Siempre que una familia se enfrenta, hay alguien que pronuncia la frase palmaria por excelencia: “Ya no te acuerdas de lo que hiciste cuando...”. Apelar al pasado suele ser una gran herramienta para manipular a los contendientes de una batalla, pues la memoria suele ser traicionera. Por eso, hay quien estos días ha comparado la manifestación del pasado domingo en la calle Génova madrileña con las concentraciones que se convocaron frente a las sedes del Partido Popular el 13 de marzo de 2004.
Pablo Casado dejará de abanderar la centro-derecha española en el corto plazo, después del amotinamiento de la mañana de este martes y de los sucesos de los días precedentes. La orquesta del Titanic comenzó a sonar hace unos días en la planta noble de la sede de los populares y, desde entonces, se han producido algunas reacciones mediáticas bastante singulares. Como la de quienes -o quien, mejor dicho- comparaban lo que sucedió el pasado domingo con la jornada de reflexión de hace 18 años. Si la Comunidad de Madrid hubiera invertido más en publicidad o en eventos en determinados medios, otro gallo cantaría. Es lo de siempre.
La crisis de este partido ha vuelto a demostrar que la miopía selectiva es la enfermedad más común en los medios de comunicación patrios. Quienes han puesto el grito en el cielo con el contrato que está relacionado con el hermano de Isabel Díaz Ayuso -cosa que desde un punto de vista ético, no tiene defensa posible- obviaron, por lo general, lo que ocurrió durante el primer estado de alarma en varios ministerios a la hora de comprar material sanitario.
Hay una sociedad que se llama Soluciones de Gestión y Apoyo a Empresas que facturó 53 millones de euros en 2020, frente a los 0 euros que declaró en 2019, según figura en el Registro Mercantil. Estos ingresos procedieron de la adquisición de material sanitario a diferentes departamentos gubernamentales. Esta firma fundó una UTE en Angola, que estaba participada por uno de los imputados en el caso Defex.
El grueso de los contratos que recibió durante la pandemia se los adjudicó 'a dedo' el Ministerio de Transportes -Puertos del Estado y Adif-, entonces comandado por José Luis Ábalos. Vozpópuli reveló este nexo en primicia. Quienes claman hoy por el contrato del hermano de Ayuso -que, reitero, resulta inadmisible- callaron a este respecto.
Los lectores de los medios han de saber que estas empresas periodísticas obtienen una parte de sus ingresos a partir de eventos que financian las administraciones públicas. Ese ministerio es bastante activo en este tema. Por eso hay quien ha denunciado la existencia del contrato que afecta a Ayuso, pero calló con los del departamento de Ábalos. La peor tergiversación de la realidad procede de quienes callan o hablan cuando les conviene. Hay grandes especialistas en la materia en el sector.
La izquierda y su apoyo a Casado
El País es uno de los medios que entonces guardó silencio, pero ahora se ha posicionado del lado de Casado. En uno de sus más recientes editoriales, afirmaba, con respecto a la manifestación del domingo: “El trumpismo español —muy concentrado en la capital como pudo apreciarse ayer— se revuelve contra el dirigente elegido en primarias por la militancia del partido hace cuatro años. Cualquier otro candidato que se postule a poner remedio a la implosión popular habrá tomado buena nota de hasta qué punto ha llegado la alimentación del monstruo populista en su seno”.
La posición editorial de Prisa en este caso va mucho más allá del contrato de Díaz Ayuso, de los detectives y de los matones de partido. La prensa de izquierdas siempre ha actuado de la misma forma cuando ha detectado un líder fuerte en la derecha, llámese José María Aznar, Esperanza Aguirre o la actual presidenta autonómica madrileña. El objetivo en estos casos es confundir a los lectores con respecto a la posición ideológica de estos políticos, que sitúa mucho más a la derecha de donde está, en un intento de desacreditarles.
Los medios cercanos al PSOE y a Podemos no han defendido a Casado porque le consideren el líder legítimo o porque piensen que tiene razón en su batalla contra Díaz Ayuso -¿no ha actuado la Dirección del PP de forma chusca?-, sino porque saben que es un presidente débil para su partido y que sus opciones de llevar a la centro-derecha al Gobierno son mucho menores que las de la jefa del Ejecutivo madrileño.
Cuando se hace necesario recitar perogrulladas ante la toxicidad reinante en el ambiente, es evidente que la verdad ha sido pisoteada entre posiciones mediáticas interesadas y entre vaivenes de cargos, carguitos y cargas de partido. De los que primero apoyan, luego desertan y después se hacen los suecos. Lo de siempre. O de los que hacen como Teodoro García Egea. Es decir: destruyen todo a su paso y luego se hacen las víctimas.
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