Oigo en algunas ocasiones –la última al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez,- hablar de una izquierda no socialista. Ser no socialista no es una definición. Yo no soy hombre porque no sea una mujer ni soy blanco porque no soy negro. Cuando en el debate político se niega la condición de socialista a algunas izquierdas cabe preguntarse: ¿Si la izquierda no es socialista, qué es? Ya no mola ser comunista, ni marxista, ni leninista, ni eurocomunista, ni maoísta, ni anarquista. Si no son socialistas y no son comunistas, marxistas, leninistas, eurocomunistas, maoístas, anarquistas, bolivarianos, castristas, chavistas, entonces, ¿qué son?
Visto lo visto y la dificultad que tienen en definirse han decidido que el franquismo puede acudir en su ayuda. Saben que por su cuenta y riesgo no van ni a la esquina cada vez que tienen que enfrentar un proceso electoral y, por eso, han decidido que todos ellos son antifranquistas. Ahí caben todos. Su identidad es el antifranquismo. Necesitan elementos que les permita ser reconocidos como los enemigos de la dictadura franquista. Y, entonces, sí pueden ser compañeros de viaje de los socialistas. Ahí caben todos: los independentistas, de los nacionalistas y todo bicho viviente que se manifieste enemigo del franquismo. ¿Quién va a rechazar formar un bloque con todos aquellos que rechazan la dictadura?
Qué pretende la ley de Memoria
Solo hacía falta algo que permitiera alinear en el bloque antifranquista a los herederos de los asesinos y a algunos asesinos que cumplieron condena por su militancia en ETA y por los asesinatos que cometieron.
Y es cuando entra en juego la Ley de Memoria Democrática: los herederos de los asesinos etarras introducen una enmienda, aceptada por el Grupo Parlamentario socialista, en la llamada Ley de Memoria Democrática que dice que “El gobierno, en el plazo de un año, designará una comisión técnica que elabore un estudio sobre los supuestos de vulneración de derechos humanos a personas por su lucha por la consolidación de la democracia, los derechos fundamentales y los valores democráticos, entre la entrada en vigor de la Constitución de 1978 y el 31 de diciembre de 1983, que señale posibles vías de reconocimiento y reparación a las mismas”.
Hay que leer varias veces esta enmienda -que busca blanquear a los etarras para que los integrantes de la banda autores entren en el club antifranquista- para saber qué pretende conseguir exactamente.
La comisión que los colaboradores de ETA quieren que se forme tiene poco que hacer, porque esos 482 asesinatos cometidos por la banda terrorista ETA están suficientemente acreditados y documentados
Si se lee textualmente, a mí me viene a la memoria muchísimos nombres que lucharon por la consolidación de la democracia en esos cinco años que son los que van de la aprobación de la Constitución de 1978 a diciembre de 1983, pero que no pudieron terminar su empeño porque fueron asesinados por ETA. Desde el 6 de diciembre 1978, tres días después de aprobada la Constitución, hasta el 15 de diciembre de 1983 fueron asesinados Vicente Rubio Ereño, Exjefe de la Policía Municipal de Santurce, y Francisco Arín Urcola, empresario. En el medio de ese periodo, que los herederos de ETA quieren que se estudie la vulneración de derechos humanos a personas por su lucha por la consolidación de la democracia, fueron asesinados 482 personas. La comisión que los colaboradores de ETA quieren que se forme tiene poco que hacer, porque esos 482 asesinatos cometidos por la banda terrorista ETA están suficientemente acreditados y documentados.
Esta es la lectura que yo hago de ese farragoso párrafo. Otros han interpretado el texto como el intento de los herederos de ETA de que se estudie otras supuestas vulneraciones de derechos humanos cometidas contra etarras. No me creo que Bildu se atreva a considerar a los miembros de la banda de ETA como defensores de la democracia. Ya nos equivocamos en 1977 cuando la ley de amnistía sacó de la cárcel a todos los etarras y miembros del Grapo que creímos antifranquistas, como para que ahora, cuatro décadas después, volviéramos a tropezar en la misma piedra.
Otros creen que la enmienda de Bildu lleva el franquismo hasta 1983, incluyendo en esa denominación a los Gobiernos del presidente Adolfo Suárez y a los dos primeros años del primer gobierno del presidente Felipe González. Si quienes hacen esa lectura pensaran solo un poquito llegarían a la conclusión de que si el franquismo es lo que vivimos desde 1978 a 1983, es que no tienen ni la menor idea de lo que fue esa dictadura. Si los gobiernos de Suárez y González fueron franquismo, ¡qué venga dios y lo vea!
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