¿Y si todo fuera mentira, simple ficción?
Quizá incluso Los girasoles sólo sean una copia, atrezzo.
Pero ni tú -que crees en el cambio climático- ni yo -que pienso que es la Nueva Religión Obligatoria- tenemos manera de saber dónde acaba la realidad y dónde empieza el espectáculo. Dónde acaban los hombres y empiezan los dioses.
Pero… ¿te imaginas? El Van Gogh no es un Van Gogh y ellas tampoco son terroristas, sino agentes del poder. Juguemos. ¿No resulta cuando menos sospechoso que las reivindicaciones de unas jóvenes rebeldes coincidan con los objetivos de los viejos que están al mando? Es decir, con la Agenda 2030 y el Foro Económico Mundial, en el que Klaus Schwab ya no se priva de decir que ellos, ese grupúsculo de poderosos -y no los prescindibles ciudadanos, añado yo-, son quienes deciden el futuro de la humanidad. Ya ni se molestan en fingir que creen en la democracia.
Sin embargo, nadie va a hablarnos de esta extraña coincidencia en la que la juventud sin futuro lucha por lo mismo que los viejos millonarios. Salvo honradas excepciones, la prensa ya no es periodismo; sólo gente que empieza a grabar la noticia cuando alguien dice “¡Acción!”. Trabajadores que nunca se preguntan cui prodest? Hay que comer, quien paga manda y, a fin de cuentas, parece que ahora el periodismo no compite por ser quién informa mejor, sino por entretener.
Una y otra vez muy rápido, que cada vez que refresquemos la página haya noticias nuevas, ¡queremos más emoción! Somos una sociedad adicta a las novedades. Superficial.
Detengámonos también a mirar el museo, que ya tampoco es museo. Ahora es un sitio que vende experiencias, y el día que toca performance retiran a los francotiradores: las lanzadoras de sopa de tomate casi han tenido tiempo de hacer una paella.
Dijo Josep Pla en Nueva York: ¿Quién paga todo esto?
Ellas pertenecen al movimiento Just Stop Oil, y están financiadas por la millonaria Aileen Getty de los Getty de toda vida, esos del petróleo y los museos; todo muy distópico y enrevesado. Pues bien, después de una vida de drogadicción y sobredosis más propia de una estrella de rock, Aileen fundó la Aileen Getty Foundation contra el cambio climático. ¿No resulta enternecedor que los ultraricos, los que más contaminan, estén invariablemente detrás de la revolución climática? Aunque me gustaría tener fe en sus buenas intenciones, no puedo evitar que todo este circo me suene a religión, a herramienta con la que los de arriba han pisado siempre a los de abajo. Getty, Gates, Schwab y demás me recuerdan a esos sumos sacerdotes que lo solucionaban todo ofrendando al sol -o al dios que tocara- el corazón que habían arrancado a un hijo del populacho.
Admito que las chavalas de Just Stop Oil han conseguido el objetivo de llamar la atención, pero esto de pegarse a las cosas ya resulta cansino. En Europa estamos acostumbrados a las artes escénicas y a las reivindicaciones, ya estén protagonizadas por los que no comen jamón o por chicas de piel traslúcida con pelos de colores, flores en la cabeza y tetas al aire. Una vez que has visto una performance en la que alguien se pega a algo, ya las has visto todas. Y, a medida que se repiten, el público va perdiendo interés.
Por eso sugiero a las activistas de Just Stop Oil -e incluso a la propia Aileen- que den el siguiente paso: atreveos a pasar de la performance a la intervención.
Sed valientes, chicas.
Cómo conseguir más adeptos
Nada de llegar al sitio y montar un espectáculo que apenas dura unos minutos y del que nadie se acordará mañana. Sería mucho más impactante una intervención en la que os peguéis la mano y nosotros —el resto de la sociedad— respetemos vuestra voluntad; nadie os despegará. Se os permitirá estar ahí, siendo obra de arte, hasta que logréis vuestro objetivo: el cierre de la industria petrolera.
El museo podría proveeros de agua, comida y orinales, pues será el primer interesado en que la intervención siga revalorizando su obra de arte, que cada día será distinta y atraerá a muchos visitantes. Incluso podríamos hacerlo todavía más trasgresor, inclusivo, participativo, feminista e igualitario: permitir que los visitantes os arrojasen flores si os apoyan o sopa de tomate —sin el bote— si están en contra. Incluso podríais abrir un canal en el que emitir en streaming 24/7 para conseguir millones de seguidores.
Ya sé, ya sé que es difícil.
Sobre todo para las activistas y sus familias.
Pero es que estas performances de chichinabo no acaban de convencer a los descreídos. Si Jesús se hubiera pegado a una cruz y los propios romanos le hubieran despegado con cuidado de no hacerle daño, hoy no conoceríamos su historia. Ahora la fe católica está de capa caída porque no hay ninguna Juana de Arco, no se celebran autos de fe ni los Príncipes de la Iglesia acaban de encontrar gente buena para el departamento de marketing. Pero fijaos en el islam, que es una religión más transversal que no para de crecer en Europa: les sobra gente dispuesta a inmolarse.
Si luchar contra el cambio climático va a ser nuestra nueva religión obligatoria, queremos mártires y sacrificios.
Ahora, puré sobre Monet
Mientras estas líneas estaban siendo maquetadas, activistas de Letze Generation (mismo perro con distinto collar) han tirado puré de patata contra un cuadro de Monet en Alemania. Como todavía no habían podido leer este artículo, se han pegado a la pared en la confianza de que las fuerzas de seguridad iban a despegarles. A ver si a la próxima nos ponemos todos de acuerdo y disfrutamos de una auténtica y genuina intervención.
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