Hace un mes, agentes de la Seguridad del Estado cubana reprimieron a golpes una marcha contra la homofobia en La Habana. La “conga” festiva había sido convocada por activistas LGTB (o LGBT, como dicen allá). Era su respuesta a la decisión del Gobierno de cancelar la marcha oficial del Orgullo con la excusa de “las nuevas tensiones internacionales”. Y su forma de reivindicar su independencia frente a Mariela Castro, hijísima de Raúl y sobrinísima de Fidel, que organiza anualmente el desfile en plan jefa de los sindicatos verticales.
Los Castro, que tanto se encarnizaron contra los homosexuales, han convertido a su descendiente en adalid de la causa, al frente del Centro Nacional de Educación Sexual, y así todo queda bajo control de la familia. Ahora toleran la diversidad sexual, pero no la diversidad política. Mariela será amable contigo, gay, lesbiana, bisexual o trans, siempre y cuando te sometas a los dictados del régimen. Si vas por libre, Mariela te repudiará por ser “lacayo del activismo mercenario” y te pasará lo que a los manifestantes del Orgullo alternativo: que unos tipos rapados y grandes como armarios les cayeron encima en el Malecón.
La violencia ejercida desató las protestas de varios artistas e intelectuales cubanos, entre ellos Silvio Rodríguez y la hija de Pablo Milanés, Haydée, que apoyó la marcha. La represión siguió en días sucesivos, con detenciones de varios activistas.
Qué pensarán los gais, lesbianas, trans o bi que han votado a Cs, PP o Vox. Porque, aunque les pese a algunos, la opción sexual no condiciona la opción política
He buscado, y no he encontrado, una condena del Colectivo LGTB+ de Madrid (Cogam), organizador de la semana del Orgullo en la capital española. En cambio, el Cogam sí ha vetado oficialmente a Ciudadanos en la gran manifestación del próximo 6 de julio. A no ser que renuncien a “valerse de los votos de partidos de la ultraderecha” (o sea, Vox) para gobernar. (Y de paso, aunque esto no lo dicen, que permitan que la izquierda gobierne alcaldías y comunidades autónomas que están en juego, empezando por Madrid). Por supuesto que el PSOE, Podemos y Más Madrid han suscrito los requisitos y estarán en la cabecera de la marcha.
La Cogam se define como una ONG “democrática, participativa, pluralista e independiente”. Y se supone que la celebración del Orgullo LGTB es una fiesta incluyente y transversal. Pocas veces, sin embargo, ha sido tan evidente el secuestro de una causa social en provecho de una agenda política.
Mezclar la defensa de derechos sociales con el sectarismo político genera serios problemas de coherencia. Lo primero que llama la atención es que el Cogam rechace a un partido comprometido con los homosexuales, como es Ciudadanos, por permitir que Vox les pueda prestar sus votos, y en cambio dé la bienvenida a Podemos, cuyos máximos dirigentes cobran del régimen iraní.
En Vox hay quienes defienden cosas como la despenalización de las “terapias de conversión” para homosexuales. Pero también hay candidatos gais partidarios del matrimonio homosexual. En Irán no hay debate: ahí los ahorcan en grúas.
No se les oyó chistar a los de la COGAM tras el “es maricón” con el que la ministra Delgado revelaba al comisario Villarejo las afinidades de un entonces juez
Lo segundo que cabe preguntarse es qué pensarán los gais, lesbianas, trans o bi que han votado a Ciudadanos, al PP o a Vox. Porque, aunque les pese a algunos, la opción sexual no condiciona la opción política. Y como muestra, ahí tienen justamente a no pocos líderes homosexuales en partidos de la derecha nacionalista europea, que cuenta incluso con un mártir, el holandés Pim Fortuyn. El Frente Nacional de Marine Le Pen es un partido gay-friendly, tanto que su número dos, Florian Philippot, abandera la causa. También el alemán AfD tiene un importante contingente LGTB, cuya cabeza más visible es Alice Weidel.
El veto a Ciudadanos no es el primero que anuncia Cogam. El PP madrileño es el apestado habitual, y eso que la Comunidad de Madrid cuenta con una ley contra la LGTBifobia aprobada por unanimidad. Un año incluso vetaron a UPyD porque su eurodiputado Sosa Wagner se abstuvo por error en una propuesta contra una ley de Lituania. En cambio tampoco les oí chistar ante el contundente “es maricón” con el que la ministra socialista Dolores Delgado revelaba al comisario Villarejo las afinidades de un entonces juez. Indignación elástica, se llama.
Hay otras asociaciones LGTB, como COLEGAS, que han venido rechazando esos vetos y denunciando lo que denominan una “dictadura rosa”. Y es que, como no se midan, los del Cogam van a parecerse a Mariela Castro. Diversidad sexual sí, pero ideológica no.
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