramente filoetarras. Insistían en que Bildu era una fuerza progresista e ignoraban todo lo que revelaba su inmutable naturaleza. Cada vez que alguien denunciaba sus pactos con EH Bildu repetían el mismo mensaje: ETA ya no existe, basta ya de agitar el fantasma del terrorismo, ya está bien de usar políticamente el dolor de las víctimas, pasemos página. Con un breve paréntesis: de repente el martes hubo en España una revelación. Una caída del caballo colectiva y simultánea. Un descubrimiento de lo evidente al silbato del PSOE. Resulta que Bildu era un partido indecente. No es que no condenasen el terrorismo, es que se negaban a reconocer el significado de la palabra. Bastó la confirmación de que los abertzales se dirigían hacia un resultado histórico en las elecciones autonómicas para que el PSOE y sus terminales mediáticas hicieran suyo el mensaje que hasta el día antes denunciaban como algo propio de reaccionarios, fascistas y antidemócratas.

Un EH Bildu reconvertido en una fuerza progresista era un imán para el voto de izquierdas en el País Vasco. Y a pesar de que esta vez no vayan a poder llegar hasta Ajuria Enea, los resultados de ayer sólo retrasarán lo inevitable

Lo que vimos la semana pasada fue uno de los espectáculos políticos más indecentes de los que se recuerdan en la historia reciente de España. De repente, porque es lo que le convenía al PSOE, había que volver a hablar de ETA. Había que fijarse en lo que Bildu llevaba años diciendo, pero había que hacerlo como si se tratase de algo nuevo. Y había que referirse a los abertzales con palabras gruesas: cobardes, negacionistas de la democracia, indecentes. Las declaraciones de los dirigentes del PSOE y de sus periodistas afines durante esta última semana fueron un vergonzoso e inútil intento por frenar el monstruo que ellos mismos habían alimentado. Un EH Bildu reconvertido en una fuerza progresista era un imán para el voto de izquierdas en el País Vasco. Y a pesar de que esta vez no vayan a poder llegar hasta Ajuria Enea, los resultados de ayer sólo retrasarán lo inevitable.

Todo esto es lo que se veía venir, pero ahora es momento de ocuparse de lo que vendrá. Creemos que sabemos lo que viene, pero probablemente estemos equivocados. Cuando Bildu consiga su victoria plena no habrá una excarcelación masiva de etarras ni una amnistía, al menos oficialmente. Y no la habrá porque no será necesaria. Los presos de ETA irán saliendo con terceros grados y reducciones de pena. 

Tampoco veremos un gran acto público de homenaje cuando el último de los asesinos salga de la cárcel. Muchos creen que un País Vasco gobernado por Bildu supondría un permanente congreso de Nuremberg. Txapote daría su discurso anual, las calles recordarían con fotos y monumentos a los etarras más comprometidos y los más jóvenes se organizarían en cuadrillas para quemar banderas españolas y acosar a matrimonios de Zamora o Badajoz.

"Memoria poliédrica"

Pero no sería así, y el problema de la hipérbole y la estupidez es que todo lo que no sea eso será aceptable. El objetivo de Bildu no es el homenaje constante en el futuro cercano, sino la rehabilitación de su causa a medio plazo. Txapote tal vez no será un hijo predilecto de su pueblo, pero seguramente conseguirán convertirlo definitivamente en una víctima más del conflicto vasco. Y de nuevo, la responsabilidad principal no será de la fuerza abertzale. Gogora, el Instituto de la Memoria, la Convivencia y los Derechos Humanos del Gobierno vasco, hablaba hace muchos años de la necesidad de construir una “memoria poliédrica”. Una memoria que no se limitase a recordar la obra de ETA y de la izquierda abertzale, sino que incluyera, con la misma legitimidad, el relato de los hechos y el relato de Pello Otxandiano. Que recordase los efectos del terrorismo y que cuestionara el significado de la palabra ‘terrorismo’. Que transmitiera a los jóvenes vascos el horror que supuso ETA sin mencionar una sola vez la palabra ‘ETA’. Todo lo que hoy tememos que haga Bildu ya lo hicieron los gobiernos de PNV y PSE. Pasaron cosas; pasemos página.

Todo esto ha sido posible porque el gran objetivo de la alianza progresista ha sido desactivar a quienes para ellos representan a los enemigos de la democracia: Ciudadanos, PP y Vox. Una Euskadi en la que la derecha española apenas logra representación tenía que acabar siendo, por el peso de las cosas, una Euskadi en la que EH Bildu se dirige hacia la hegemonía política. Y al revés: una sociedad vasca liderada moralmente por EH Bildu será necesariamente una sociedad en la que lo español no tendrá cabida ni en las instituciones, ni en las calles ni en las aulas. Este último, el educativo, será sin duda el ámbito en el que más se notará la gran transformación hacia la que nos dirigimos.

Si Vox es el partido más indecente del arco parlamentario, ¿qué problema hay en pactar sistemáticamente con Bildu?

No podemos ahora fingir sorpresa ni escándalo. Si la derecha es la peor amenaza política a la que se puede enfrentar España, ¿qué problema hay en que las elecciones vascas las gane un partido de izquierdas? Si Vox es el partido más indecente del arco parlamentario, ¿qué problema hay en pactar sistemáticamente con Bildu? Y si los partidos de derechas son fascistas que van provocando por donde pasan, ¿qué problema hay en que los partidos de izquierdas movilicen a sus fieles para que les paren los pies?

La vasca es una sociedad moralmente derrotada. Estamos cansados, ha pasado mucho tiempo y no es bueno pasarse la vida recordando las muertes. No es bueno empeñarse en denunciar lo malo, lo desagradable y lo inaceptable. Sobre todo si lo malo, lo desagradable y lo inaceptable está cada vez más normalizado y te puede afectar en tu vida diaria. Empeñarse en no olvidar y en no callar hace que la convivencia sea muy incómoda. Mirar hacia otro lado, en cambio, es garantía de tranquilidad. Y además el Athletic acaba de ganar la Copa después de cuarenta años. Efectivamente, es tiempo de cambios.  

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