Opinión

Señales de apareamiento

Ya me gustaría a mí haber tenido, en mi gloriosa juventud, fama y dinero para agenciarme un par (como mínimo) de estas mujeres

Así como las mujeres te ponen la mano en la rodilla o te envían señales mediante el tono de la voz o el lenguaje corporal, en un acercamiento que desean que termine en la cama, los hombres tomamos su mano y nos la ponemos en la polla. Por encima del pantalón, eso sí. Somos así, deliberados y explícitos. No siempre. Hay hombres para todo. Los que no lo hacen, ser deliberados y explícitos, follan menos. Las mujeres los prefieren respetuosos, pero aguerridos. O al menos esa es mi experiencia. Yo mismo le he tomado la mano a algunas damas y me la he puesto sobre la polla, para mostrar mi positiva disposición a sus señales de apareamiento. En plan diversión siempre, porque el sexo casual es, y debe ser, una sana diversión. Supongo que pocos van en busca de romance a una discoteca, un botellón, u otro tipo de francachela juvenil. Se va a ligar, expresión que tiene una gran connotación sexual. ¿No?

Diré además, no he venido aquí a mentir, que no solo he tomado la mano a la dama a conquistar y me la he puesto por encima del pantalón, en la polla. En ocasiones, dependiendo, claro está, de su reacción a la existencia del pantalón interpuesto, me he sacado el pito y, digamos que en una cantidad considerable de ocasiones, la mano de la dama y mi pito han establecido una tibia y cómplice, relación. Hasta en un coche me he sacado el pito en medio de unos escarceos de aproximación erótica. Ese glorioso ritual.

Los futbolistas suelen ser gente poco ilustrada, véase a Messi pobre muchacho que apenas sabe hablar. Pero la fama es la fama, y el dinero abundante es el dinero abundante

Hablo de esto por lo del futbolista Dani Alves, que ha sido acusado de violar a una joven en el baño de una discoteca en Barcelona. A mí el fútbol me parece una actividad fronteriza con la normalidad, pero muy útil porque mantiene al animalito humano entretenido y canaliza su violencia y sus taras tribales hacia el espectáculo y el ruido, y nos deja al resto de los mortales, en paz. A saber lo que haría toda esa gente si no tuviera el fútbol. Los futbolistas suelen ser gente poco ilustrada, véase a Messi pobre muchacho que apenas sabe hablar. Pero la fama es la fama, y el dinero abundante es el dinero abundante, y uno siempre ve a estos futbolistas, por poco agraciados que sean, con mujerones espléndidos, modelos, hembras preciosas. Ya me gustaría a mí haber tenido, en mi gloriosa juventud, fama y dinero para agenciarme un par (como mínimo) de estas mujeres.

Pero volvamos a Alves. No sé lo que pasó en el baño de la discoteca. Y toda violencia sexual (salvo consentida, véase a los sadomasoquistas) es repugnante. Y merece el castigo que disponga la ley, en caso de probarse. Pero. Llama la atención el tratamiento que se da al caso en las televisiones, siempre tan carroñeras. Y sobre todo es muy llamativo el aspaviento puritano que despliegan. ¡Le puso la mano en la polla! ¡Horror! ¡Pobrecilla! ¡Como si el pito fuese una cápsula de polonio radioactivo! Estoy harto de tanta demonización masculina y de que se trate al hombre (y a su polla) como a personajes de una trama criminal. El destino de la mujer es controlar al hombre (Paglia), no convertirse en un animalito quejoso y desamparado que no sabe cómo rechazar a un hombre que desea follar.

Escuchemos a Camille Paglia, en estos casos siempre es lo más recomendable: "Uno de los grandes fallos de gran parte de la ideología feminista es el estereotipo imbécil y poco generoso que ofrece de los hombres como tiranos y abusones, cuando de hecho, como sé muy bien, por mi propia y mortificadora experiencia como lesbiana, los hombres se sienten atormentados por las coqueterías de las mujeres y por sus titubeos y volubilidad, sus manipulaciones y su inconsistencia, sus humillantes rechazos. El calentamiento de pollas es una realidad universal. Forma parte de las implacables pruebas de las mujeres y de las frías comparaciones en busca de compañeros potenciales. Los hombres son capaces de cualquier cosa para obtener el favor de las mujeres. Las mujeres literalmente prueban a los hombres. ¿Qué puedes ofrecerme?, en la cama y fuera de ella. Si las feministas de clase media creen que dirigen sus vidas amorosas con perfecta racionalidad, sin influencia de los instintos o de la biología, son imbéciles”. Y aún esto: “Cualquier mujer que permanezca con quien abusa de ella después del primer incidente, se convierte en su cómplice”.

Tal vez nuestras feministas analfabetas, (Montero y sus bongoceras) en vez de tantos sermones acerca de los derechos de la mujer y de su condición de sempiternas víctimas, deberían sermonear sobre cosas más prácticas. Por ejemplo, que si vas a una discoteca y bailas con un tipo que insiste, mientras bailan, en que le toques la polla, y no te gusta tocársela, no sigas bailando, y sobre todo no te metas con él en un baño.

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