El aparentemente absurdo desplome bursátil de principios de mes y cuya importancia ya relativizamos aquí, aparte de mover muchos miles de millones de capitalización y provocar pérdidas y beneficios a inversores y especuladores de todo el mundo, llevó a que los mercados financieros descontaran, con total seguridad, que en septiembre habría bajadas de tipos de interés, algo que hasta entonces se dudaba.
Habrá quien piense que han sido los bancos centrales, y en concreto la Reserva Federal, quien se asustó y ha acabado asegurando que bajará tipos en su reunión del 18 de septiembre, para así ayudar a la recuperación bursátil. Yo más bien creo que lo que busca es no decepcionar y actuar sobre seguro, sabiendo que cumple las expectativas creadas y que su decisión no será considerada como un apoyo político al partido gobernante. Trump había pedido que antes de elecciones no se movieran los tipos para no favorecer a Biden, ahora Harris. En realidad, ya hubo miembros de la Fed que votaron por mover los tipos en julio. No olvidemos que se descontaba que a estas alturas de 2024 ya habría habido varios movimientos a la baja y sólo la persistencia de una alta inflación ha frenado esto.
Esta estabilidad de la Fed llevó al BCE a hacer algo poco habitual como es adelantarse y, en junio, redujo su tipo central del 4,5% al 4,25%. Y todo apunta a que lo volverá a hacer en septiembre, puesto que la reunión de política monetaria será el 12, seis días antes que la de la Reserva Federal estadounidense. No obstante, se apunta a que BCE será prudente y bajará otro cuarto de punto mientras que la Fed lo hará en medio punto de golpe o quizás 0,75. Estados Unidos tiene su tipo de interés central entre el 5,25% y el 5,50% por lo que su margen también es mayor. La tasa interanual del IPC es allí del 2,9% y aquí del 2,6%, con todas las salvedades que supone comparar un solo país con un conjunto de ellos.
En el convencimiento de que la economía estadounidense ya no puede mantener la tasa de paro en unos números históricamente tan bajos puesto que la creación de empleo se ralentiza
Los motivos para bajar los tipos de interés tienen que ver con que el miedo a la ralentización económica supera a la preocupación por un repunte de los precios. Quizás el mejor termómetro para medir esto sea el precio del crudo, que ha estado bajo incluso con fuertes tensiones bélicas entre Irán e Israel. La razón es que se espera un menor consumo, un menor gasto energético porque la economía no cumple las expectativas, algo que empieza con la decepción en el crecimiento del PIB chino (que a su vez lleva a que vendan menos caro al exterior), el dato negativo del crecimiento de Alemania en el segundo trimestre y en el convencimiento de que la economía estadounidense ya no puede mantener la tasa de paro en unos números históricamente tan bajos puesto que la creación de empleo se ralentiza. Se cree que menores tipos de interés aliviarán las cargas de la deuda (no sólo a particulares y empresas, sobre todo a los estados), propiciarán la inversión al reducir los costes de los créditos y se espera que ello no eleve aún más los precios.
Este último punto es clave, y por eso hay tanta prudencia (o al menos la ha habido hasta ahora) de los bancos centrales. El mercado está descontando muchas más bajadas tras septiembre. Por ejemplo, que el Euribor a 12 meses ronde el 3,10% en la Eurozona con tipos al 4,25%. Las expectativas pueden estar equivocadas, como ya pasó hace unos meses, sobre todo porque no tienen en cuenta el efecto que pueden tener los aranceles y el fin de muchas ayudas ante la normalización postpandemia. De lo primero ya hemos tenido un episodio claro con la guerra comercial entre Occidente y China, y que puede agravarse (y ampliarse a entre Estados Unidos y casi todo el resto del mundo) si gana Trump las elecciones y, lo segundo, ya lo hemos visto en España con la subida y bajada del IVA de la luz dependiendo del precio. Es decir que, si cede el precio de la electricidad, nos cobran más impuestos con lo que apenas lo notamos. Del mismo modo, otras ayudas pueden acabarse pronto como la gratuidad o la fuerte subvención al transporte público (cercanías ferroviarias, bus, etc.).
La reacción en la bolsa
Ya habrá tiempo de valorar cómo quedan las expectativas tras los movimientos efectivos de septiembre. Viene un ciclo de tipos de interés más bajos en casi todos los países del mundo (de hecho, ya ha habido muchos que se han adelantado a la Fed estadounidense, algo poco habitual). Incluso Canadá y Reino Unido, dos de los países que más siguen a la Fed, rebajaron sus tipos de interés en julio y agosto respectivamente, meses que suelen ser pasivos para los bancos centrales. Esto implica en inversiones que la renta fija (que lleva un último mes espectacular puesto que se han reducido mucho los intereses de la deuda) gane enteros frente a la variable, que el oro haya visto nuevos máximos históricos (teóricamente también debería ser alcista para el bitcoin) ya que es el activo preferido ante una nueva política expansiva de los bancos centrales. Queda la duda de la bolsa. En teoría, es una buena noticia que haya más liquidez más barata, pero sus niveles son tan altos, tras la fuerte recuperación de las bajadas de finales de julio y principios de agosto, que podría haber una reacción adversa a corto plazo (no olvidemos que septiembre es el peor mes del año según la estadística), sobre todo si los valores bancarios reaccionan mal ante la reducción de márgenes que se avecina si se cumplen las expectativas de más bajadas de los tipos de interés.
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