Esta semana podría denominarse la Semana Negra del PSOE por los casos de corrupción que van a seguir dirimiéndose en las distintas estancias judiciales y que directa o indirectamente lo afectan, un vía crucis judicial que no es sino la antesala de sentencias que podrían ponerlo en serias dificultades incluso existenciales, aunque ya sabemos, por experiencia, que las grandes organizaciones políticas, y en concreto el PSOE, resisten bien los escándalos de los que son responsables, quizás por la escasa memoria que tenemos los españoles, quizás porque no somos lo suficientemente exigentes, quizás porque son nuestro reflejo, quizás porque no merecemos otra cosa.
Y es que si el jueves pasado compareció el ex hombre fuerte del Gobierno y del PSOE, José Luis Ábalos, ante el Tribunal Supremo, ayer lo hizo el comisionista y visitador casi habitual de Ferraz, Víctor de Aldama, quien aportó nuevos pantallazos sobre irregularidades en la contratación de obras públicas, apuntó al cobro de comisiones por parte de Ábalos y Koldo y acusó al PSOE de cobrar dinero negro. Aldama ya había confesado ante la Audiencia Nacional el cobro de 5,5 millones de euros en comisiones y que pagó miles de euros a Koldo y a Ábalos por servicios varios, además de señalar al ministro Ángel Víctor Torres o al secretario de Organización del PSOE, Santos Cerdán. Pero, según el PSOE, todas las investigaciones judiciales que lo acorralan son mentira. Y quizás por eso decidió cesar como ministro a Ábalos y después expulsarlo del partido.
Hoy martes es Koldo García quien comparece ante el Tribunal Supremo, y podría ser la primera vez que el exasesor de Ábalos en el Ministerio de Transportes hable ante un juez, tras guardar silencio en la Audiencia Nacional y callar en la Comisión del Senado que investiga los hechos, salvo para declararse inocente y decir que tiene la conciencia tranquila a pesar de, según el sumario, haber incrementado notablemente su patrimonio, un clásico de la historia de la corrupción en España.
Dilucidar hasta qué punto la mujer de Sánchez utilizaba a la asesora de Moncloa y, por lo tanto, pagada con fondos públicos, para favorecer sus negocios privados, que son los suyos pero no los de todos, y para los cuales debía haber utilizado su dinero, no el nuestro
Por si fuera poco, mañana comparece Begoña Gómez, que acudirá por tercera vez a los juzgados madrileños de Plaza de Castilla para declarar como investigada por los nuevos delitos que le imputó Peinado: intrusismo laboral y apropiación indebida (que se unen a los de tráfico de influencias y corrupción en los negocios). Un rato después de que lo haga ella, comparecerá como imputado Juan José Güemes, la persona que parece está detrás de la contratación de Gómez para dirigir el África Center del Instituto de Empresas. Y antes de que finalice la semana, el viernes, la asesora de Moncloa y amiga personal de Gómez, Cristina Álvarez, será interrogada por el caso que lleva el nombre de su exjefa para indagar hasta qué punto la mujer de Sánchez utilizaba a la asesora de Moncloa y, por lo tanto, pagada con fondos públicos, para favorecer sus negocios privados, que son los suyos pero no los de todos, y para los cuales debía haber utilizado su dinero, no el nuestro.
Lo asombroso es que clame contra los jueces el partido político que durante más tiempo ha gobernado España, o, más recientemente, el que llegó al poder gracias a una decisión judicial contra su principal adversario político
Así que 'Semana Negra' podría llamarse a esta semana, aunque en el fondo ante lo que estamos es ante la Legislatura Negra, y no tanto para el PSOE como para el conjunto de los ciudadanos españoles, verdaderas víctimas. Si no es una cosa es otra peor: si no son los cambios de opinión para justificar las mentiras, son sus cesiones al independentismo, sus ataques a los jueces independientes, sus diatribas contra los medios críticos o sus presuntos casos de corrupción. Pero para el PSOE, lo primero es habilidad política y hacer de la necesidad virtud y lo segundo culpa de la Judicatura que no terminó de hacer la Transición Democrática, que supongo pasaba por convertirse en socialistas o en independentistas y no investigar más que a la derecha. Según estos linces, la democracia llegó al día siguiente de morir Franco en la cama, pero casi cincuenta años después los jueces siguen siendo franquistas. Lo asombroso es que clame contra los jueces el partido político que durante más tiempo ha gobernado España, o, más recientemente, el que llegó al poder gracias a una decisión judicial contra su principal adversario político. No solo no asumen responsabilidades ni piden perdón sino que se presentan, los muy sinvergüenzas, como víctimas. Y mañana volverá a quejarse (cínicamente) del crecimiento de la antipolítica o del ascenso de la extrema derecha, como si no fueran ellos los principales responsables. Lo demás es crónica popular protagonizada por personajes de la peor especie, más para comentar en la pescadería que en una tertulia seria. "Quieren rodearte familiarmente", le dijo anteayer María Jesús Montero a Sánchez, una frase que podría significar cualquier cosa. Y a otra cosa, mariposa.
Más le valdría al PSOE regenerarse internamente, romper con toda la morralla que lo mantiene en Moncloa y buscar acuerdos con el PP, como medida inmediata y mal menor,
Mientras tanto, la Junts de Puigdemont y la nueva ERC de Junqueras, tan vieja como siempre, amenazan con romper con Sánchez a pesar de que a todos ellos les conviene que siga en Moncloa para seguir trincando. Puigdemont insiste en que se vote en el Congreso de los Diputados su iniciativa para exigirle a Sánchez que presente una cuestión de confianza, como si esta decisión no fuese competencia exclusiva del presidente. Como no tiene ni los diputados ni los apoyos suficientes para presentar una moción de censura, Junts prefiere seguir haciendo el ridículo. Si Junts termina rompiendo, Santos Cerdán tendrá más tiempo libre que el que ha tenido hasta ahora, dedicado como ha estado a engrasar las relaciones entre delincuentes y gobernantes.
Más le valdría al PSOE regenerarse internamente, romper con toda la morralla que lo mantiene en Moncloa y buscar acuerdos con el PP, como medida inmediata y mal menor, al menos hasta que haya una alternativa al PSOE por la izquierda y podamos abrir un tiempo nuevo. Pero prefiere insistir en el error y ascender a los peores. En Madrid acaba de encomendarse a nada menos que Óscar López, parodia de Sánchez, con formas y discurso más antiguos que el hilo negro, ese que sí que aleja a la gente de la política. Y así quiere ganar a Ayuso y volver a gobernar Madrid, pobres ingenuos.
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