Opinión

La soberbia asesina

Seguiremos con noticias de pederastas que salen de la cárcel sin haber cumplido la totalidad de la condena, con mujeres, con madres e hijas violadas

“Soberbia infantil”, soberbia política, soberbia en definitiva, para no enmendar una ley que, con sus fisuras, lagunas o interpretaciones, está propiciando que centenares de víctimas se sientan en estos momentos vulnerables al saber que su violador, su acosador sexual, está en libertad. Que una jueza como Manuela Carmena, también de la cuerda política de Irene Montero, la ministra principal autora de la ley del sí es sí, afirme que no modificar esta normativa es “soberbia infantil” resulta revelador por lo acertado del diagnóstico. Ante casi 300 rebajas de penas a los agresores sexuales, el Gobierno no se ha movido ni un ápice, ni se ha ocupado de resolver el entuerto generado, y esa soberbia de no reconocer el error, de no rectificar, mata a personas que se recuperan del horror vivido e intentan recuperar una vida normal.

Los delincuentes sexuales campan a sus anchas porque, por muy cruel que suene, la realidad es que no hay policía suficiente para proteger a cada agredida o para controlar a cada violador

Cualquier voz crítica dentro de Podemos se ha querido silenciar al momento. La secretaria general del partido en Aragón llegó a asegurar que lo que está pasando es una tragedia. Nadie habla del buen sentido de la normativa, de la voluntad política de proteger a las víctimas, de que se vendiera como la ley estrella para defender la integridad de la mujer. Pero cuando esa premisa falla, es urgente revisarla. No hay nada más peligroso para perpetuar un error que no reconocerlo. Los delincuentes sexuales campan a sus anchas porque por muy cruel que suene la realidad es que no hay policía ni para cada violada, para protegerla, ni para cada violador. La realidad de hoy es que los violadores siguen siendo violadores cuando salen de la cárcel, da igual los años de condena. Algo habrá que hacer.

No hay reinserción posible, no se ha encontrado la manera para vigilarlos uno a uno y que no vuelvan a hacer daño. Por ello, porque está comprobado que reinciden, debemos abordar políticamente lo que no puede resolverse ni por la vía policía, judicial o sanitaria. Un violador no dejará de violar hasta que le prescriban un inhibidor de sus impulsos macabros. Mientras esta soberbia infantil continúe, seguiremos con noticias de pederastas que salen de la cárcel sin haber cumplido la totalidad de la condena y, por lo tanto, con el rosario interminable de agresiones y violaciones. Habrá que ver también, además de la ley del sí es si, cómo se logra reinsertar a los delincuentes sexuales. Lo que no gestiona la política o la mala gestión política la sufre la sociedad. Cuídense.

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