Ni imágenes impactantes ni grandes análisis. Te das cuenta de la verdadera dimensión de la guerra de Ucrania cuando tu hijo de cuatro años te pregunta al respecto. Porque no encuentras las palabras para explicarle, ni siquiera adaptado a su edad, por qué el ser humano todavía hace cosas así. En esas estaba, sin encontrarle demasiado sentido a casi nada, cuando ella irrumpió de nuevo al teléfono.
- Hola, querido, ¿has visto la serie de Netflix sobre los atentados yihadistas de Cataluña en 2017?
- Pues sí, amiga, sí. Devoré 800 metros el mismo fin de semana de su estreno. De hecho, pretendía escribir una crítica sobre esa obra y sobre otra, El desafío: 11-M, que se estrenó recientemente en Amazon Prime. Son dos documentales soberbios, pero dudaba si escribir al respecto porque como acabo de hacerlo sobre la segunda temporada de La Unidad y sobre otro documental del 11-M, iba a parecer que ando fascinado con lo del terrorismo yihadista...
- Pido tu opinión, no una tesis doctoral sobre tu vida.
- Vamos a ello, entonces. Empezaré por El desafío, porque se estrenó antes.
- Esa ya no la he visto.
- Deberías verlo. Son cuatro capítulos y no demasiado largos. En el primero te presentan los hechos, o sea los atentados yihadistas del 11-M, pero con especial protagonismo de las víctimas. Se me pone la piel de gallina solo de pensar en los testimonios tan auténticos que aparecen... En el segundo se centran en cómo afectó el atentado en la política y en cómo se comportaron los medios de comunicación. Para el tercero dejan la investigación policial. Y en el cuarto básicamente se cuenta el juicio. Pero todo ello con un hilo conductor que es la objetividad en lo que cuenta y las numerosas voces que aparecen, muchas de ellas contrarias entre sí. Digamos que te da un mosaico muy amplio para que tú saques tus conclusiones. Eso es uno de sus puntos fuertes. Porque recordarás que cuando analicé el otro documental sobre los mismos atentados, que por cierto también merece la pena y que de alguna manera es complementario, me quejaba precisamente de la ausencia de algunas voces relevantes.
- ¿A quiénes te refieres?
- Para que te hagas una idea, en este de Amazon sí aparecen Aznar, Zaplana, Ferreras, Lorenzo Milá, Pedro J. o Jiménez Losantos. Así, es obvio que la parte política y la parte mediática tienen mucho más peso que en el otro. Pero, más allá de comparaciones, me gusta mucho por varias razones.
En los cuatro capítulos de 'El desafío' abunda un tono como grisáceo y triste cuando se cuentan los hechos y sus interpretaciones, pero se torna luminoso en todos los sentidos cuando hablan las víctimas. De hecho, algo parecido ocurre en 800 metros...
- Suéltalas ya.
- Me gusta por esa objetividad que antes te decía, por una minuciosidad extrema detrás de la que por cierto debe haber un trabajo de documentación enorme, como por cierto estos mismos autores ya hicieron en El desafío: ETA, por cómo se ordena la narración sin necesidad de un narrador con voz en off, porque consigue trasladarte a aquellos días sombríos de marzo o por la enorme amalgama de testimonios que tiene, sí, pero, sobre todo me gusta por el protagonismo que se da a las víctimas del atentado. Es decir, se cuentan todos los puntos de vista sobre las causas y las consecuencias y las teorías sobre la autoría, sí, y con gran detalle, también, pero sobre todo se honra a los damnificados. No es baladí esto, porque en los cuatro capítulos abunda un tono como grisáceo y triste cuando se cuentan los hechos y sus interpretaciones, pero se torna luminoso en todos los sentidos cuando hablan las víctimas. De hecho, algo parecido ocurre en 800 metros...
- ¿En qué sentido?
- A ver, parto de la base de que se trata de dos documentales que por fuerza tenían que ser diferentes.
- ¿Por qué lo tenían que ser?
- Porque el de Amazon sobre el 11-M cuenta hechos de hace 18 años y, en cambio, el de Netflix sobre Las Ramblas y Cambrils cuenta algo de hace cinco. Porque uno tenía que abordar las implicaciones políticas y mediáticas y el otro no tanto. Porque la sociedad española era muy diferente en un momento que en el otro... Pero repito que en ambos brilla, por encima de todo, la fuerza abrumadora de las víctimas, de esas personas que son capaces de ponerse delante de la cámara para contar experiencias así de desgarradoras, como ese padre que en 800 metros narra la muerte de su niño de tres años y el desamparo padecido. Es tan fuerte y tan necesario escuchar a ese hombre que no se me puede quitar de la cabeza su testimonio. Me estremezco al recordarlo.
- Sí, por eso te llamaba. Yo lo he visto y tampoco me quito de la cabeza esos y otros momentos del documental, que me parece extraordinario.
- Lo es. Hablamos de dos obras imprescindibles para entender y conocer el terrorismo yihadista que hemos sufrido en España. Y repito que son radicalmente distintos en la forma, pero ambos tienen que verse. Y esto me hace volver a 800 metros, porque una de las cosas más interesantes es su narración, por momentos casi cinematográfica, entreverando los hechos que ocurrieron con su investigación policial del momento y su investigación periodística posterior. Todo ello le confiere un ritmo intenso que te obliga a no dejar de verlo incluso aunque conozcas con precisión lo que pasó. Es una obra muy bien engarzada y muy bien contada con el hilo narrativo que son los 800 metros que recorrió la furgoneta de Las Ramblas y con una suerte de núcleo didáctico que es el esquema donde nos presentan a los miembros de la célula terrorista.
- Algo parecido pensé yo, que por momentos sentía la misma tensión que en algunas obras del género true crime que versan sobre cuestiones donde todavía quedan incógnitas enormes, como por ejemplo las desapariciones.
- En este caso también hay una incógnita, que es el papel del imán de Ripoll... Pero, ya que menciono Ripoll, quizás lo mejor de este documental, incluso superior a cómo trata a las víctimas, es cómo muestra a los verdugos. Los explica y los contextualiza de una forma que no es habitual. Los humaniza y, aunque no nos gusten por sus salvajes planes y sus terribles crímenes, eran humanos. No puede olvidarse que, como se cuenta en los tres capítulos de esta obra, se trata de un grupo de jóvenes bien integrados, con trabajos, deportistas... El impacto en Ripoll fue impresionante porque sus vecinos, amigos o compañeros de trabajo nos cuentan que no podían creerse que esos chavales se hubieran radicalizado hasta el punto de preparar unos atentados de enorme magnitud...
- Claro, lo que hicieron en Las Ramblas y Cambrils fue una improvisación, pero sus planes eran, como se dice en el documental, perpetrar los atentados más graves en la historia de Europa, con ataques en Barcelona y París.
- Así es.
- Son, en suma, dos series documentales tan diferentes como interesantes sobre un mismo asunto. Lo malo es que duelen demasiado...
- No, querida, eso es lo bueno, que duelan. No me canso de repetir que ambos son imprescindibles, sobre todo porque nos ayudan a no olvidar.
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