Pujol practicó en sus años de gobierno una estrategia tan eficaz como tóxica: te compraba. Daba igual si eras catalán con pedigrí o no, la cosa radicaba en que él te daba de comer y tú te sometías al dictado de su política. Quien no lo hacía, lo sé muy bien, se convertía en inexistente. Desaparecía. No eras nada, no te daban trabajo, ni siquiera se molestaban en combatirte. Sus trolls de aquellos años se despachaban con un despectivo y supremacista I aquest, qui és? Era la muerte civil, la más trágica, porque el cadáver es consciente de su deceso.
No es una opinión. Está respaldada por cifras que en cualquier otro país harían sonrojar. Empecemos por ese inmenso abrevadero de los “cargos políticos de confianza”, a saber, militantes, amiguetes o allegados por vía del tálamo discreto de quien gobierna. La generalidad cuenta con más de medio millar de los que se sabe poco, salvo que cobran suculentos emolumentos. La cifra total aproximada – saber la exacta es casi imposible – se estima en más de treinta y cuatro millones setecientos mil euros anuales. Hagan cuentas y verán cuántas vacunas, cuántos ingresos mínimos vitales, cuántas ayudas directas a autónomos saldrían.
Pero como sea que lo que conozco mejor es mi oficio, dejen que les dé algunos apuntes que van en consonancia con lo que ya he dado alguna noticia en otros artículos. Porque si hay un gremio que debería morirse de vergüenza en mi tierra es el de los periodistas. Ya no les hablo de Rahola, porque todo el mundo es perfectamente consciente de lo pornográfico que supone que esa señora se lleve lo que se lleva por ser la apologista de delincuentes fugados o en prisión. Hablemos de los segunda regional, de los que difícilmente oirán hablar en el resto de España porque son de una irrelevancia total. El director del programa Més 324, Xavier Grasset, que cada noche convoca a tres o cuatro hiperventilados separatas alrededor de una presunta mesa de debate y se explaya entrevistando a ex terroristas con cara embelesada calificándolos de pata negra del independentismo, se lleva 107.000 euros anuales. Digamos que este hombre no es Larry King. Empezó haciendo de graciosillo en algún programa de la casa, y ha terminado como periodista del régimen con la misma sinsustancia que cuando comenzó. Solo que ahora su mensaje es más nocivo y antidemocrático.
Señalemos, antes que precisen del auxilio de un calmante, que el presupuesto global de TV3 son 245,18 millones, un 31% más que la citada Casa Real, y el triple que Telemadrid
Un inciso: en ese programa se podían leer durante su emisión en el cintillo opiniones auténticamente delictivas recibidas, supuestamente, vía Twitter. Hasta que se descubrió que no pocas de ellas eran responsabilidad de una redactora de TV3. No se podía saber. Añadamos que los tertulianos de ese bodrio suponen un gasto de 266.750 euros. Vayan sumando y comparen esto con los 7,8 millones que nos cuesta la Casa Real al año o los cien que más o menos ha supuesto el Zendal. Señalemos, antes que precisen del auxilio de un calmante, que el presupuesto global de TV3 son 245,18 millones, un 31% más que la citada Casa Real, y el triple que Telemadrid.
Entre los segundones encontramos cifras más modestas pero que, sumadas, nos dan la fotografía de lo bien que se vive si eres de la cofradía del lacito amarillo. El escritor Marius Serra, leído por todos los españoles indudablemente, cobra 13.200 euros solo por una seccioncita que hace de lunes a viernes en la radio catalana en el programa de las mañanas. Jair Domínguez, el que disparaba a fotos del rey emérito, de Sostres y demás, por un comentario de un minuto en una sección que lleva por nombre Un bon día de merda – inútil traducir – se levanta 10.500, a lo que habría que sumar un programilla que perpetra en la misma emisora y que nos sale por 160.000, además de su participación en el programa del millonario separata Toni Soler, que cuesta por temporada 1,6 millones de euros. Algo se llevará de ese monto.
Son patriotas de pedra picada, se les considera auténticas luminarias del mundo mundial y pobre de ti si les levantas la voz. Son los elegidos, los periodistas de raza, catalana, por supuesto. Y como ellos hay cientos, miles de individuos que descubrieron que, como dijo Sagarra, la patria se entiende mejor cuando te acaricia el estómago tras una buena comida. Entenderán que me importe bien poco si es presidente Aragonés, Illa o Perico de los Palotes, Hay tanta gente chupando de este negocio llamado separatismo que extirparlo solo puede hacerse con bisturí. Y no tenemos cirujano capaz de hacerlo.
Asco es decir poco.
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