Opinión

El silencio de las corderas

¿Dónde están todas las feministas, cuando una mujer es golpeada brutalmente por un hombre de izquierdas, un socialista, un comunista o simplemente un extranjero? Calladas

Pablo Iglesias habla de Irene Montero y su faceta como padre
Pablo Iglesias e Irene Montero (Europa Press)

Hace unos días leí en la red social de Elon Musk a un chavalote, de esos que, a pesar de tener edad de trabajar y sacar adelante a una familia, visten con camiseta, gorra y dedican su tiempo a jugar a videojuegos y a hacerse los intelectuales en redes sociales desde el sofá de la casa de papi y mami. Decía el alma cándida que alguien que se queja de los nuevos tapones de las botellas es una gran 'red flag'. Para mí este término ya es un indicador, por sí solo, de que hay que alejarse de quienes lo usan. Solo lo puedo disculpar en adolescentes, cuyo cerebro aún no se ha formado del todo.

Como era de esperar, el perfil y las publicaciones de este elemento eran todas muy feministas, señalando machismo hasta en los carteles de los cuartos de baño de los lugares que frecuenta. El perfecto “aliade”, adulador incansable de la ex ministra de Igualdad Irene Montero y de su panda de pijiprogres.

Ahí es donde a mí me saltan todas las alarmas. Ni 'red flags' ni chorradas. El verdadero peligro está en esos hombres que pretenden ser el perfecto feminista, el hombre con el sueña toda mujer con el pelo azul, los pechos caídos y los sobacos sin depilar. Bueno, que sueña con que apoye su discurso, para poder humillarlo sin que proteste, mientras este asiente con la cabeza sumisamente.

Ningún hombre en sus cabales consentiría la humillación y el sometimiento que pretende el feminismo actual sobre los hombres. Ninguna persona con un poco de dignidad permitiría ser insultada, señalada, vilipendiada y discriminada, incluso ante la ley, por el mero hecho de haber nacido con unos genitales y no otros.

No me cabe duda de que alguien que es capaz de todo eso, tiene unos motivos ocultos para hacerlo, unos motivos que le conducen a un fin determinado, que nada tiene que ver con desear que las mujeres sean tratadas con los mismos principios de igualdad y respeto que los hombres.

Lo de tratar de vivir con dignidad, pretendiendo ser la más feminista del mundo, mientras tienes más cuernos que un reno adulto y todo lo que has conseguido profesionalmente ha sido gracias a un hombre, ya si eso...

En el caso de los “aliades”, el refrán “dime de qué presumes y te diré de qué careces”, creo que es de lo más acertado. Yo no consigo entender cómo puede alguien en este país considerar tan siquiera a Pablo Iglesias feminista. Un tipo que, según cuentan sus propias alumnas, aprovechaba su posición de poder como profesor en la facultad para frecuentar los bares donde se reunían los alumnos e invitar a las chicas a visitar el baño con él para “refrescarse”. Un hombre cuyo lenguaje corporal con su pareja es tan escandalosamente machista como hasta taparle la boca en público para que se calle. El que de broma con sus colegas en conversaciones de chat habla de humillar a una mujer y darle azotes hasta que sangre. El mismo que se insinuaba, sin pensárselo dos veces, ante cualquier reportera con tan pocos veranos en periodismo que le veías temblar el micrófono entre las manos.

Esa es la persona que la ex ministra de Igualdad eligió como pareja y padre de sus hijos. Lo de tratar de vivir con dignidad, pretendiendo ser la más feminista del mundo, mientras tienes más cuernos que un reno adulto y todo lo que has conseguido profesionalmente ha sido gracias a un hombre, lo dejamos para otro día.

"Hermana, yo sí te creo"

Y aparece ahora Alberto Fernández, ex presidente de Argentina, el perfecto feminista, el que estaba tan feliz de luchar contra el patriarcado, el que creó el Ministerio de la Mujer para luchar por los derechos de todas las mujeres... Aparece ahora copando todas las portadas, porque su ex mujer le acusa y lo ha denunciado por golpearla incluso cuando ella estaba embarazada.

El “yo sí te creo, hermana” no sirve para estos casos. ¿Qué casos? Pues aquellos casos en los que el supuesto maltratador es de izquierdas. Ni mostrando las conversaciones en las que ambos admiten los golpes, hay un “yo sí te creo, hermana” por parte de la izquierda. ¿Dónde está el adalid del feminismo, Irene Montero, cuando Fabiola Yáñez muestra un ojo morado, fruto de los mamporros del amigo de Irene? ¿Dónde está Yolanda Díaz, que tantas veces hemos visto fotografiarse con Alberto Fernández? ¿Dónde están todas las feministas, cuando una mujer es golpeada brutalmente por un hombre de izquierdas, un socialista, un comunista o simplemente un extranjero? Calladas. Así están, todas calladas. No vaya a ser que el lobo alfa se enfade y se meriende a las corderas. Porque mucho hablar de empoderamiento de la mujer y mucho presumir de luchar contra el patriarcado, pero a la hora de la verdad, para lo único que han servido es para poner violadores en la calle, que algunos hombres trastornados nos arrebaten a las mujeres nuestros lugares y espacios por el simple hecho de decir que se sienten mujeres y para tapar con su silencio el maltrato real, las agresiones y las violaciones a mujeres, cuando estas no les son convenientes para su “lucha”, que no es otra que su carrera política y su bolsillo.

No sois lobas, sois corderas, y vuestro silencio os delata.

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